Respuestas para adaptarse a un paladar amplio y receptivo
Años noventa del siglo pasado: la oferta gastronómica de Buenos Aires cambia. Nacen los polos gastronómicos, innovadora alternativa a los tradicionales restaurantes porteños, a las parrillas y a las pizzerías.
Fueron la clave que permitió la entrada de nuevas tipologías de comidas que, hasta aquel entonces, tenían representación mínima o nula.
Empezaron el sushi, la comida de autor y la comida mediterránea. Abrieron restaurantes de cocina italiana y francesa moderna, y un poquito más tarde llegaron el barrio chino, los restaurantes peruanos, los tenedores libres de calidad y los restaurantes étnicos y de fusión.
Los espacios mediáticos destinados a los contenidos gastronómicos aumentaron, hasta llegar a la situación actual, donde no existe diario, revista, programa de radio o televisión que no tenga una columna dedicada a los acontecimientos gastronómicos capitalinos.
Aumentó la información disponible. Hoy el publico porteño cuenta con bares top que ofrecen coctelería top.
Ni hablar de las panaderías-pastelerías gourmet que incluyen cafetería y/o restaurante, de las cafeterías al estilo neoyorquino, de los restaurantes orgánicos-vegetarianos y de los restó a puertas cerradas.
Grandes eventos gastronómicos son parte de la agenda cultural-lúdica de la ciudad.
Gracias a esta progresiva ampliación de los horizontes gastronómicos los porteños, hoy en día pueden contar con una oferta que amansa a cualquier tipo de antojo.
Sigue vigente la adoración por la sagrada trimurti culinaria (pasta, pizza y parrilla), pero existe un segmento de foodies que quiere ir por más.
Elsushi, tristemente adaptado al estilo argentino, atrae a miles de adeptos. Los restaurantes italianos de nueva generación -con auténticos cocineros italianos incluidos- se proponen como alternativa a los tradicionales sabores ítalo-porteños. Lo mismo pasa con sus primos franceses.
La cocina peruana arrasa. Desde su versión popular hasta casos que proponen sofisticadas fusiones con elementos culinarios asiático-japoneses. Y por ultimo: los restaurantes de la Nueva Cocina Argentina (NCA).
Para algunos escépticos la misma no existe, pero en realidad la NCA pisa fuerte gracias a una camada de cocineros que van de los treinta a los cuarenta años y que se sacudieron el polvo viejo de las espaldas y lograron hacer una razonable síntesis entre la tradición, los sabores que más intrigan a los argentinos y la cocina contemporánea.
Todo esto, en suma, representa el nuevo paladar porteño. Seguramente más amplio y receptivo que en el pasado. Una síntesis entre los valores de la tradición y lo nuevo que avanza inexorable en una metrópoli del tamaño y de las características de Buenos Aires: atenta a su historia, pero siempre abierta y bien dispuesta hacía lo nuevo y a lo que viene de otras culturas.
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