Milei: del pacto que no fue a la peor semana de gobierno
“El Presidente me elige a mí porque se da cuenta que con la política argentina a él se le hace complicado, porque no la entiende, porque tiene diferencias, por equis motivos. Y yo tengo una posibilidad mayor de dialogar”, sentenció el flamante jefe de gabinete Guillermo Francos.
El sincericidio, que gestó malestar en el entorno del Presidente, sobre todo en la poderosa Karina Milei, expuso algo más que la falta de conocimiento de Javier Milei sobre el funcionamiento de la política. Es que quedó viva, a todas luces, su total desapego de ella. Es cierto, Milei no es un político tradicional, no viene de la “política” y tuvo la virtud en campaña de exponer a aquélla bajo el impiadoso manto de la “casta” para desacreditarla y correrla del poder. Seis meses después de asumir el gobierno, recurre a un hombre de la mal llamada “casta”, como Guillermo Francos, que fue funcionario de todos los gobiernos peronistas, incluso del denostado Alberto Fernández, para que ordene las líneas políticas que le permitan construir y contar con leyes y normas para poder presentar una hoja de ruta, una carencia de este gobierno más allá de los recortes presupuestarios y el déficit cero.
Todo esto sucedió en la peor semana de gobierno de Javier Milei desde que asumió, donde todas las noticias fueron malas, comenzando con el fracaso en la fecha donde pensaba consagrarse como el gran líder argentino que lograba hacer abdicar a la política que no entiende y detesta, en un acuerdo histórico: el Pacto de Mayo. Esto no sucedió, aún no hay Ley Bases, no hay acuerdo con los gobernadores y Milei tuvo su festejo del 25 de Mayo apenas acompañado por los suyos. Primera mala nueva para su gobierno.
En los últimos días se sucedieron, una tras otra, una serie de malas noticias para el oficialismo. La más importante: el cambio de gabinete. Con rumores sobre “espionaje interno”, algo que debería ser aclarado pero que genera más sospechas aún con el descabezamiento de la AFI. Los funcionarios designados por Nicolás Posse tuvieron que renunciar o están bajo sospecha.
Por primera vez un Jefe de Gabinete dura seis meses en el poder en un gobierno que acaba de asumir. Con una salida un poco apresurada por las declaraciones del propio Milei, que puso en duda la continuidad del propio Posse al depender ésta de la sanción de la Ley Bases, algo que se sabía no va a suceder en lo inmediato. Por lo tanto, o lo cambiaba o mantenía un funcionario clave ya desacreditado por él mismo. Error político de quien no solo no entiende los tiempos de la política, como señaló Francos, sino que no se interesa por comprenderlos. Su objetivo sigue siendo el de transformarse en un líder mundial de la extrema derecha o de los sectores más conservadores y para eso trabaja con ahínco.
En ese sentido, y en busca de ese lugar en el mundo, Milei viajó esta semana nuevamente al exterior, a California, sin tener pactada una reunión de carácter bilateral, como ha sucedido en todos los viajes realizados hasta ahora. No se reunirá con funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, pero si tiene previsto un encuentro con el director de Meta, Mark Zuckerberg y a su regreso, el 1° de junio, presenciará en El Salvador el acto de renovación del mando de Nayib Bukele, un presidente que encaja perfectamente en los derredores ideológicos que presume Milei. Una foto con Bukele seguramente vendrá acompañada de anuncios en materia de seguridad, donde la “mano dura”, que tiene consenso social, tendrá protagonismo, para beneplácito de Patricia Bullrich, que también mostró estos días estar pensando en su carrera política en un futuro inmediato. La mala noticia es que por primera vez se pone en duda la necesidad y el oportunismo para la realización de estas giras en cuanto a beneficios para el país y no solo para su proyecto personal. Vale preguntarse si es momento de realizar tantos viajes al exterior sin que estos tengan resultados favorables tangibles para el país. Al menos, nada de eso ha ocurrido, pese a que Milei es el Presidente que más viajó al exterior en sus primeros seis meses de gobierno. Y lo hace en medio de varios frentes de conflicto internos que parecen no preocuparle tanto que ameriten que deba atenderlos en persona: la crisis por la falta de gas en otoño, que paralizó la industria por unos días, no tuvo una acción preventiva. La crisis social y económica de Misiones fue más grave de lo que llegó a Buenos Aires como noticia. Alcanzó, eso sí, para mostrar lo que piensa hacer el gobierno nacional ante cada conflicto provincial: no inmiscuirse. Esa es una medida política entendible con el cuidado del recorte presupuestario, pero deja en evidencia que los gobernadores no podrán contar con el Presidente ante cada problema económico o social que atraviesen- La pregunta que cae de madura es: ¿por qué entonces las provincias deberían ayudar al gobierno nacional con votos en el Senado cuando se los convoque porque se los necesita?
También esta semana tuvo mucha repercusión negativa que aparezcan 5000 toneladas de alimentos sin distribuir, en medio de una situación social que muestra a seis de cada diez chicos pobres con un porcentaje preocupante de indigentes. Eso no puede ni debe pasar. El Gobierno se defendió, dijo que gran parte de esos alimentos era yerba mate y que ese lote estaba destinado a emergencias. Si a los funcionarios responsables les cuesta mucho visitar el conurbano o los grandes bolsones de pobreza, al menos podrían mirar desde su laptop los indicadores sociales del Indec para comprender que la emergencia vive hace años entre nosotros. Y enterarse, además, que los chicos que se alimentan en comedores comunitarios y merenderos desayunan mate cocido. Es un desconocimiento preocupante de la realidad y del comportamiento de sobrevivencia que tienen los sectores más rezagados de la sociedad.
Uno de los llamados curas villeros, consultado para esta columna sobre la falta de insumos a comedores, enojado con la situación, describió a los funcionarios del gobierno con una sentencia lapidaria: “No saben, no quieren saber lo que es la pobreza, ven un pobre y se descomponen”. Claro, tampoco ayuda que en medio de esta situación el Presidente responda a una pregunta de un periodista sobre la gente que no llega a fin de mes: “Si la gente no llegara a fin de mes se estaría muriendo en la calle y eso es falso”. Insensibilidad a cielo abierto.
La crisis del Pro también es una mala noticia para el gobierno. El partido más cercano y con muchas chances de ser aliado, incluso de fusionarse con La Libertad Avanza de la mano de Patricia Bullrich, encontró su leitmotiv para sincerar posiciones y fracturarse, como sucedió en la provincia de Buenos Aires. Da la impresión de que Mauricio Macri, ahora en la presidencia del Pro, quiere hacer valer su liderazgo ayudando al gobierno pero tomando distancia prudencial en la medida que esto incomode a los suyos. No todos los amarillos creen que hay que colgarse de la figura de Milei, y muchos de ellos no piensan romper sus alianzas en sus provincias para sostenerse dentro de Juntos por el Cambio.
Por último, se puede estar de acuerdo o no sobre sus recetas, pero el gobierno de Milei puede encontrar argumentos lícitos para justificar la caída de indicadores económicos de consumo y actividad, algunos de ellos similares a los vivenciados en una parte de la pandemia. La situación social y económica es grave, pero la herencia recibida por Milei le permite aún sostener cierta credibilidad en sus decisiones para cambiar esa realidad.
Dicho esto, solo queda afirmar que no existe una sola razón válida, que no sea pensar en la impunidad y en el sostenimiento de un sistema político y judicial carente de transparencia y viciado de privilegios, para sostener la candidatura del juez Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia. Esta sola decisión, oficializada esta semana, anula cualquier atisbo de cambio y diferenciación del status quo que Milei dijo venía a modificar.
Aparecieron problemas heredados, coyunturales y están los permanentes, sin solución, que hicieron que esta semana de mayo sea la peor para estos escasos seis meses de gobierno libertario. Pero hay decisiones propias que exponen la contracara de un gobierno que dice ser algo que realmente no es. Por esas contradicciones, como promover a Lijo, finalmente cargará con un estigma que lo sellará por siempre.