Mitre, profesor de estadística
El año 1852 marca el comienzo de una presencia vigorosa de Bartolomé Mitre en la vida nacional, que habrá de mantenerse a lo largo de más de medio siglo, hasta su muerte, y en numerosos aspectos llega a nuestros días. Han quedado atrás los largos años del exilio.
Ya coronel del Ejército después de Caseros, el 1º de abril funda Los Debates uno de los tantos medios que utilizó desde siempre en el periodismo para difundir su pensamiento. Allí exhibe sus ideas en materia política, militar, judicial y administrativa; se ocupa de reformas económicas, financieras y comerciales; sostiene la libertad de comercio, el establecimiento de una Aduana federal, el impuesto al capital, la consolidación del crédito, la reorganización financiera y conversión del papel moneda. Desea atraer la inmigración europea, la educación y curar, en la beneficencia pública, las llagas existentes “desde la cuna del expósito hasta el lecho del enfermo y el asilo del mendigo”. En síntesis: “Suceda lo que suceda, desde hoy consagramos nuestra pluma y nuestra inteligencia a la libertad, como antes le hemos consagrado nuestra espada”.
Don Vicente López, elegido gobernador provisional, lleva al Ministerio de Instrucción Pública a su hijo Vicente Fidel, que al decir de Rebollo Paz resultó “la gran figura del gabinete, talentoso, lleno de ímpetus juveniles, carácter fuerte y dominador”. Influye sin duda en su padre en una visión moderna de la obra de gobierno. Por eso se crea con la presidencia del ministro de Hacienda, don José Benjamín Gorostiaga, el Consejo de Hacienda y el Registro Estadístico de la Nación “en vista de la necesidad que tiene el país de que se estudie la ciencia estadística”. Mitre ocupa su tiempo entre Los Debates y la banca a la que accedió como diputado en las elecciones del 11 de abril.
El gobierno porteño está preocupado por dar modernidad al Estado. Promulga así una serie de decretos, entre ellos, la creación de la Facultad de Medicina y distintas cátedras. El 27 de mayo funda, “como de urgente necesidad”, la de Estadística “en vista de la necesidad que tiene el país de que se estudie esta ciencia”. El 2 de junio se nombra titular de esa asignatura al coronel Bartolomé Mitre, con un sueldo anual de dos mil pesos.
“El catedrático –dice el decreto– enseñará la teoría de esta ciencia en lecciones orales; redactando y publicando sus lecciones por el periódico oficial, teniendo en mira hacer sentir eficazmente la necesidad del cultivo de esa ciencia en toda sociedad civilizada”. El alumnado se integraba con uno o dos funcionarios por cada ministerio, de la Aduana y de la Academia de Jurisprudencia, con lo que esperaba tener entre los funcionarios de carrera personal altamente calificado.
Mitre apenas dictó dos clases, porque en la sesión del 21 de junio de 1852 es el primero en pedir la palabra para impugnar el Acuerdo de San Nicolás, firmado el 31 de mayo anterior. Al día siguiente de haberse consagrado caudillo porteño, era dado de baja del ejército de la Confederación y puesto preso, poco después, en el buque de guerra Merced, con Vélez Sarsfield, Ireneo Portela y otros, dejándoseles la libertad de elegir su residencia. El 6 de julio llega nuevamente a Montevideo en calidad de exiliado.
De aquella cátedra se encuentran en el Archivo del Museo Mitre unos cuadernillos con el título: “Lecciones orales de estadística por el coronel Bartolomé Mitre, representante del pueblo”. Quizá las haya escrito en ese breve exilio, sobre la base de algunos apuntes de las primeras clases, porque eso del grado militar y la mención de ser representante del pueblo parece una reafirmación de lo que se le había despojado.
Apunta: “La estadística es una compañera inseparable de la libertad, la tiranía la suprimió y hoy se restablece”; de algún modo habla de la libertad de expresión y de conocer cuando afirma: “El gobierno no teme que se exteriorice la verdad de la situación”. Agrega algunas otras frases que nos deben hacer reflexionar: “Si la estadística revelara la cantidad de armas que se han introducido en el país desde 1825, podríamos afirmar que hemos vivido en una perpetua guerra civil”.
Y cierra el comentario con una afirmación tan cierta hoy como nunca: “El principal problema argentino es producir”.
Presidente de la Institución Mitre