El violín que despertó de su sueño
Las historias de tesoros ocultos han excitado la imaginación de aventureros e investigadores desde tiempos muy remotos. Mucho se ha escrito al respecto, y se han narrado hallazgos reales o ficticios en forma de relato histórico o de novela. Hay fantásticos relatos de hechos tales como el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, faraón del antiguo Egipto, por H. Carter y Lord Carnavon, en 1922, o el hallazgo, en 1985, del galeón español Nuestra Señora de Atocha, hundido en 1622 frente a las costas de Florida con un cargamento de lingotes de oro y plata valuado en unos 400 millones de dólares.
En el mundo del violín también existen este tipo de historias, y una de ellas acaba de ocurrir en la ciudad de Buenos Aires. Tiene como protagonista a una joya, un verdadero tesoro que salió a la luz luego de permanecer oculto durante más de ocho décadas. Sin embargo, 80 años tal vez no sea demasiado tiempo para una pieza cuya historia atraviesa cuatro siglos.
Desde que nació el primer violín en la ciudad italiana de Cremona hacia mediados del siglo XVI por obra de Andrea Amati, la fama de esa ciudad y de las familias de luthiers, como los Guarneri, los Ruggieri, los Stradivari y los Bergonzi, además de los descendientes de Amati, se extendió por el mundo. Todos ellos colocaban en el interior de la caja del instrumento una etiqueta en la que figuraba su nombre latinizado (por ejemplo, Stradivarius en el caso de Stradivari), la ciudad y el año de manufactura. Los instrumentos de todos estos artesanos son buscados con avidez por músicos y coleccionistas en todo el mundo y se ofrecen verdaderas fortunas por esas piezas originales.
Si bien el luthier más célebre del planeta es posiblemente Antonio Stradivari (c.1644-1737), en el mundo de los violinistas y conocedores el nombre de Giuseppe Guarneri, del Gesù (1698-1744) no es menos famoso. Muchas veces, incluso, se pagan cifras más altas por un Guarnerius -en general de sonido más baritonal y cavernoso- que por un Stradivarius. Es realmente notable el hecho de que ambos artesanos viviesen en casas separadas por unos pocos metros, también cerca de las de la familia Amati y otros maestros luthiers .
Como los luthiers de la familia Guarneri eran varios, al más famoso se lo conoce con el apodo del Gesù (de Jesús) a causa de las iniciales IHS y la cruz en sus etiquetas. Su nombre está ligado al legendario Niccoló Paganini (1782-1840), quien utilizaba -porque lo prefería a sus Stradivarius- un Guarnerius del Gesù de 1742. A causa de su poderoso sonido, lo llamaba Il Cannone , "El Cañón", y es hoy uno de los tesoros que exhibe con orgullo la ciudad de Génova.
Hace algunos años, mientras leía el libro sobre los Guarneri publicado en 1931 por la familia de expertos Hill de Londres, advertí que en la lista de violines de Guarneri del Gesù se mencionaba uno de 1732 como "Ex Armingaud/Blanco".
Yo sabía que el coleccionista Isaac Fernández Blanco había poseído a principios del siglo XX ese Guarneri, porque figura en un escrito de su autoría. La pregunta que me formulaba entonces era: "¿Dónde estará hoy ese violín?". El resto de los instrumentos de la colección Fernández Blanco se mantenía en exhibición en vitrinas del foyer del magnífico Teatro Colón de Buenos Aires desde la década de 1950, como préstamo del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (MIFB). Había allí varios instrumentos y arcos de autores célebres. Pero, claro, no estaba el Guarneri 1732.
En 2006 tuve la respuesta. Ese año, las autoridades del MIFB recuperaron la colección exhibida en préstamo en el Teatro Colón durante décadas e iniciaron acciones para un tratamiento museológico eficaz a fin de proteger, investigar y difundir este importante acervo artístico. Aceptando una invitación, acompañé al experto de Christie's Kerry Keane en su visita destinada a evaluar la colección de instrumentos musicales del MIFB. Ambos quedamos azorados cuando vimos cierto violín, un auténtico Guarnerius del Gesù , que había estado apartado del resto de los instrumentos y había sido guardado celosamente, fuera de la vista del público, en una cámara del museo. Allí estaba, entonces: uno de esos "tesoros ocultos"... ¡en pleno corazón de Buenos Aires!
Luego del "redescubrimiento" oficial, el licenciado Jorge Cometti, director del MIFB, me pidió opinión acerca de cómo devolver a esta joya su antiguo esplendor. Quiso la suerte que un tiempo después viniese a Buenos Aires mi amigo el eminente luthier y restaurador argentino Horacio Piñeiro, radicado en Nueva York desde la década de 1970, de gran prestigio internacional. Tras su enorme sorpresa al conocer el violín, se ofreció a trabajar en su limpieza y puesta a punto absolutamente ad honórem, como homenaje a su querida ciudad de Buenos Aires.
Durante el proceso, seguí muy de cerca cada detalle, con la emoción de contemplar un objeto construido hace siglos por un genio de la luthería y luego visto y escuchado en lujosos salones y teatros de París durante el siglo XIX. Me era imposible contemplar el violín sin dejar de imaginar que quizá Victor Hugo, Balzac, Flaubert, Baudelaire, Maupassant, Manet, Degas, Renoir, Monet, Rodin, Berlioz, Saint-Saëns, Bizet y muchas otras luminarias de la Francia decimonónica habían tenido la oportunidad de ver y escuchar este maravilloso instrumento en manos del violinista belga François Jean Baptiste Seghers (1801-1881) o del gran violinista, escritor y compositor francés Jules Armingaud (1823-1900). Quien de seguro escuchó numerosas veces el violín fue el gran compositor francés Edouard Lalo, que tocaba la viola en el célebre Cuarteto Armingaud.
A quien escucha este violín hoy le costaría creer que permaneció más de ochenta años durmiendo en un antiguo estuche. Es de una nobleza tal que conserva intacta su voz vibrante, poderosa, varonil y brillante. Además, su estado de preservación es óptimo.
La identidad de los poseedores del Guarnerius durante sus primeros años sigue siendo un misterio. El primer propietario conocido fue Seghers. En 1870, vendió su Guarnerius a Armingaud, quien fundó el cuarteto de cuerdas que llevó su nombre y fue muy famoso en su tiempo. En abril de 1900, tras la muerte de Armingaud, Isaac Fernández Blanco lo adquirió en París, lo trajo al país poco después y lo conservó hasta su muerte, en 1928. Hoy conocemos el violín como el Guarnerius del Gesù 1732 "Armingaud/Fernández Blanco".
Es mi impresión que un buen violín antiguo, además de contar con su voz propia, atesora también ecos de las voces y emociones de los artistas que lo utilizaron. Para los viejos violines, como vimos, el tiempo podría parecer un concepto muy relativo. Es sabido que los instrumentistas de cuerdas frotadas solemos utilizar instrumentos construidos hace centurias. No olvidemos que nuestro Guarnerius nació el mismo año que George Washington, Joseph Haydn, Johann Christian Bach, Joseph Lalande y Jean-Honoré Fragonard, entre otras celebridades.
A pedido de las autoridades del MIFB, escribí un libro con la historia del violín, con fotografías y datos relevantes en torno a Cremona y la luthería de los Guarnerius. También, por idea del licenciado Cometti y de Leila Makarius, grabé un CD con el histórico violín, que acompaña al libro.
El proyecto, que ha sido declarado de interés cultural por la ciudad de Buenos Aires y auspiciado por la Asociación de Amigos del MIFB, contó con el aporte de la empresa American Express Argentina, otorgado a través de la ley de mecenazgo del GCBA. Hoy la Argentina, y en particular la ciudad de Buenos Aires, tiene un nuevo y excelente motivo para estar orgullosa, y espero que el Guarnerius 1732 pueda ser exhibido en forma permanente y oído en conciertos y acontecimientos especiales. Y lo mismo el resto de los instrumentos de la Colección MIFB, que tiene varios tesoros más por exhumar, entre ellos otros dos violines muy valiosos: un Santo Serafín (Venecia, c.1730) y un Gioffredo Cappa (Saluzzo, c.1690).
Disfruté enormemente del descubrimiento de este violín Guarnerius y de su posterior restauración. Considero un enorme privilegio haber sido quien despertó a la "bella durmiente" de su largo sueño y le solicitó, con todo amor, que revelase sus antiguas y maravillosas voces.
© La Nacion
El autor es concertino de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y experto en violines. Tendrá a su cargo el concierto de presentación del Guarnerius 1732, que se realizará hoy a las 19 en el MIFB
Pablo Saravi