Ricos y pobres
Circula en Facebook la siguiente historia. Un señor cargaba en su auto compras del supermercado cuando se le acercó un joven y le dijo: "¿Sabe a cuántas personas se les podría dar de comer con el dinero que usó para comprar este auto?".
El señor le respondió: "No estoy seguro, pero me imagino que ese dinero alimentó a muchos en Alemania, donde lo construyeron. Y en Japón, donde se hicieron los neumáticos. Y en Corea, a los que hicieron los componentes internos. Y en Chile, a los que extrajeron el cobre para los cables. Y a los que hicieron los camiones que transportan el cobre, a los que criaron las vacas de las que salió el cuero de los asientos, a los que llevaron el auto desde el puerto al concesionario, a publicistas, vendedores... Y con los impuestos que pago por el auto, a muchos más".
El relato concluye con que esa es "la gran diferencia entre capitalismo y socialismo". Perfecto. Aun así, cabría agregar que el capitalismo bien entendido no reniega de una norma básica de la convivencia social: el deber de los que tienen más de ayudar a los que tienen menos. La responsabilidad de los ricos frente a situaciones de fuerte desigualdad fue sostenida, por ejemplo, por un prototipo del capitalismo: David Rockefeller.