Milei: un liberal comportándose como un populista
“Soy el único que tiene una propuesta detallada y la presentamos en la Justicia Electoral” dice Javier Milei, el candidato libertario que se impuso en las PASO del domingo pasado. No es cierto que sea el único que presentó una propuesta, pero no miente cuando dice que es detallada.
La desesperante situación económica por la que atraviesa el país hace que todos pongan atención a su proyecto de dolarización, que llevaría de la mano el cierre del Banco Central. Poco explicado el proceso de cambiar la moneda. Con un dólar que no tiene un valor estimado y con la inexistencia de ese recurso se imposible pensar en salarios promedios superiores a 200 dólares si decidiera hacerlo en lo inmediato, quizás por eso ahora se hable de un plan de “segunda generación”. Tampoco se explica bien, al menos no está nada claro, como reemplazaría al Mercosur, principal mercado para la industria argentina o como suplir el mercado ganado en China por productores locales. Y la economía es su punto fuerte.
Desde que Milei se ganó, con todo derecho y de la mano de la voluntad popular, ser el principal candidato a ganar las presidenciales, comenzaron a relativizarse algunas de las propuestas que con tanto ahínco viene sosteniendo. Sin dejar en claro tanto su contenido como el tiempo que llevará ponerlas en práctica.
Como ejemplo notorio, podemos detenernos en un punto esencial para el futuro de las familias: la educación. El primer punto en el ítem “Educación” de su plataforma electoral para estas elecciones dice concretamente: “Sistema de voucher educativo” y en el segundo “descentralizar la educación entregando el presupuesto a los padres en lugar de dárselo al Ministerio, financiando la demanda”.
Anunciar que se va a utilizar el presupuesto nacional para emitir vouchers educativos sin aclarar cuántos y para qué, deja muchas dudas y la certeza del desconocimiento de cómo funciona el sistema, que incluye a más de 10 millones de alumnos. Para hacerlo en su totalidad, se debería cambiar la Ley de Educación y centralizar todo el sistema a nivel nacional. ¿Apoyarían las provincias con sus legisladores un cambio tan radical? Además, imponer la lógica del mercado en la educación pública de un año a otro, con “escuelas que, si no funcionan, quiebran” según el propio Milei, es demasiado peligroso, parece más una invitación a saltar al vacío sin red cuando la prioridad es dar un debate profundo sobre todo lo mal que funciona nuestra educación y barajar la posibilidad de un sistema de voucher donde sea posible, sin imposiciones que suelen terminar mal.
Es el mismo problema que tuvo Donald Trump en Estados Unidos para llevar adelante su propuesta, porque el Estado Federal no administraba el sistema educativo, que estaba en manos de los Estados de la Unión, alcaldías y el tercer sector. De hecho, poco y nada de su propuesta original prosperó. La tradición liberal estadounidense también convive con una tradición familiar, especialmente en los condados y ciudades pequeñas, de defensa de la escuela estatal. Finalmente terminó sorteando cheques educativos para que los ganadores puedan solventar la matrícula anual de una escuela privada.
No está claro si la propuesta libertaria incluye financiar así al sistema universitario público, que es costeado en su totalidad por el estado nacional. De ser así, habría que modificar la Constitución porque la reforma constitucional de 1994 consagró la autonomía y la autarquía de las universidades nacionales en el propio texto de la Carta Magna. Algo que no aclara la propuesta libertaria. Además, la universidad argentina posee características que la hacen distinta a casi todas las universidades del mundo. La gratuidad, el ingreso irrestricto, el cogobierno y la extensión universitaria son rasgos distintivos de nuestro sistema de educación superior desde sus inicios. Pero si quisiera enviar presupuesto a cada una de las universidades públicas por cantidad de alumnos para corresponder a la demanda, se debería definir antes qué es un alumno regular: ¿es quién solo está inscripto en una cursada o lo es el que aprueba al menos una materia por año? Incógnitas y deudas de la política local, aún rige la Ley de Educación Superior de 1995, sancionada cuando aún no existía la Internet masiva, que modificó globalmente la comunicación y la educación. Nada de esto se aclara en la propuesta libertaria.
En un año electoral es muy bueno que se hable de educación, aún con la excusa de debatir una propuesta tan disruptiva como cambiar hacia un modelo de financiamiento por demanda, pero si se hace, no debería limitarse a un debate superficial que quede atrapado en un enunciado en voz alta.
Por eso es notorio que, en los últimos días, luego del escrutinio, escuchamos a varios referentes de ese espacio decir que algunas de sus propuestas, como la del voucher educativo, no están pensadas para los próximos años. El candidato a primer diputado de La Libertad Avanza (LLA) por la provincia de Buenos Aires, Alberto Benegas Lynch, dijo el martes pasado en el canal Todo Noticias que “la propuesta de cambiar el financiamiento educativo de oferta a demanda e implementar los vouchers está pensada para un segundo mandato de Milei”.
La propuesta electoral que está presentada en la justicia, y que bien defiende el candidato liberal, es para el próximo período de gobierno, eso votaremos en octubre, un presidente que gobierne los próximos cuatro años, lo que podría venir más adelante es hipotético y no se “juega” en esta elección. Milei y su partido tienen todo el derecho de aspirar a gobernar 20 años con sus ideas y proyectos si consiguen el apoyo de la voluntad popular, pero si hoy piensan llegar al poder en diciembre, deberían tener una propuesta para el próximo mandato y no alimentar esperanzas en el electorado que vota confiado en lo que señalan es “su plataforma” que ahora nos enteramos tiene varios puntos que no son pensados para el período que está en juego.
Sí, está claro, que Milei apoya su discurso en “dinamitar” todo lo que funciona mal o es gravoso para las arcas públicas, y eso tiene recepción positiva en una sociedad cansada de ver como la política gasta más de lo que tiene y puede, sobre todo en gobiernos kirchneristas que gobernaron 16 de los últimos 20 años. Hay tanta irresponsabilidad en el gasto público, tanto manejo del dinero que administra el estado para sostener en el poder a un partido político, que las palabras de Milei suenan como un bálsamo reparador. Pero, utilizando una metáfora hospitalaria, sus salidas son comparables a la de un médico que decide anunciar que es mejor amputar antes que intentar sanar. Su propuesta sobre privatizar el Conicet se adapta a esa alegoría, que una pésima administración como la kirchnerista haya cometidos excesos, hasta de financiar investigaciones que no aportan nada a nuestro futuro y calidad de vida, en un ente que debería ser de excelencia, no amerita pretender “venderlo”. Eso es cabalgar sobre la bronca de la gente y de un dirigente político con una aspiración tan alta se esperaría algo más que eso. Además, ¿quién compraría una entidad dedicada a la inversión pública para el conocimiento que no espera renta a cambio? Así funciona en el resto del mundo, con investigadores que cobran un piso de 4 mil dólares mensuales contra los escasos 600 mil pesos promedio que reciben aquí.
Proponer cambios inviables porque la coyuntura hace que tengan aceptación popular, es otra manera de adoptar una de las peores caras que describe al populismo, que no tiene ideología determinada, sino formas características en su accionar. Sería un grave error de una fuerza política que se presenta como nueva no entender que a los populismos nunca se lo combate imitándolos.