Milei, la IA y los riesgos de su uso en la educación
“A partir de mañana empezamos a hacer los contactos con la gente de Meta para implementar Inteligencia Artificial en la formación de nuestros hijos”, dijo el presidente Javier Milei al regresar de los Estados Unidos, con pocas novedades para el país en cuanto a inversiones, pero dando cuenta de que aparecieron otras que lo llenaron de entusiasmo. “Tengo otra bomba más si quiere”, insistió Milei en la misma entrevista. Allí el Presidente se explayó: “En Google tienen un sistema armado para hacer la reforma del Estado por Inteligencia Artificial”, aclaró, y para rematar con otra pregunta: “¿saben dónde la aplicaron muy exitosamente? En El Salvador”. Luego, Milei confirmó que habló en específico sobre este tema con Bukele y respondió tajante y contundente: “¡Absolutamente!” ante la pregunta sobre si esto se puede hacer en la Argentina.
En poco tiempo de gestión el presidente Milei nos acostumbró a los anuncios extravagantes con cierta dosis de exaltación, que los hacen ver como “soluciones mágicas”. Ya lo hizo con la dolarización, el plan para recuperar Malvinas, reformas estructurales de distintas áreas del estado y todos los ítems contenidos en su “batalla cultural”, donde aparecen opiniones de funcionarios y legisladores que luego no son sostenidas ni desmentidas oficialmente por el gobierno. Vivimos expectantes observando cómo pasan los globos de ensayo que nos entretienen debatiendo lo que no sabemos si finalmente va a suceder, es serio o tiene el verdadero respaldo de una política de estado. En el medio, el Gobierno tropieza una y otra vez con sus internas y sus torpezas de gestión que lo sacan de un escándalo para inmediatamente meterlo en otro. Lo sucedido en el Ministerio de Capital Humano estos últimos días es digno de un guion de una película clase B, donde se pretende mostrar que los malos eran los buenos y viceversa con argumentos pocos claros e inentendibles para la mayoría de los espectadores. Como en toda historia mal contada y con final incierto, no se termina convenciendo a nadie por los hechos y al público solo le queda creer o no. Este gobierno es una permanente invitación a sumarse a sus actos de fe.
El Presidente dijo que su ministra de Capital Humano es “la mejor de la historia”. Así pretende convencer por imposición apoyado en su aún alta credibilidad social. Pero no hay razones empíricas para calificar con semejante elogio a Sandra Pettovello, envuelta en un escándalo que pegó directo bajo la línea de flotación del gobierno: no prever la distribución de alimentos a sectores sociales vulnerables con seis de cada diez chicos pobres o indigentes. Bueno, en manos de esta funcionaria estaría la aplicación de la IA en educación.
Aún sin resultados sobre inversiones extranjeras, los tours mundiales de Milei siguen siendo parte de una estrategia de posicionamiento como líder internacional de los espacios más conservadores y hasta con tintes reaccionarios de la política global. Sin embargo, su desembarco reciente trajo una novedad, según sus propias palabras. En California encontró en la Inteligencia Artificial soluciones para dos problemas que necesitan de un tratamiento urgente dada la complejidad y el costo que tienen para sociedad: modernizar el estado y mejorar la educación. Es raro, o al menos sorprende lo poco informado que estaría el Presidente, o lo mal o escasamente asesorado. Ya en noviembre de 2021, la Unesco organizó y publicó una norma mundial sobre ética de la IA llamada “Recomendación sobre la ética de la Inteligencia Artificial”. No es solo un documento, fue un marco de trabajo y de reglas adoptado por los 193 Estados miembros. Y la gran clave está en que, entre las normas, sobresale una recomendación especial: que “los gobiernos deben velar por que la Inteligencia Artificial respete siempre los principios de seguridad, inclusión, diversidad, transparencia y calidad”. Y ofrece una serie de reglas que deberían ser respetadas por aquellos sistemas educativos que adopten la IA como método de desarrollo de contenidos, modelos de enseñanza y aprendizajes. Claramente la Unesco destaca que ningún sector educativo debería depender de las corporaciones que desarrollan Inteligencia artificial y sugiere que para examinar y validar las nuevas y complejas aplicaciones de IA hay que trabajar primero sobre recursos humanos y sumar otras áreas competentes en aplicación de nuevas tecnologías. Esas áreas deberán responder al Estado que administra ese sistema educativo y no a una corporación.
Hay otro dato de la realidad: la incorporación de la informática en las escuelas, incluso distribuyendo notebooks a todos los alumnos del país, fue importante para que todos los chicos puedan acceder a una herramienta que sus familias no podían adquirir. Pero todas las evaluaciones siguientes demostraron que el uso de las nuevas tecnologías en educación no mejoró la calidad de los aprendizajes de los alumnos. Prueba clara de que no existen las soluciones mágicas.
El problema es que, teniendo en cuenta lo que opina Milei de los maestros y de la educación pública, parece que intenta invertir la lógica de una herramienta fantástica como la IA, que está en el principio de su etapa de expansión y, no solo en educación sino en todas las áreas que se la aplique. Por definición de tareas siempre se necesita de profesionales capacitados para su utilización porque la IA es un infinito reservorio de información que fue cargada por personas, información y datos en su mayoría correctos pero también muchos erróneos o mal intencionados. Administrar esa información debe ser una labor para la cual se va a necesitar al ámbito -la escuela- y los recursos humanos -capacitados- que hoy se subestiman públicamente.
Es que la IA se puede equivocar si en su búsqueda incorpora datos inexactos. En los últimos días, Google enfrentó críticas por las respuestas incorrectas y escandalosas de su herramienta AI Overviews. Alphabet Inc., la empresa matriz de Google, anunció esta herramienta a través de su CEO, Sundar Pichai, quien destacó las novedades. Sin embargo, AI Overviews generó controversia con respuestas como que Neil Armstrong llevó gatos a la luna, o sugirió agregar pegamento a la pizza para evitar que el queso se deslice. También afirmó falsamente que Barack Obama fue el primer presidente musulmán de los Estados Unidos, basándose en teorías de conspiración desacreditadas. Otra respuesta errónea aseguraba que beber la propia orina servía contra los cálculos renales. A pesar de las críticas, Google sostiene que la mayoría de las respuestas de AI Overviews son de alta calidad y está tomando medidas para corregir los errores. No obstante, la empresa también acusó a los usuarios de compartir capturas falsas o manipuladas. Aunque Google asegura que la mayoría de los errores no se pudieron volver a reproducir, muchos usuarios insisten en que siguieron viendo este tipo de respuestas equivocadas. La naturaleza aleatoria de los modelos de IA contribuye a estos fallos, conocidos como “alucinaciones”. Google afirma que está implementando mejoras en sus sistemas y que la herramienta es experimental, por lo que agradece el feedback para seguir perfeccionándola.
A pesar de las medidas correctivas, la polémica continúa, mientras la empresa busca equilibrar la innovación con la precisión de la información. Como vemos, puede fallar.
Sirve preguntarse también: ¿por qué el Presidente habla de Meta o de Google para realizar reformas educativas o de la administración del estado como un hecho consumado? Si bien son empresas líderes en el mundo en su género, existen otras corporaciones como IBM; SAS, Datarobot, Microsoft, Amazon, NVIDIA, Salesforce, entre otros modelos de lenguaje. Milei debería entender que fue elegido para administrar el estado con reglas de juego transparentes para las contrataciones onerosas que haga su gestión. Nombrar a Google en una entrevista pude ser considerado una preferencia a la hora de definir una licitación pública.
Cabe aclarar que el ejemplo del buen uso que trae el Presidente es El Salvador de Nayib Bukele. Allí se firmó en septiembre de 2023 un acuerdo entre el estado salvadoreño y Google días antes de que aprobaran la Ley General para la Modernización Digital del Estado, para muchos, redactada a medida de las necesidades y requerimientos de Google. La corporación digital se hace cargo de administrar toda información sensible de la administración pública, trámites personales y corporativos y de gran parte del sistema educativo del país centroamericano. El propio Bukele afirmó que “no hay ningún niño en el país que no esté trabajando con Google Classroom en el sistema educativo”.
La Inteligencia Artificial es una herramienta que, bien implementada, puede sumar positivamente tanto en la agilización y desburocratización del estado como en tecnología aplicada a la educación. Lo que no se puede permitir es presentar su utilización como una alternativa extraordinaria para reemplazar lo que el Gobierno detesta y que, hasta ahora, demuestra incapacidad para administrar, como es todo lo referido al sector público.
Es muy prematuro y peligroso poner la administración de un estado o la educación de nuestros hijos en manos de una corporación tecnológica, no por la herramienta en sí, que tiene todo para crecer, sino por sus modos de utilización. Ya lo dijo Neil Jocobstein, asesor de la NASA y experto en robótica e IA: “No es la Inteligencia Artificial lo que me preocupa, es la estupidez humana”.