El problema no es sólo de Buenos Aires
Los registros de fenómenos naturales fuera de toda estadística normal y con consecuencias graves para el lugar donde ocurre, o sus residentes, tienen un extenso inventario de acontecimientos definidos siempre por la notable magnitud de los daños sobre las personas y sus bienes, individuales o colectivos.
Incluso una amplia variedad de causas pueden explicar los motivos, las circunstancias, las condiciones y efectos sobre las zonas afectadas y cuán trascendente son estos procesos y transformaciones para la vida humana.
Por lo que se ha observado en los últimos tiempos, los fenómenos naturales no diferencian ciudades o sociedades más o menos desarrolladas, ocurren y su paso es devastador para todos.
A medida que la civilización ha aprendido sobre el impacto negativo de estos hechos para su existencia, también ha comprendido la importancia de tomar los recaudos que ayuden a mitigar las consecuencias, fundamentalmente en áreas de alta vulnerabilidad.
Es por ello que en la actualidad se ha multiplicado el interés y la preocupación ciudadana sobre estos fenómenos y sus consecuencias, tanto como la conciencia de saber que se está transitando una época con un número cada vez mayor de habitantes en las ciudades y ante ello, en muchos casos, con la imprevisión o ausencia de reglas sobre dónde o cuáles son los modos correctos de ocupar un territorio.
Ante la tendencia global del crecimiento de los residentes urbanos crece la experiencia en distintas ciudades del mundo destinadas a crear conciencia sobre cuáles deben ser las condiciones adecuadas del hábitat y el comportamiento de los ciudadanos.
Las consecuencias de las inundaciones en Buenos Aires, como en otras ciudades del país que también son afectadas por problemas como los descriptos, demuestran la necesidad, por lo reiterado y por el impacto para la vida de las personas, de colocar en la agenda pública el desarrollo de un sistema de prevención, alerta y actuación que permita tratar el tema, ya no como un problema de disputas políticas locales, sino como un proceso de evolución común a toda la humanidad.
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