El privilegio de aprender a leer con Borges
La historia cambia un poco la evaluación de los hechos. Durante bastante tiempo, la mitad de la década de 1960 fue, para los lectores de Borges, aquella que dio origen a Para las seis cuerdas, esas milongas que después terminaría cantando Edmundo Rivero. Era bastante. Pero después, en el año 2000, apareció Borges profesor, el volumen, recién reeditado en Sudamericana, que reúne un curso de literatura inglesa que dictó en 1966 en la Universidad de Buenos Aires. Hay que darles las gracias a Martín Arias y Martín Hadis por el descubrimiento. Que se trate de transcripciones –y no de escritos de puño y letra de Borges– no menoscaba su importancia. Después de todo, el Curso de lingüística general, de Saussure, y las Lecciones de estética, de Hegel, también resultaron de las notas de alumnos aplicados.
Como en otros de sus libros, como en otros libros de cualquier escritor, Borges habla (y nadie lo hace mejor) para que se entiendan sus propios libros. Pero también algo más. Dice de Coleridge que fue "un teólogo de Shakespeare". ¿Se puede imaginar un juicio crítico más astuto?