Un artista juega con la luz entre las montañas
Las montañas son las más majestuosas pantallas naturales a cuya propia increíble gama de colores se suman los que proyectan sobre sus laderas y picos los rayos solares y las nubes a distintas horas.
En medio de ellas, cerca de la localidad salteña de Molinos, hay un mágico museo de la luz, que levantó allí el suizo Donald Hessel, al costado de su bodega y de las vides que la proveen.
Tiene 1700 metros cuadrados y está dedicado a un solo artista: el californiano James Turrell, cuya obra siempre juega con la luz y los extraordinarios efectos ópticos que produce.
La visita está rodeada de misterios y hay que comprometerse por escrito a que no se tomarán fotos ni videos.
Hay grandes salas y pasillos, algunos iluminados con luz natural o artificial y otros en penumbras que invitan a descubrir formas gestálticas en los haces luminosos. Luego hay que descalzarse y acceder a un espacio donde una intensa niebla celeste, sólo producida por reflejos, depara más de una sorpresa. Ahora Turrell experimenta con sus "linternas" dentro de un volcán extinguido en Arizona. Más info en www.bodegacolome.com.