Milei: de la ira del león a la astucia de la zorra
El presidente electo mostró una buena dosis de pragmatismo y flexibilidad tras su victoria electoral
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Actuar con la ira del león cuando así convenga y con la astucia de la zorra cuando se necesite. Tal es uno de los consejos que brinda a quienes aspiren a conseguir y conservar el poder Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, su más recordada obra de principios del siglo XVI. Según el pensador florentino, el ejemplo del león no basta porque este animal no se preserva de los lazos, en tanto que la zorra sola no es suficiente por cuanto ella no puede liberarse de los lobos. Es indispensable, entonces, obrar como zorra para conocer los lazos y como león para espantar a los lobos. Quienes únicamente toman por modelo al león o a la zorra, según la óptica de Maquiavelo, no entienden sus intereses.
Es probable que, en los últimos días, Javier Milei haya empezado a ensayar un pasaje desde los rasgos característicos del león con el que se lo identificó durante la campaña electoral a los de la zorra, un animal que en el folclore occidental simboliza la viveza, el ingenio y muchas veces el engaño, al margen de su particular habilidad para observar al otro y anticipar sus movimientos sin ser advertida. La dosis de flexibilidad y pragmatismo demostrada con sus últimas decisiones en materia de designaciones en su futuro gabinete de ministros es el mejor ejemplo.
Su mayor capital político es el acompañamiento del 55,69% de los ciudadanos que lo votó en el balotaje del domingo último. Son más de 14 millones de personas. Pero esta cifra, que en términos absolutos jamás fue alcanzada por candidato presidencial alguno en la Argentina, encierra limitaciones. Por un lado, puede esgrimirse que más de 6 millones de esos votos fueron prestados y que el apoyo puro a Milei está dado por el 30% de sufragios que cosechó en la primera vuelta electoral. A esta base electoral heterogénea, debe añadirse que, por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983, la fuerza gobernante apenas contará con el 15 por ciento de los diputados nacionales que integran la Cámara baja y con alrededor de la décima parte de los senadores nacionales. Incluso sumando a esos bloques los legisladores adherentes al partido de Mauricio Macri, el número de legisladores de la hipotética nueva entente oficialista estaría lejos del quórum propio.
A escasos días de su victoria electoral frente a Sergio Massa, el presidente electo ha advertido que, en su caso, ya no se trata solo de demostrar cuánto puede saber de economía, sino cuánto conoce de política. Desde que se consagró en las urnas, su nuevo desafío pasa por exhibir capacidad para tender puentes y tejer nuevas alianzas que le aseguren la gobernabilidad. Hacer acuerdos políticos supone diálogo y negociaciones tendientes a compartir mínimamente porciones de poder. No es factible introducir a los opositores en un cohete y enviarlos a la Luna, como alguna vez, durante su gestión presidencial, dijo soñar Macri.
Para empezar a solucionar el déficit parlamentario, Milei requerirá un activo dirigente con buenas conexiones políticas y capacidad de diálogo al frente del Ministerio del Interior, que espera llenar con Guillermo Francos, y un hábil negociador como presidente de la Cámara de Diputados, cargo para el cual ha picado en punta Cristian Ritondo, aunque se ha pensado también en Florencio Randazzo.
La sorpresiva determinación de desplazar a Carolina Píparo de su anunciado puesto al frente de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) y de poner en su lugar a Osvaldo Giordano, un experimentado funcionario que se desempeña como ministro de Finanzas de la provincia de Córdoba es toda una señal sobre la intención de Milei de ampliar su coalición gubernamental. Concretamente, acercando a Juan Schiaretti y al peronismo cordobés.
Sin una pata peronista o sin interlocutores con el peronismo que gobierna buena parte del interior del país, además de la provincia de Buenos Aires, la gobernabilidad se verá dificultada. En tal sentido, Milei nunca ha sido absolutamente refractario al peronismo; de hecho, llegó a integrar un think tank de Daniel Scioli años atrás.
La llegada de Patricia Bullrich al Ministerio de Seguridad y la probable designación de Luis “Toto” Caputo en el Palacio de Hacienda sellarían en los hechos la alianza con el macrismo, sembrando los cimientos de una nueva coalición de gobierno, que podría consolidarse con la eventual ubicación de otros dirigentes de Juntos por el Cambio en algunas de las segundas y terceras líneas ministeriales.
Los rugidos del león parecen haberse apagado y lo que prevalece ahora es el prodigioso oído de la zorra
En términos de pragmatismo, la principal decisión parecería pasar por la intención de demorar lo que sea necesario la idea de dolarizar la economía. El paso al costado de uno de sus ideólogos, Emilio Ocampo, quien debió renunciar a la posibilidad de presidir el Banco Central, a pesar de que su desembarco había sido anunciado con bombos y platillos por el propio Milei, es toda una definición. Los rugidos del león parecen haberse apagado y lo que prevalece ahora es el prodigioso oído de la zorra.
Si los zorros tienen la capacidad de oír el tic-tac de un reloj a una distancia de treinta metros, Milei deberá percibir a la distancia los movimientos de sus enemigos y actuar en consecuencia.
Antes de asumir la presidencia, ayer ya tuvieron lugar piquetes preventivos a cargo de organizaciones de izquierda como el Polo Obrero, que lidera Eduardo Belliboni. Sus dirigentes anunciaron una movilización para el próximo martes frente al Ministerio de Desarrollo Social, que conduce Victoria Tolosa Paz, y otras dos jornadas de protesta, para el 19 y el 20 de diciembre, cuando ya Milei esté al frente del Poder Ejecutivo Nacional. “Hay que prepararse para pelear y vamos a hacer lo que hicimos siempre: acampes y cortes de rutas”, anunció Belliboni.
Igualmente previsible sonó la advertencia del titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biro. El mismo sindicalista que años atrás dijo que había que voltear al gobierno de Macri, anunció ahora que a los trabajadores de Aerolíneas Argentinas tendrán que sacarlos muertos si la línea aérea deja de ser estatal, como propicia Milei. Tampoco fue inesperada la declaración de Héctor Daer, uno de los secretarios generales de la CGT, quien amenazó con que “si avanzan sobre los derechos de los trabajadores, tomaremos medidas”.
Es cierto que, al margen de los preparativos de algunos sectores gremiales para el combate contra el futuro gobierno, la sociedad argentina está hoy más abierta a una batalla cultural contra el estatismo y los privilegios. El hecho de que solo a lo largo del primer semestre de 2023 las empresas en manos del Estado hayan perdido más de 2400 millones de dólares o que Aerolíneas Argentinas acumule un déficit de 7900 millones de dólares en los últimos 15 años son datos que no pueden pasar inadvertidos.
La más reciente encuesta de opinión pública de CB Consultora, concluida anteayer entre 2012 personas mayores de 16 años en el ámbito nacional, le otorga al presidente electo una imagen positiva del 59% y una negativa del 33,7%. Indica también que el 47,3% posee mucha expectativa en Milei como presidente y el 19,5% tiene algo de expectativa, contra el 29,4% que dice no tener ninguna expectativa.
El desafío del momento del futuro jefe del Estado es transformar en genuina esperanza el hartazgo ante el kirchnerismo que movió a buena parte de la ciudadanía a apoyar a La Libertad Avanza. Y ese propósito requerirá que el nuevo gobierno aproveche los primeros días de una gestión que podría tener una de las lunas de miel más cortas de las que se tenga memoria.