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Mitterrand, un enigma
Por Jochen Hehn Die Welt
PARIS
A más de un lustro de su muerte, la vida y el legado de François Mitterrand siguen alimentando encendidos debates. El periodista Jean-Pierre Elkabbach ha preparado una serie documental para el canal France 2, titulada Conversaciones con un presidente . Los franceses se solazarán con cinco horas de "actuación en vivo", por así decir, del hombre que los gobernó durante catorce años, hasta 1995. Podrán seguir de cerca su vida política y privada, y escuchar sus opiniones sobre la fe y Dios, la enfermedad y la muerte, su pasado y su lugar en la historia.
Elkabbach grabó las entrevistas en 1993 y 1994, con la intención de difundirlas cuando Mitterrand dejara la presidencia, en 1995, pero este insistió en que lo hiciera "después de su muerte".
Por otro lado, la reciente aparición de un nuevo libro sobre Mitterrand, Jeune homme, vous ne savez pas de quoi vous parlez ("Joven, usted no sabe de qué está hablando", Édition Plon), ha suscitado un clamor, aunque leve. Su autor, el escritor George-Marc Benamou, relata sus años de guerra y su relación con los judíos. A modo de señuelo, ciñe el libro una faja roja con la leyenda "Mitterrand y los judíos".
Guerra de memorias
Benamou, como Elkabbach, tuvo acceso al presidente durante muchos años, lo entrevistó a menudo y, en 1997, publicó parte de las conversaciones en El Mitterrand de la última época . Sin embargo, veinte amigos del ex presidente tildaron su última obra de mero panfleto carente de valor. Entre ellos figuran Jean-Louis Bianco, secretario general de Mitterrand en el Elysée y presidente del Institut François Mitterrand; el ministro de Agricultura, Jean Glavany; el ex ministro Michel Charasse, y el escritor Jean Lacouture.
En una declaración conjunta, acusaron a Benamou de presentar una fábula escandalosa con el solo objeto de asegurarse una buena venta. Mitterrand no fue el hombre que Benamou intenta describir como un "antisemita", un "sirviente del régimen de Vichy" y "la figura central en una red de ex colaboracionistas".
El semanario Le Point publica la réplica de Benamou, que alega haber puesto bien en claro que Mitterrand "no era antisemita". En su libro, dice literalmente: "He buscado evidencias [...] pero no pude hallar nada que lo sustentara". No obstante, insiste en que Mitterrand mantuvo un vínculo nostálgico con Vichy. Según Benamou, el ex presidente sentía "una admiración sin límites" por el mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial. Ni su condena a muerte por traición ni la gracia concedida por Charles de Gaulle le impidieron a Mitterrand, en 1992, depositar una corona sobre su tumba en la isla de Yeu.
También discute su larga amistad con René Bousquet, jefe de policía de Vichy, responsable de la deportación de miles de judíos a los campos de exterminio nazis. Mitterrand alegó, en su defensa, que solo conoció a Bousquet en la posguerra, cuando ya había sido absuelto por el máximo tribunal francés.
El debate político en torno al libro y la serie documental demuestra que, todavía hoy, Mitterrand sigue fascinando al público. Benamou habla incluso de una "guerra de memorias", en la que un sector de la comunidad judía y los intelectuales se alían contra los partidarios de Mitterrand.