Néstor y El
Ferretti no se rinde: continúa en su retiro extramuros y jura que no regresará a la ciudad hasta que Macri personalmente espante las palomas que, según dice, zurean alegremente por el living de su casa. Eso sí, me llama por teléfono dos o tres veces por día para intentar complicarme en sus meditaciones.
- ¿Mito? ¡Por favor! Mitos eran los de antes –explotó tras la jura de Cristina.
- ¿Antes de qué?
- Los griegos, por ejemplo. ¡Los griegos! ¿Me escucha bien?
- Perfectamente, Ferretti. No me grite. ¿Qué pasa con los griegos?
- Llegaban a un lugar, encontraban unas piedras enormes amontonadas, no conseguían entender qué fuerza humana podía haberlas apilado y, sin vacilar demasiado, inventaban unos monstruos gigantescos capaces de tremenda hazaña. Y, chau pichu, nacía el mito de los cíclopes.
- Un relato falso para explicar lo inexplicable…
- Que se transmitía oralmente. El pueblo griego, que adoraba estos juegos más que las Olimpíadas, se encargaba más tarde de quitarles un ojo y ponerles en el medio de la frente el que les quedaba. Y no faltaba algún poeta ciego que hasta bautizaba a alguno y lo hacía famoso.
- Polifemo
- Bingo
- ¿Quién paga esta llamada, Ferretti? Porque hace cinco minutos que está hablando y todavía no sé adónde quiere llegar.
- Quiero que me expliquen por qué quieren convertir a Néstor Kirchner en un mito. Demasiado hablaron ya de su ojo desviado como para que, encima, quieran arrancárselo.
- ¿Cuáles serían en este caso los hechos inexplicables generadores del mito?
- Eso es lo que yo me pregunto.
- Tal vez, digo nomás, que un flaco encorvado por los vientos patagónicos, de mirada extraviada, casi desconocido, con apenas el 22 por ciento de los votos, con la mitad de la gran prensa en contra aun antes de empezar y la otra mitad dispuesta a saltarle al cuello apenas contrariara sus deseos, haya resucitado la política e iniciado una transformación más grande que las rocas de Polifemo.
- Pare un poco que lo van a acusar de obsecuente. Y déjeme terminar el razonamiento. En aquella época de la que yo le hablaba, los quehaceres mitológicos eran atribuidos a los dioses, cuando no a los extraños engendros que esos dioses alumbraban cuando bajaban del Olimpo para satisfacer sus sexopatías con los humildes mortales. Después vino Nietzche y acabó de un plumazo con todos los dioses
- No me diga nada: y ahí nacieron el Gauchito Gil, la Difunta Correa y la Virgen de Guadalupe.
- Más o menos. Pero lo acepto como una simplificación telefónica. Ahora, piense: ¿cuál es le negocio de meter a Kirchner en la misma bolsa que a Polifemo? ¿Qué necesidad de confundirlo con un semi dios?
- Visto de esa forma es como arrebatárselo a la historia, es negar la veracidad del relato para ingresarlo a los empujones en el panteón de la mitología. No existió: el acontecer argentino se detuvo, entró en un largo paréntesis para dar cabida al inmortal.
- Lo peor, mi amigo, es que esta operación no surge de las apaleadas filas de la oposición: es la propia tropa la que anda repartiendo estampitas.
- ¿Falta de resignación? ¿Falsa empatía? ¿Inseguridad?
- Deje eso para los psicólogos. Lo que deberían rescatar es la dimensión humana de Kirchner, que es necesariamente histórica. Si algo no se puede negar es que metió las manos hasta los codos en, como diría Feinmann, el barro de la Historia. Para bien y para mal. Tal vez será millones, pero volver no va a volver, ni nos mira desde ninguna estrella.
- Cristina juró por Dios, por la Patria y por El.
- Cristina, y créame que la comprendo, lucha por evitar la segunda muerte de Kirchner. Pelea, en su dolor, por el reconocimiento de su marido muerto y convalida la idea de que sólo el mito es superador de la Historia.
- ¿Usted le recomendaría comenzar a nombrarlo?
- Yo no soy quién para recomendarle nada. Sólo digo que no quiero recordarlo como a Santo Expedito y sí como a Néstor Kirchner, un hombre cargado de virtudes y defectos, de enorme coraje político y con un sueño transformador que trató de llevar adelante lo mejor que pudo.
No le reservo el Olimpo de los dioses, sino el Panteón de la Patria, junto a Belgrano, San Martín, Sarmiento y todos los que irá agregando Pacho O• Donnell.
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