La voluntad vertical
El más leal, el más ambicioso. Una nueva forma de verticalismo ha quedado inaugurada
Quiero ser el próximo presidente.
Quiero que Cristina sea reelecta.
- Explíqueme, Ferretti, ¿qué quiso decir en realidad Daniel Scioli?
Apenas repuesto de una depresión, que él atribuye al consumo compulsivo de programas políticos por televisión, y que yo más bien tiendo a vincular con el tozudo avance del tiempo, Ferretti apoya ambas manos sobre la mesa y responde:
- Las dos cosas, mi amigo, las dos cosas. Y es en esa ambigüedad donde reside la lucidez de su contraataque. Mientras los cristinistas más devotos aguardan instrucciones para lanzar la reforma constitucional como única salvación posible, el gobernador mudo habla: Señora, si decide ir por un tercer período, cuenta aquí con un fiel escudero que luchará a su lado hasta alcanzar la meta.
- Casi un acto de fe kirchnerista.
- Pero agrega a continuación: eso sí, Señora, sepa que si resuelve bajarse de tamaña epopeya, tengo la condición y la voluntad para sucederla en el poder.
- El más leal, el más ambicioso. Una nueva forma de verticalismo ha quedado inaugurada y abre las aguas del peronismo. A todos se acerca y simultáneamente de todos se aleja.
- Los ultra K sienten que les han arrebatado una bandera. Y trinan: extemporáneo, apresurado, que se dedique a gobernar en lugar de pensar en urnas tan lejanas. Obsceno, estrena de su inacabable diccionario de adjetivos el senador Fernández.
- Desorientados, Ferretti, centran la mira en la ambición confesa y desoyen el repique de la campana de la lealtad.
- Del otro lado, acalla sus tambores el gorilaje que imaginaba a Scioli como la gran esperanza blanca. Y también ellos ponen el grito en el cielo: timorato, indeciso, que se anime de una vez por todas a enfrentar al Gobierno y allí estaremos para respaldarlo.
- Claro, y que me perdone Nietzsche, que con voluntad y ambición no alcanza.
- ¿No alcanza para qué? ¿Quién podría haber afirmado una semana atrás que Scioli no estaba dispuesto a sacar los pies del plato? En mi humilde manera de ver las cosas, cambió el recorrido de la pista en medio de la carrera y consiguió bajar dos cambios.
- Lo que quiera, Ferretti, pero no sea que al bajarse descubra que se le pegaron al radiador una multitud de bichos impresentables. O que, al reanudar la marcha, no le abran un agujero en el parabrisas los que van a continuar tirándole cascotazos.
- Créame, mi amigo, no ha llegado la época de las lluvias. A estas tormentas sucederá la calma. La oposición continúa hibernando y los peronistas han aprendido a pelearse más civilizadamente. Cristina seguirá sometiéndolos a esta doble prueba de alineamiento y eficiencia y los melones terminarán por acomodarse.
- ¿Entonces, Ferretti?
- Desensillar hasta que aclare.