Die Solidarität!
En algún momento del período entre 1929 y 1931, el poeta Bertolt Brecht y el músico Hans Eisler escribieron una canción que llamaron "Solidaritäts Lied", es decir, "Canción de la solidaridad". Faltaba todavía bastante para que Brecht y Eisler se convirtieran en comisarios de la cultura de la Alemania del Este, pero ya estaban en camino. "Adelante y no te olvides/ cuál es nuestra fuerza/ ¡la solidaridad!". Die Solidarität, en alemán. Los dos artistas comunistas colonizaban para su causa una palabra noble.
Claro que los tiempos cambiaron. Ahora mismo y aquí mismo, en estas costas, "solidaridad" dejó de tener un sentido muy definido. En su discurso en el Congreso, el presidente Alberto Fernández hizo un llamado a la solidaridad de la ciudadanía, sin aclarar entonces de qué cosa habría que ser solidario.
Más interesante es que, días después, termináramos enterándonos de que la solidaridad era de facto, a fuerza de impuestos, retenciones y restricciones financieras. Imponer solidaridad es como ordenar ser amado. No se puede decir: "¡Quereme!". La filantropía no es obligatoria. Pero ya se sabe: siempre que se mentan palabras nobles hay que barruntar por detrás justificaciones inconfesables, o que resulta inconveniente revelar.