Motores para nuestro desarrollo
Por designio de Dios o de la naturaleza, la Argentina fue bendecida con muchos e importantes recursos naturales que están ahí, esperando ser explotados, con el fin de fortalecer y desarrollar nuestra economía mediante el ingreso de divisas. Nosotros los tenemos y el mundo los necesita. No hablamos exclusivamente del litio, este “oro blanco” que tanto interés despierta a nivel global, sino además de las energías renovables como la eólica, la solar o los biocombustibles.
El futuro del litio en la Argentina es muy prometedor. Es el más liviano de todos los metales, además de tener un alto grado de adaptación a distintos tamaños, diseños y formas. Actualmente, y de acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), las principales reservas se encuentran en: Bolivia (21 millones de toneladas), la Argentina (19,3 millones de toneladas) y Chile (9,6 millones de toneladas), seguidas por Australia, China, EEUU y Canadá, en menores proporciones. Nuestras principales zonas se encuentran en la región de la Puna, en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca. Es un mineral clave en la fabricación de baterías Li-ion, que se utilizan en vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos –ambos líderes en la revolución tecnológica– de ahí su importancia para el resto de los países.
Según datos suministrados por Benchmark Mineral Intelligence, –agencia de informes de precios regulada por Iosco con sede en Londres– todo el litio producido en 2022 durará solo un mes en 2040 y 2 semanas en 2050. Esto indica que la producción de litio deberá crecer en más de 20 veces si se quiere satisfacer la demanda de hoy a tres décadas. Hablamos de una producción de al menos 11,2 millones de toneladas. La Argentina cuenta con una ventaja competitiva respecto a otros mercados y se debe a su gran cantidad de recursos y a la calidad de los mismos, algo que le permite producir litio de alta pureza a un costo relativamente bajo. El Gobierno ha venido implementado políticas y programas para fomentar la inversión en su industria, lo que trajo aparejado la llegada de inversores extranjeros y la estimulación para el desarrollo de nuevas tecnologías y proyectos.
Hablamos de la empresa estatal argentina Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse), que tiene una participación en la producción de litio en esta provincia, donde se encuentra el proyecto más grande del país, llamado “Salar de Olaroz”. Además de Jemse, otras empresas internacionales han invertido en nuestro país, como la australiana Lithium Americas, que está construyendo una mina en la provincia de Catamarca, y la china Ganfeng Lithium, que tiene una participación en el proyecto “Cauchari-Olaroz”, también en Jujuy. Pero como dijimos, el litio no será la única fuente de ingresos con que cuente la Argentina.
Según un trabajo realizado por Global Energy Monitor (GEM) –organización con sede en EEUU y cuya función es desarrollar y compartir información en apoyo del movimiento mundial por la energía limpia– si sumamos los proyectos que ya fueron anunciados por las empresas, los que están en etapa previa a la construcción o están siendo construidos, la capacidad eólica y solar a gran escala de Latinoamérica aumentará en más de un 460% para 2030. Y la Argentina ocupa un lugar muy destacado. De acuerdo al mismo informe, en la actualidad, y con un total de 4,7 gigawatts (GW) entre instalaciones eólicas y solares a gran escala en funcionamiento, somos el cuarto país en producción dentro de la región. El año pasado las energías renovables lograron abastecer el 14% del total de la demanda eléctrica de nuestro territorio.
Dentro de los proyectos ya operativos podemos destacar el Parque Solar Ullum, en la provincia de San Juan. Cuenta con algo más de 300 mil paneles y una capacidad instalada de 80 MW. También podemos mencionar el parque solar Caucharí, enclavado en Jujuy. Es el más grande de Sudamérica. Consta de 800 hectáreas, de las cuales 600 están plenamente ocupadas por paneles que producen 230.000 MWh al año.
Hablemos ahora del biocombustible. Producido en la Argentina de manera exclusiva a partir del aceite de soja, tuvo desde sus inicios un rápido desarrollo, para convertirse en la última década en un interesante dinamizador de nuestro desarrollo productivo. Y esto se debe a que tiene múltiples impactos dentro de nuestra economía. Antes que nada, colabora en el sustento de nuestra matriz energética, por otra parte es generador de empleo a nivel federal debido que existen plantas en Tucumán, Jujuy, Salta, San Luis, Santa Fe y Córdoba, sin dejar de mencionar Entre Ríos, La Pampa, Buenos Aires y San Luis. Y por último es un indiscutido generador de divisas. Durante los primeros 10 meses de 2022 ingresaron al país más de US$ 1.500 millones en exportaciones. Los argentinos debemos estar orgullosos del país que tenemos, sólo nos falta unirnos para explotar todos los recursos naturales. No lo dudemos: mayor producción para vivir mejor.
Director del Bice y del Movimiento Productivo Argentino