Minuciosa interpretación
Sobre La era de la traducción, de Antoine Berman
Rara vez un prólogo, y menos aún el de una traducción cuyo autor juzgaba poco satisfactoria, se convierte en referencia ineludible, al punto de hacer correr las plumas de pensadores como Agamben, Derrida, Ricœur, Cacciari y Gadamer, entre otros. A ese texto, "La tarea del traductor" (es decir, el prólogo que Walter Benjamin escribió para su traducción de los "Cuadros parisinos" de Baudelaire, publicada en 1923), consagró Antoine Berman (1942-1991) el tercero de los siete seminarios de traductología que dictó en el Collège International de Philosophie entre 1984 y 1989. A partir de los borradores, las notas preparatorias de ese curso y las grabaciones de las clases, Isabelle Berman, con la colaboración de Valentine Sommelle, estableció el texto de La era de la traducción. "La tarea del traductor" de Walter Benjamin, un comentario, publicado en francés en 2008 y ahora traducido a nuestra lengua.
Autor él mismo de traducciones del castellano (Roberto Arlt, Augusto Roa Bastos, Manuel Scorza, Ricardo Piglia), del alemán (Peter Härtlig, Schleiermacher) y del inglés (Gore Vidal); director del Centro Jacques-Amyot, Berman se dio a conocer como una autoridad en el campo de la traductología con la publicación de La prueba de lo ajeno. Cultura y traducción en la Alemania romántica (1984), pronto seguido por La traducción y la letra o el albergue de lo lejano (1985, incluido en el volumen colectivo Les tours de Babel que él dirigió), a los que se sumaron, póstumos, Pour une critique des traductions: John Donne (1995) y Jacques Amyot, traducteur français (2012).
A lo largo de los diez "cuadernos" que componen La era de la traducción, Berman comenta con minuciosidad y agudeza el prólogo de Benjamin, al que considera "el texto central del siglo XX sobre la traducción". Consecuente con la idea de que la traducción, lejos de traicionar, revela la letra del original y "realiza la relación de la obra con su lengua", no se limita a trabajar con el original alemán, sino que incluye la versión francesa de Gandillac, que a menudo critica, y propone, cuando lo juzga necesario, su propia retraducción de algunos pasajes.
Así, la lectura de La era de la traducción no sólo ayuda a comprender el pensamiento de Benjamin sobre la traducción sino también el del propio Berman. Un pensamiento sugestivo y fundamental aunque algunas aseveraciones, como las referidas al riesgo de la musicalidad ("al exaltar la musicalidad latente de la lengua, la obra pierde su relación con la lengua natal. Amplifica un elemento de su lengua que le es fatal"), no dejan de sonar paradójicas en quien, para definir la lengua de la traducción y titular uno de sus libros, tomó las palabras l’auberge du lointain de un muy musical verso del trovador Jaufré Rudel.
LA ERA DE LA TRADUCCIÓN
Antoine Berman
Dedalus
Trad.: E. López Arriazu
240 págs., $ 250