Una zambullida en el volcán Kilauea
Tenemos aquí a un héroe para los mirones descuidados, esos que se asoman al borde del balcón con todo su cuerpo. O para aquellos suicidas potenciales que se quedan mirando, hipnotizados, el fondo de un acantilado. La semana pasada un hombre visitó el volcán Kilauea (Hawai) y se trepó a una barandilla de seguridad para ver mejor. Pero el suelo se derrumbó bajo sus pies y el sujeto -soldado en una guarnición de las islas hawaianas- se cayó al interior del cráter. Milagrosamente, nuestro protagonista (o quizá más valdría llamarlo "agonista") no cayó de pleno en la caldera del volcán, sino que aterrizó sobre una cornisa estrecha. Inmediatamente, un testigo avisó del accidente y al rato sacaron al sujeto en camilla con la ayuda de un helicóptero. Aseguran que su estado sigue siendo crítico, pero estable.
"Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada", dice la célebre frase del filósofo Friedrich Nietzsche. Felices aquellos que son capaces de asomarse a su propio abismo, mirarlo, medirlo, saludarlo. Y abandonarlo para volver a sus hogares.