Una creatividad de la expansión
En 1954, la comunidad científica norteamericana notó que de los 121.000 artículos académicos publicados en torno a la psicología, sólo 186 habían sido dedicados al estudio de la creatividad. Esto provocó un movimiento que, en pocos años, llevó a que la creatividad fuera calificada de ciencia emergente. Comenzaron a nacer entonces modelos para responder a preguntas como: ¿de qué manera la creatividad puede ser fomentada o inhibida? ¿En qué condiciones fluye o se obstruye? ¿Nacemos o nos hacemos creativos?
La creatividad sucede como fenómeno multifacético. Podemos profundizar en ella a través de modelos llamados "de confluencia" o "sistémicos", ya que se da a partir de la intersección de las personas con sus entornos, familiares, organizacionales o sociales. Así, la ciencia ha encontrado que la creatividad, y también la innovación, suceden en concierto y en contexto a partir de la combinación de distintas variables que, al interactuar, dan lugar a distintos tipos de creatividad.
Hay quienes sugieren que la creatividad emerge en contextos hipercríticos y que, por lo tanto, debemos producir escenarios hostiles para catalizarla. Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, en sus libros Mentes Creativas y Mentes Líderes , afirma que los contextos adversos actúan como puente y palanca de la creatividad en pocos pero brillantes casos. Por citar dos ejemplos, Victor Frankl, creador de la Logoterapia, considerada la tercera escuela de psicología de Viena, luego de Freud y Adler, fue un sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau en la Segunda Guerra Mundial. Martin Luther King, que tuvo una infancia signada por la segregación racial, impactó en 1963 al pueblo norteamericano con su discurso "Yo tengo un sueño", y promovió un movimiento social histórico a favor de los derechos civiles. En otro orden, la salida airosa de los argentinos luego de la crisis histórica de 2001 podría resultar un ejemplo de creatividad que brotó en un contexto hiperdesfavorable.
Estos ejemplos podrían llevarnos a creer que debemos impulsar entornos críticos para que las sociedades y las personas florezcan. Los contextos embarrados (de supervivencia) funcionan como llaves de la creatividad en pocos casos; en cambio, son un factor que obstruye y aniquila la creatividad en muchos otros.
La hostilidad oprime al hombre y fomenta un tipo de creatividad primaria, a la que recurrimos para salvar nuestro pellejo. En un contexto hostil, creamos para sobrevivir. Surge la creatividad del reptil: reaccionamos ante una amenaza.
En cambio, en contextos amigables creamos con el deseo de crecer, con la mirada puesta en el futuro. Esto sucede en ecosistemas que abrazan, contienen y dan lugar a la libertad; en escenarios que promueven la toma de riesgos, la apertura y la confianza; en ambientes que impulsan el debate entre distintos y alientan el dinamismo y la ausencia de conflictos, así como el tiempo para las ideas. En estos entornos las personas y las organizaciones crean realidades expansivas; por el contrario, la presión y el control desmedidos llevan a la gente a vivir en el conflicto.
El 10 de diciembre pasado, apenas comenzado el partido entre el Barcelona y el Real Madrid, Víctor Valdés, arquero del Barça, pasó equivocadamente el balón a Di María, jugador rival, que no perdonó y convirtió el gol. El director técnico Guardiola, lejos de amonestar a Valdés, lo alentó a seguir jugando. ¿Guardiola enloqueció o detrás de aquel aliento existía una idea previa? El técnico estaba demostrando con hechos la creación de un contexto que toma el error como parte del juego, priorizando el armado colectivo sobre el brillo individual.
Los entornos hostiles suscitan la creatividad de supervivencia, que se ancla en una cosmovisión de escasez. Los entornos favorables generan en cambio una creatividad de expansión, que se ancla en una cosmovisión de abundancia. En el primer caso, creamos para sobrevivir; en el segundo, para expandir.
Cuando el control se vuelve desmedido, empobrece y mutila el deseo de crear para crecer. Amputa la libertad e impide la diversidad. Richard Florida, autor del bestseller The Rise of the Creative Class , encontró que las ciudades y países cuyas economías florecen son aquellas que fomentan la tecnología, el talento y la tolerancia, que promueve la diversidad de la que brota le innovación. La obturación de la libertad, en cambio, provoca la gambeta. En un sentido positivo, ésta significa la finta para proteger lo que hemos sabido construir, echando mano a un tipo de creatividad que nos preserve de la crisis. Nadie desea ser despojado. En otro sentido, la gambeta se cristaliza en la posibilidad del engaño. La obsesión por ordenar y controlar no permite, justamente, crear.
Es interesante comprender el control excesivo a la luz de los términos management y managing . Ambos conceptos aluden a "hacer que otras personas se sometan a nuestro control", y llevan al hombre a fiscalizar el fluir de los acontecimientos y a limitar, como dice Zygmunt Bauman en su obra Vida líquida , "la libertad de los gestionados".
Los conceptos de "superviviencia" y "expansión" están íntimamente ligados al temor y el amor. El primero se motoriza en lo que deseamos evitar, y se arraiga en el temor al presente. El segundo se vigoriza en lo que deseamos lograr, enraizado en el amor al futuro. En un estado de "expansión" nos animamos, nuestra alma (ánima) corre hacia delante. El término coraje proviene del latín cor y del griego kardiá , que significa echar el corazón hacia delante.
El amor a la expansión y a la libertad sintetiza y cristaliza el deseo de autonomía e independencia, de crecimiento. Las organizaciones y sociedades que progresan, lejos del miedo a la escasez, son aquellas cuyas economías condensan maneras de crear alentadas por la aventura de vivir en un mundo apasionante y abundante.
Si aplicáramos estos conceptos a la realidad de la Argentina, podríamos decir que desde la cima del poder político se instala, en las antípodas de lo que el discurso declama, un contexto de supervivencia. Se controla, asfixia, oprime y delimita el accionar de la gente y sus organizaciones. Se crea, de esta manera, un ecosistema para la creatividad del reptil. Por si esto no bastara, estos entornos alientan la violencia. Pareciera que se desconoce que las personas y las organizaciones tienden a la libertad y la expansión, deseosas de crear valor futuro, en vez de enfocar la creatividad sólo a preservar el presente.
El chef Francis Mallmann diría que vivir en la Argentina produce una "discusión de sabores": hay una contradicción entre el llamado declamatorio a invertir y crecer, y el conjunto de acciones que producen, justamente, lo contrario. En su letra del tango "Balada para un loco", Horacio Ferrer lo describe bien: "Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao?" Los argentinos parecemos, a los ojos de muchos, "piantaos", y aun así, talentosos. Podemos construir el futuro desde un paradigma de abundancia, en contextos que prioricen la confianza, alienten la diversidad y potencien la libertad, con la mirada puesta en crear para expandir y no para sobrevivir.
© La Nacion
El autor es especialista en creatividad e innovación. Escribió La creatividad develada (Temas/Iae Press)
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