Menos faltas y controles, y más caos de tránsito
La notable caída en la cantidad de infracciones de tránsito labradas en la ciudad de Buenos Aires, en los últimos años, pone en evidencia las fallas de una política adecuada de control y sanciones en el tránsito y falencias en el accionar de los agentes que están apostados en las calles y avenidas.
Esta baja en la confección de multas viales no es, como desearíamos, fruto de un mejor y más seguro comportamiento de los conductores, algo que puede ser apreciado por cualquiera que se detenga a observar el tránsito en alguna esquina de la Capital.
En la actualidad, los agentes de la Policía Federal, inexplicablemente –ya que tiene autoridad y competencia para ello–, no labran infracciones ni intervienen para mitigar el caos del tránsito porteño.
La Ciudad quiso suplir esta falencia con la creación del Cuerpo de Control de Tránsito de la ciudad, hoy de dudosa efectividad. Hay una razón: suelen ser vistos de a dos o tres, charlando entre ellos o bien charlando, o bien hablando o jugando con el teléfono celular.
Lamentablemente, los resultados de estas acciones están a la vista: según cifras difundidas, el total de los casi 1000 agentes que tiene la Ciudad en la calle no llegan a hacer un promedio de dos actas por día cada uno de ellos.
Resulta que el tránsito ordenado que a muchos asombra en los países más desarrollados, no sólo es consecuencia de la concientización y educación vial de los ciudadanos, sino principalmente de un aceitado sistema de controles y sanciones eficaces, del cual es muy difícil escapar impune.
La ciudad necesita, cada vez más, ante el creciente caos del tránsito y persistencia de altos índices de siniestralidad vial, un cuerpo de controladores responsables, debidamente entrenados y respaldados, además de estar dotados de modernos elementos técnicos.
También se requiere de un aumento generalizado y significativo de los controles viales por medios electrónicos, los que deberán ser complementados por un indispensable aumento en la eficacia para hacer cumplir las sanciones que se aplicarán.
Es que, digámoslo con absoluta claridad, sin que el Gobierno aumente los controles eficaces y las sanciones efectivas, no habrá seguridad vial ni tránsito fluido y ordenado.