Milei, el astro solar que entibia o fulmina
Una vez más fallaron todos los pronósticos: en el encuentro cara a cara del presidente Javier Milei con lo que él denomina “la casta política”, la sangre no llegó al río ni todo voló por el aire.
Como con los resultados de cada una de las tres cruciales elecciones nacionales del año pasado, la sorpresa volvió a ser la gran protagonista. Nada sucedió como el grueso de los analistas preveían: ni fue recibido con espíritu belicoso ni a él se le salió la cadena.
Esa es, hasta el momento, la más poderosa arma que tiene para defenderse el líder libertario: manejarse con un libreto imprevisto que descoloca los cánones tradicionales de la política. Y hacerlo con pulso firme, sin dudar, algo que gusta mucho al inconsciente colectivo argento: un jefe que se hace respetar y avanza. Debe haber despertado la envidia de Mauricio Macri, quien en su última apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el 1° de marzo de 2019, recibió el embate persistente de estentóreas interrupciones y cantidades de cartelitos insolentes pegados en las bancas de sus acérrimos adversarios. Por esta vez, al menos, nadie osó aventurarse a entrar en un choque claro y frontal con quien, lejos de amilanarse, se potencia en la pelea. Mejor para él también, que cuando pierde los estribos saca lo peor de sí mismo y produce heridas que después tardan en cicatrizar y empantanan la gestión.
Una activa claque, desde las bandejas superiores que rodean el hemiciclo de la Cámara de Diputados, entonó permanentes consignas favorables al mandatario. Desde las bancadas del kirchnerismo y de la izquierda nadie se atrevió a desafiar esa ofensiva verbal con similar ímpetu. Las voces disonantes sonaban aisladas y esporádicas. Más que una pena, fue una flagrante omisión que la transmisión de la TV Pública no posara sus cámaras sobre las caras y las acciones de los que habitaban ese sector.
Apenas un par de veces hubo fugaces pantallazos de Axel Kicillof, ubicado entre los gobernadores presentes. Llamó la atención, al término del acto, que el mandatario bonaerense se retirara raudamente sin hacer declaraciones, ni aun a Lautaro Maislin, el movilero amistoso de C5N, que ante la negativa bajó el micrófono dócilmente y desistió de la marcación cuerpo a cuerpo con la que suele hostigar a dirigentes no kirchneristas. Si Kicillof postergó la apertura del período ordinario de sesiones en la Legislatura bonaerense para mañana porque quiere responderle a Milei, debió ser capaz de emitir una primera impresión anteanoche. Se ve que no tenía muy en claro qué decir. Su silencio fue representativo del aturdimiento que provocó en la oposición más radicalizada el muy aplaudido mensaje de 73 minutos de Milei. De manera serena pero enfática, el mandatario pintó el ruinoso panorama en que encontró el país y desplegó su rígido pliego de condiciones para avanzar en las reformas profundas que quiere implementar.
Milei entiende el consenso como la aceptación casi a libro cerrado de sus propuestas, único camino posible para que el anunciado Pacto de Mayo llegue a buen puerto en la fiesta patria, en Córdoba. La idea evoca reminiscencias de la “declaración de la independencia económica”, que Juan Domingo Perón, en 1947, llevó con toda pompa adelante en la otra fecha patria, el 9 de Julio, en la Casa Histórica de Tucumán. Son construcciones épicas para nutrir un relato posible. Al peronismo entonces le resultó. Por cierto, eran mucho más favorables las condiciones sociales y económicas. Y contaba con mayorías legislativas.
Milei no cumple con el axioma humorístico de Groucho Marx que hizo carne en tantas legiones de políticos de cualquier latitud –”Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros”–; el Presidente es principista y empecinado. Pretende, además, que los demás se encolumnen sin chistar detrás de él. “Si lo que buscan es el conflicto –advirtió amenazante–, conflicto tendrán”.
A los políticos tradicionales les cuesta decodificarlo. Los sigue descolocando porque es un “animal” de otra especie. Responde más a su esencia de personaje mediático triunfante en las lides masivas –panelista exitoso de la TV, influencer en las redes sociales con millones de seguidores– y se maneja como tal, modificando usos y costumbres: Asamblea Legislativa a las 21 de un viernes, sin importarle que a la misma hora juegue Racing y en Mendoza arranque la Fiesta de la Vendimia; habla desde un atril y presenta un documento que, en forma y fondo, imita modos de siglos anteriores.
“Al primero del mes de marzo del año de Nuestro Señor 2024 –dice en su primer párrafo el texto que quiere que firmen las demás fuerzas políticas–, con los representantes del pueblo reunidos en el Congreso de la Nación, ante la mirada del Eterno, declaramos la necesidad de un nuevo pacto fundacional para la República Argentina.”
De esa unción y formalidad, cuando volvió a Olivos, retomó la actividad que más lo apasiona: navegar las redes sociales. Y no paró de reproducir los mensajes que le son más favorables, como el de Nik: “51 puntos de rating para el discurso del Presidente Milei. Casi como una final del Mundial”.
Milei se planta en el centro del sistema político como el nuevo astro solar cuyos rayos encandilan a propios y extraños. A los primeros los acoge y entibia; a los segundos busca fulminarlos. ¿Siempre será así? Le alcanza con que funcione por ahora.