Paradoja de los recursos naturales
El reciente viaje de altos funcionarios a Houston, en busca de inversiones para la producción de hidrocarburos, abre la discusión sobre el potencial de este sector en el desarrollo económico argentino. Según estimaciones del Ministerio de Hacienda, el sector hidrocarburos (incluido el proyecto de Vaca Muerta) podría generar unos 500.000 puestos de trabajo (entre directos e indirectos), e inversiones que aumentan de unos 5000 millones de dólares por año en 2018, a 20.000 millones por año en 2025. Como toda inversión, la que se necesita realizar en Vaca Muerta está sujeta a riesgos. Una cosa es la rentabilidad esperada si el precio del petróleo ronda los US$100 el barril, y otra muy distinta es si este cae por debajo de US$40, en cuyo caso los costos de extracción pueden superar el ingreso a obtener. El subsidio ofrecido por parte del Gobierno a Tecpetrol por la producción obtenida en Vaca Muerta -si bien con fecha límite- indica la magnitud de los riesgos percibidos por el sector empresario.
Resulta claro que el país debe aprovechar los recursos con los cuales cuenta, entre ellos, los depósitos de Vaca Muerta. Pero cabe preguntarse si el acceso a recursos de este tipo resulta condición suficiente para que el país emprenda una senda de desarrollo.
La Argentina cuenta con abundantes recursos naturales. Entre ellos, extraordinarias condiciones para la producción agrícola. Esta dotación de recursos, sin embargo, no ha impedido que en nuestro país no menos del 30 por ciento de la población viva en condiciones de pobreza. A la pobreza material se suman inseguridad, limitaciones en el acceso a la salud y la educación de calidad, y falta de perspectivas de progreso personal. En contraste, países como Japón, Holanda y Corea del Sur carecen casi totalmente de recursos naturales, pero ostentan altos niveles de ingreso per cápita y notables condiciones de vida para la población.
¿Existe una "maldición de los recursos naturales", en el sentido de una relación inversa entre abundancia de estos de un país y desarrollo económico logrado? Al menos cuatro razones apuntalan esta idea. Primero, la abundancia de recursos reduce los incentivos para el desarrollo de capital humano asociado a tecnologías complejas. Segundo, excedentes exportables provenientes de recursos naturales generan apreciación cambiaria ("dólar barato"), lo cual limita el desarrollo de un sector exportador diversificado. Pero, además, la abundancia de recursos naturales puede inducir a la población, a los políticos y al Gobierno a una actitud complaciente y refractaria al esfuerzo.
Sobre los puntos anteriores, el caso argentino es ilustrativo. Entre 2003 y 2016 el empleo público total aumentó en 1,5 millones de personas (de 2,2 a 3,7 millones). En forma conservadora, este incremento resulta en un aumento de gasto público (salarios, oficinas, vehículos) del orden de US$30.000 millones (unos US$20.000 por trabajador empleado). ¿Cuál es el stock de "recursos naturales" necesario para solventar este costo? A modo de ejemplo, el valor de la producción de los principales cultivos de grano osciló (promedio 2012-2016) entre los US$30.000-36.000 millones. Para este mismo quinquenio, el costo asociado a esta producción ronda entre los US$13.000-17.000 millones, lo cual deja como saldo una "renta neta" (ingresos menos costos) de US$17.000-20.000 millones.
Las estimaciones anteriores tienen una implicancia clara: el incremento de empleo público observado (en general no asociado a mayores prestaciones) no puede ser financiado con el extraordinario stock de recursos naturales (tierra agrícola) con el que el país cuenta. Para que esto sea posible necesitaríamos otros 15 millones de hectáreas de alta calidad, sobre los 30 millones que ya tenemos. En conclusión, los "recursos naturales" no son salvación, sino que se disipan en gasto mayormente improductivo.
Volviendo a Vaca Muerta: el desarrollo económico y humano de nuestro país requiere la implementación de reformas que incentiven la acumulación de capital humano, permitan la especialización y el intercambio y, como resultado, potencien la productividad laboral. Vaca Muerta puede ser una buena noticia o, por el contrario, un factor que postergará los cambios que realmente se necesitan. Mejor ser Holanda que muchos países petroleros. Entre ellos, Venezuela.
Profesor, universidad del CEMA