Las obras completas de Carlos Ulanovsky
"Las fotografías son quizá el más misterioso de los objetos." La frase es de Susan Sontag y es la cita que cierra Las fotos, el flamante libro de Inés Ulanovsky, que acabo de leer, fascinado, de un tirón. Cuando digo el libro, en verdad, no me refiero al objeto, sino a su versión digital. El libro ya está listo para entrar a imprenta, y Paisanita Editora lanzó una preventa con varios beneficios. En principio, los ejemplares que se adquieran por esta modalidad tendrán un 20% de descuento. Y también otro descuento similar en cualquier título de la editorial durante 2020. Pero más allá de colaborar y ser parte de la producción de un libro en este contexto distópico, nadie debería dejar pasar la experiencia de leerlo, porque es maravilloso.
Inés Ulanovsky es la hija de Carlos y la hermana de Julieta. Tres de mis personas favoritas en el cosmos, a quienes quiero y admiro en idénticas proporciones. Carlos, ustedes sabrán, es un maestro del periodismo. Lo descubrí en mi temprana adolescencia, cuando quedé fascinado con Los argentinos por la boca mueren: cómo usamos y abusamos de la lengua, un libro que se transformó en best seller y que salió por La Mandíbula Mecánica, una colección que también publicó llamados de Tarufetti y libretos de Niní Marshall, entre otras genialidades.
Luego, parte indispensable de mi educación sentimental y formación periodística, llegaron Días de radio, Paren las rotativas y, ya en este milenio, Estamos en el aire: obras en colaboración que testimonian la historia de la radiofonía, los diarios, las revistas y la TV argentinas de un modo entrañable, que excede su valor enciclopédico. Carlos fue y es uno de los maestros de varias generaciones de periodistas, entre ellos los colegas que me enseñaron y me transmitieron el amor por el oficio (además de mi padre desde ya), que son los que integraban la redacción de la revista La Maga.
Si tuviera que destacar algo de Ula, además de la pasión conjunta por la Academia, es la calidez. Esa que transmite sábado a sábado en Reunión cumbre (a las 13, en AM 750). Su trayectoria, se sabe, es notable. Pero su obra excede largamente al periodismo, y probablemente lo mejor que haya hecho en su vida son sus hijas.
A Julieta la conocí a la hora del crepúsculo en el invierno de 2004, cuando fui a hacer una entrevista con Rosal, la banda en la que tocaba el bajo y componía junto a María Ezquiaga, Ezequiel Kronenberg y Martín Caamaño. Esa noche terminamos yendo todos a cenar a un bodegón, pero recuerdo que antes, en su casa, me fascinó descubrir que teníamos varios objetos en común. Lo más curioso: un bizarrísimo vino de cartón de Diego Maradona, que habíamos puesto de adorno exactamente en el mismo sitio, arriba de la heladera. Uno de sus primeros trabajos, como diseñadora gráfica, fue hacer la tapa de Spinetta: Crónica e iluminaciones (1988), de Eduardo Berti. Es un libro fundamental en mi vida, y siento una especie de conexión metafísica entre esa portada, el vino de cartón del Diego y nuestra amistad. En 1989, junto a Valeria Dulitzky, crearon el estudio de diseño ZkySky. Hicieron tapas de discos increíbles (León Gieco, Kevin Johansen, Ramón Ayala), libros vinculados a la identidad porteña y unas libretitas geniales que son un objeto de culto y la debilidad del colega Javier Sinay. Julieta, que se crió en el exilio, forma parte de la generación argenmex. De vez en cuando, con La Musical Mexicana, canta corridos y rancheras sin abandonar su elegancia característica.
No pretendo ser objetivo: sabía que me iba a encantar Las fotos. El libro anterior de Inés, Algunas madres también se mueren (2010) es una relato amoroso dedicado a su madre, Marta Merkin, que había fallecido en 2005. En mi biblioteca está justo al lado de Vas a extrañarlo porque es justo, que Daniel Riera escribió como despedida y homenaje a su padre. Son dos textos tristísimos, pero igualmente preciosos, necesarios, conmovedores. Inés, originalmente fotógrafa, había publicado, en 2006, Fotos tuyas, un ensayo fotográfico a beneficio del Equipo Argentino de Antropología Forense, a partir de fotos de los desaparecidos y sus familiares.
Un hilván para nada invisible une ambos trabajos. "Las fotos puede leerse como un libro de cuentos de misterio donde el enigma que se revela es siempre una foto (entonces revelar conserva todas sus acepciones)", escribió María Moreno. Una acertadísima definición para una artista inquieta (el año pasado estrenó la brillante Sofía, mi mamá y yo en Microteatro), casada con el talentosísimo cineasta y fotógrafo Diego Levy. Juntos, tienen sus mejores obras en Bruno, que la rompió en la serie web Periodismo total, y en Carmela, que canta canciones de Charly acompañada por su guitarra.