Milei, más rápido que Kirchner para atacar a la prensa
El líder libertario ya lo hacía como candidato, pero ahora como presidente redobla la ofensiva y amenaza con restricciones legales
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Cuando Mauricio Macri, en las postrimerías de su gobierno, dijo: “Si ganamos, iremos en la misma dirección, pero lo más rápido posible”, no imaginó que su predicción se cumpliría cuatro años más tarde, pero no por su regreso al poder, ni de ninguno de los dirigentes de su fuerza, sino porque irrumpiría el imprevisto huracán libertario, encarnado por el disruptivo influencer y panelista televisivo Javier Milei.
En lugar del gradualismo poco eficiente de Cambiemos, La Libertad Avanza es una tromba que se lleva todo por delante, al cosechar éxitos y fracasos relevantes.
Lo que no se esperaba es que también fuera “más rápido” para hostigar a la prensa que el kirchnerismo. Más allá de chicanas sueltas, Néstor Kirchner tardó un año, desde su asunción al poder, para consumar su primera arremetida seria contra periodistas. Los primeros apuntados fueron Cristina Mucci y Osvaldo Quiroga (que con los años se convertiría en ultrakirchnerista), cuando abruptamente, en mayo de 2004, levantó sus respectivos programas de cultura de la pantalla del canal estatal. Entonces no se naturalizaban ese tipo de atropellos, como sucedería más adelante al hacerse más frecuentes episodios de distinto tenor contra el periodismo. Bastó que se expresara un compacto coro de voces prestigiosas contra la intempestiva medida para que el oficialismo volviera sobre sus pasos. Un año más tarde, en junio de 2005, se armó una gran batahola cuando Pepe Albistur –el mismo que vaticinó la caída del actual gobierno para marzo o abril pasados frente a un balde de pochoclo, y que entonces era secretario de Medios– publicó una salutación de pésimo gusto para el Día del Periodista. El presidente Kirchner salió rápidamente a pedir disculpas. Y a Clarín tardó cinco años en declararle la guerra. Había todavía reflejos democráticos y cierto consenso de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Complicó más la irrupción de las redes sociales, cuya tóxica dinámica estropeó mucho esa deseada convivencia al convertirse en tierra fértil para que los autoritarios perdieran sus inhibiciones y se mostraran tal cual eran.
Pues bien: la gestión de Javier Milei está cumpliendo en pocas horas sus primeros nueve meses en el poder y supera a ese kirchnerismo inicial en su velocidad para arremeter contra los comunicadores. Ya se acerca la actual administración al medio centenar de medios, periodistas y entidades de la prensa hostilizados.
Para encontrar un récord similar hay que remontarse al primer gobierno de Juan Domingo Perón cuando, a poco de comenzar, se multiplicaron los procesos por desacato a periodistas (figura penal derogada en 1997). Las cabezas del fundador del justicialismo y de su principal estratega en comunicación, Raúl Apold, ya vislumbraban la noción de “viralizar” los mensajes panfletariamente favorables a ese régimen, entonces mediante una aceitada cadena de medios adictos, conformada por los estatales, los de los amigos y los expropiados, para hostilizar a “los contreras” (como les decían en aquella época a los opositores). Parecido a lo que hace ahora el presidente Milei de manera virtual en sus redes sociales para ensalzar su obra y fogonear mensajes ásperos, propios o reposteados, contra periodistas y empresas noticiosas.
Más coincidencias: “De mí hablan todos los diarios del mundo”, también sacaba chapa Perón, como Milei lo hace ahora, el 24 de diciembre de 1946, al promulgar el Estatuto del Periodista, que esta gestión pretendió reactualizar, para matricular a trabajadores y compañías de la comunicación, idea archivada enseguida por la magnitud del rechazo a tal antediluviano control.
La curiosidad es que autopercibiéndose liberal (queda pendiente distinguir bien ese concepto de su cada vez más chirriante matiz “libertario”) Milei tiene impulsos y prédicas públicas, a la hora de defenderse de cualquier crítica, que no tienen nada que envidiar a los exabruptos peronistas/kirchneristas en ese rubro.
Fue patético el lamentable ida y vuelta pirotécnico, anteayer, entre el Presidente y Cristina Kirchner. Almas gemelas en el ejercicio de la chicana tosca y de baja estofa, no es difícil deducir por qué estamos como estamos si quien ejerció y quien ejerce la más alta magistratura del país debaten con un nivel paupérrimo y solo pensando en los aplausos y likes que cosecharán entre sus fans. Frívolos y desaprensivos.
Las restricciones en puerta al acceso a la información pública, la amenaza de hacer de los periodistas personas expuestas políticamente para provocar “escarnio público” con sus patrimonios y la prédica antiperiodística, que se extiende a otros funcionarios, como Victoria Villarruel y Luis Caputo, suponen que los tiempos por venir en la materia serán más oscuros.