Cisne
ANDROS, GRECIA.- Si el lector olvida por un instante El cisne negro, el film oscuro y opresivo que Darren Arnofsky creó apoyándose en un tópico de El lago de los cisnes, ballet clásico encargado por el Teatro Bolshoi en 1875, volverá a su espíritu el aire diáfano y distinguido que trae siempre la figura del cisne. Inclinado tan delicadamente su cuello y replegadas sus alas, tantas veces motivo de admiración, el ave es en estas quietas aguas de la isla de Andros una promesa. Alguien señaló que sus formas curvadas insinúan sensualidad, lo que en todo caso se une a la elegancia evidente y a cierta idea de la serenidad. Estamos en Grecia, y si estiramos el cuello veremos ahí nomás el motivo griego de Leda y el cisne, según el cual Zeus descendió del Olimpo bajo la forma de un cisne y así sedujo y violó a la doncella en las márgenes del río Eurotas. Los mitos griegos tienen eso: habitan en ellos todas las pasiones humanas.
Edición fotográfica de Dante Cosenza