Ruth Corcuera, pionera en el estudio del arte textil americano
Dotada de una sensibilidad especial, dedicó su vida a la investigación de los textiles andinos, cuya riqueza difundió a través de publicaciones que trascendieron las fronteras del país
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Ruth Corcuera es pionera en el estudio, revalorización y difusión de los textiles americanos. Sus contribuciones han trascendido las fronteras argentinas. Reconocida en la región y en el mundo por sus hallazgos y publicaciones, ha dedicado 60 años de su intensa vida al arte del tejido, recorriendo los principales centros textiles de América, Europa, África y Oriente.
Una sensibilidad especial y el amor por la tierra criolla de sus antepasados la impulsó a desarrollar una visión humanista que conjuga los aspectos artísticos y técnicos del textil con su función social. Ruth considera a los tejidos como un hecho cultural; cargados de significados, invitan a ser interpretados, no solo porque son la expresión de una singular destreza, sino porque reflejan el mundo simbólico de sus creadores y de su comunidad. Son un portal que conecta la antigüedad y la historia con el mundo presente.
Con el tiempo Ruth excedió su misión académica inicial de investigar y publicar, al conferir un fundamental apoyo a diferentes comunidades de mujeres tejedoras de Catamarca y otras regiones.
Rosa del Valle Quiroga nació en Buenos Aires el 24 de enero de 1929. En 1953 se graduó en Historia en la Universidad de Buenos Aires. En 1957 y 1958 asistió a los cursos de etruscología dictados por Massimo Pallotino en la Universidad de Roma, adonde adquiere una sólida formación clásica.
Ruth considera a los tejidos como un hecho cultural; cargados de significados, invitan a ser interpretados, no solo porque son la expresión de una singular destreza, sino porque reflejan el mundo simbólico de sus creadores y de su comunidad
Entre 1965 y 1970 residió en Perú, como esposa del entonces secretario de la embajada argentina, Mario Corcuera Ibáñez, e integró el prestigioso seminario de Arqueología del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica de ese país. Colaboró con la especialista Josefina Ramos de Cox en un proyecto de investigación sobre las coincidencias culturales entre artesanos andinos de diversas regiones. Tras doctorarse en Historia en dicha universidad peruana en 1970, profundizó los estudios sobre el arte textil con un recorrido por los tejidos africanos y precolombinos.
En Azul Sagrado, Cuadernos del Sahara, Ruth reunió testimonios personales recogidos durante su estada en el África Occidental central. Su viaje se inició en septiembre de 1985 en Dakar, Senegal, acompañando a su marido diplomático. Quedó impactada por los amplísimos vestidos y altos turbantes de las mujeres senegalesas. Escribe: “Entrar en este escenario fue parte de mi iniciación. El mundo de los colores y del adorno, como consciente espectáculo visual, constituye un rasgo profundo del alma africana.” En este libro incorpora también sus investigaciones sobre los textiles de Egipto, Sudán, Mali y del Sahara occidental. Una obra de gran belleza.
También abordó la antigüedad americana. En los pueblos prehispánicos el tejido fue un arte mayor, y lo siguió siendo en la colonia y en la primera etapa republicana, para decaer con el avance de la industrialización. Al igual que en otras culturas del pasado remoto, los tejidos tenían un significado especial. Considerados sagrados, o como marcas de prestigio social y de autoridad, las mejores prendas eran destinadas a individuos con roles destacados dentro de la comunidad, en la vida y también en la muerte, como por ejemplo en las culturas Paracas y Nazca en el Perú. En Gasas prehispánicas, libro que escribió en colaboración con la reconocida especialista, Isabel Iriarte, Ruth reprodujo algunas de estas investigaciones. En 1995 había publicado Herencia textil andina, que fue traducido al inglés y vuelto a publicar en 2010.
Incansable
A partir de allí, Ruth trazó un camino que la llevó a los textiles etnográficos de América. La elección no fue casual. Ella es hija de una antigua familia catamarqueña, que conoció la tradición textil de las mujeres del terruño, las labores del teñido y el hilado, las propiedades de las diferentes fibras vegetales y animales que las tejedoras transforman en mantas y ponchos, las técnicas del telar, la colección de diseños y motivos indígenas y criollos.
“El panorama cultural de Catamarca –escribió– confirma que su geografía se sitúa como zona de tránsito entre las forestas con sus innumerables fibras y la calidez de las lanas andinas”. Recordó que en esa provincia “se hilaba el algodón, el copo del fruto del palo borracho, la seda silvestre, la seda del gusano de morera y la lana de los prestigiosos camélidos”, y cómo fue desapareciendo el telar criollo del algodón con la declinación de la vida rural, mientras que se mantuvo con cierta dificultad el arte textil de las lanas de los camélidos debido a su finura y exotismo (vicuña, llama, alpaca y guanaco).
Entre los hallazgos más renombrados de Ruth está el rescate y publicación de dos manuscritos que recogen la tradición textil de su provincia y que durante décadas sirvieron de guía a tejedoras anónimas que mantenían viva la tradición: el cuadernillo de José Alsina Alcobert, “La cartilla de la tejedora provinciana”, de 1941, y el de María Leiva Valdez de Saravia, instructora de aquel, elaborado en 1935. Ambos textos tenían el propósito de difundir la tejeduría doméstica en la provincia de Catamarca, sus diseños, técnicas, tintes y materiales.
Ruth plasmó este doble hallazgo en una publicación memorable, El arte del algodón en Catamarca 1910-1961, que utilizó para promover el arte textil del noroeste, transmitir los antiguos valores y significados, actualizar los saberes ancestrales y fomentar el desarrollo de oficios que permitieran un sustento digno de la mujer y su reconocimiento en la sociedad. En Ponchos de América, de los Andes a las pampas, Ruth desarrolló todo su conocimiento de tantos años de investigación y experiencias. Es su último gran libro, el más bello y, probablemente, el mejor, porque propone una revisión de lo publicado y actualiza el debate y los hallazgos sobre el derrotero de este textil americano por excelencia. Su punto de partida son los materiales, las técnicas de los telares y las tejedoras, para luego desplegar una completa historia social y cultural del poncho en los pueblos prehispánicos, en las etapas colonial y republicana y en el mundo criollo.
Cuando en noviembre de 2017 Ruth fue declarada personalidad destacada de la cultura por la Ciudad de Buenos Aires, en el acto que se realizó en el Museo José Hernández manifestó: “El caso del poncho, entre nosotros, es una prenda que no conoció barreras. Fue prehispánico y luego criollo. Fue y es mestizo. Nos retrotrae a milenios de vida americana, acercándonos en el tiempo a la época en que los incas gobernaban. La importancia y el poder simbólico de esos tejidos eran tales que, al ver el avance de los conquistadores, ordenaban a sus lugartenientes quemar las colcas, los depósitos de comida y tejidos. Sin embargo, los mismos conquistadores adoptaron después la prenda por su versatilidad y elegancia. Uso este caso para ejemplificar un hecho a veces incómodo, que la tradición no es un conjunto de saberes y valores fijos. En este mundo tan plural, donde las culturas se acercan más, es cierto que existen riesgos de inmovilizarnos creyendo que lo propio no debe evolucionar”.
En marzo de 2019 Ruth enviudó de Mario Corcuera Ibáñez. Diplomático y prolífico escritor (El Mediterráneo y nosotros es uno de sus libros imperdibles), también había sido director del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.
El matrimonio Corcuera-Quiroga hizo de su hogar un ámbito de encuentro de la cultura, las artes, las ciencias y la literatura; un paseo ineludible para disfrutar e intercambiar ideas, experiencias y novedades bibliográficas. Tejedoras del norte argentino, de la pampa y la Patagonia, directores y curadores de museos, investigadores, antropólogos, poetas y escritores, docentes universitarios y simples paisanos poblaban su departamento del barrio de Palermo, en el que sigue viviendo Ruth. La biblioteca familiar conserva libros curiosos e inhallables, cosechados durante las prolongadas permanencias de la pareja en Roma, París, Senegal, Perú y otros destinos diplomáticos de Mario. Es importante esta referencia porque los viajes de Ruth acompañando a su marido como representante del Estado argentino influyeron en su formación y motivaron muchas de sus investigaciones y publicaciones sobre los textiles. Haber tenido acceso a tejidos creados por culturas tan diferentes le permitió avanzar tempranamente en el análisis comparativo y comprender y vincular procesos culturales distantes y aparentemente inconexos. En su derrotero por el mundo, Ruth también recogió preciosos textiles prehispánicos y etnográficos que investigó y publicó, y que luego donó a los museos Nacional de Bellas Artes y Etnográfico Juan B. Ambrosetti, acrecentando significativamente el acervo de nuestro país.
La diversidad de interlocutores y experiencias que marcó al matrimonio Corcuera-Quiroga a lo largo de su extensa vida parece haberse extendido a los tres hijos de la pareja: María Silvia es una reconocida artista plástica, Javier se destaca como biólogo y ambientalista y Santiago, abogado, coronó su prolífica carrera judicial como juez de la Cámara Nacional Electoral.
Ruth Corcuera es una mujer argentina excepcional. Su curiosidad la llevó por mundos olvidados que se descubrieron relevantes varias décadas más tarde. Fue una pionera. Su libertad intelectual la impulsó a no quedar atrapada en las discusiones ideológicas o en los temas del momento impuestos por la academia. Sus publicaciones son valiosas no solo por los hallazgos y aportes sino porque son un faro que guía los trabajos de numerosos investigadores que se dedican al arte textil. Del mismo modo, su testimonio permitió visibilizar a numerosas comunidades de tejedoras anónimas de su provincia y de otras regiones, a las que apoyó en su esfuerzo de sostener y ampliar la producción artesanal de los tejidos.
Formación y publicaciones
Profesora de Historia por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Lima, Perú. Fue miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, Argentina (en la actualidad es miembro honorario); miembro de la Comisión de Cultura de la Feria del Libro de Buenos Aires; miembro de honor de la Fundación Miguel Lillo y de la Asociación de Escritoras Católicas (Asesca). Se desempeñó como directora de Antropología Cultural del Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural de Buenos Aires (Ciafic).
Es autora de los siguientes libros: Gasas prehispánicas (1987), Azul Sagrado. Cuadernos del Sahara (1991), Herencia textil andina (1995, 2010), Arte textil andino: memoria e integración (1999), Ponchos de las tierras del Plata (2000), El arte del algodón en Catamarca 1910-1961 (2004), Mujeres de seda y tierra (2006), De arraigos y desarraigos (2008), Entre lo efímero y lo perenne (2009) y Ponchos de América. De los Andes a las pampas (2017).