Historia de una heroína singular
El 23 de noviembre de 1911 se produjo el primer sufragio femenino de nuestro país y de América latina. Ahora, cuando se cumple un siglo de ese acontecimiento, parece oportuno homenajear a la mujer que lo logró y recordar las circunstancias del caso.
La heroína fue Julieta Lanteri, una inmigrante italiana llegada a nuestro país en 1879, junto con su familia. Originariamente se radicó en La Plata. Era una mujer inteligente y decidida. Fue la primera de su género en ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires, para lo cual necesitó de un permiso especial del decano, Leopoldo Montes de Oca. Se graduó en 1907 y aprobó su tesis doctoral con 8.
Ese mismo año el Congreso Nacional sancionó la ley 5098, orgánica de la Municipalidad de Buenos Aires, como consecuencia de la cual se realizó una convocatoria de reempadronamiento de electores para renovar el Concejo Deliberante.
Las condiciones para el reempadronamiento estaban fijadas en el artículo 7° de la ley y nada decían acerca del sexo de los electores, porque se daba por sentado que sólo los varones podían votar. Lo cierto es que Julieta reunía los requisitos: era ciudadana, mayor de edad, sabía leer y escribir, había pagado impuestos comunales, ejercía una profesión liberal y tenía domicilio en la ciudad con antigüedad mayor a un año. Por ello fue que el empleado municipal que la atendió no pudo negarle la inscripción en el padrón y quedó habilitada para votar.
Las elecciones en las que Julieta estrenó su condición de electora y emitió ese primer sufragio femenino de la historia argentina se celebraron, como ya se dijo, el 23 de noviembre de 1911 y ella votó en la iglesia San Juan Evangelista, del barrio de La Boca. El presidente de mesa encargado de recibirle el voto fue Adolfo Saldías, quien se congratuló de ser el primero en recibir el voto de una mujer.
No pasó mucho tiempo antes de que se sancionara una norma que prohibía expresamente el voto femenino, lo que impidió que Julieta volviera a votar; aunque no dejó de intentarlo. Como el empadronamiento se basaba en los registros militares de enrolamiento, un grupo de mujeres encabezado por Julieta intentó enrolarse, lo que, por supuesto, les fue denegado a todas. También lo intentaron mediante acciones judiciales, pero volvieron a fracasar.
Pero nuestra heroína encontró otro resquicio legal y fue candidata en 1920, 1924 y 1926 del Partido Feminista Nacional, que ella misma había fundado, porque la ley prohibía a las mujeres votar pero no ser candidatas. De todas maneras, nunca logró obtener una banca.
Luego de este episodio singular protagonizado por Julieta Lanteri, las mujeres volvieron a votar en 1928 en San Juan; porque dos años antes, por iniciativa del gobernador Aldo Cantoni, se había reformado la Constitución provincial, incorporando el voto de las mujeres. Y ellas lo emitieron por primera vez el 8 de abril de 1928 en una elección provincial.
Finalmente, en septiembre de 1947 el Congreso Nacional sancionó la ley 13.010, por la cual se concedió a las mujeres los mismos y exactos derechos políticos que a los hombres. A partir de ese hito, las damas se incorporaron en plenitud a la vida política nacional, como lo prueban acabadamente las elecciones generales del mes pasado.
© La Nacion
Diputado nacional electo (PRO, Ciudad Autónoma de Buenos Aires).