Milei-Bolsonaro: una medalla vergonzosa en lugar del Mercosur
“No solo es importante el mensaje, es importante el mensajero. Si el Mercosur es muy importante, acá deberían estar todos los presidentes. Yo le presto importancia al Mercosur”, enfatizó Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, en la reunión de mandatarios de la región realizada en Asunción. Antes, había resaltado la presencia de su par brasilero, Lula da Silva. En la reunión se habló de comenzar a trabajar en bloque para fortalecer las relaciones comerciales con China.
Curioso que, en una cumbre donde estaba el presidente de Brasil, principal socio comercial de la Argentina, y donde se habló de fortalecer los lazos comerciales con China, el segundo país donde la Argentina coloca sus productos y que hace pocos días tuvo un gesto aliviador renovando el Swap de cinco mil millones de dólares, pasando su vencimiento a julio de 2026, Javier Milei haya decidido no reunirse con sus pares del Mercosur y optara por participar de un acto partidario con el expresidente del Brasil, Jair Bolsonaro. Luego del acto, y esto abre una polémica porque son actitudes peligrosas que no pasan inadvertidas, sobre todo para un sector realmente fanatizado con Milei, el Presidente fue reconocido con una medalla que resalta la vulgaridad y el sentido homofóbico absolutamente inapropiado como mensaje a la sociedad. Fueron tan desagradables el gesto y las palabras de Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del expresidente, como las risas y comentarios de los presentes. Para colmo, lo grabaron y subieron a las redes.
Según Eduardo Bolsonaro la medalla de las tres I, que le entregó a Javier Milei consiste en un reconocimiento de tres supuestas condiciones prodigiosas que posee su padre, el expresidente Jair Bolsonaro: imorrível, imbrochável e incomível.
Inmorrivel significa inmortal, y recuerda que Jair Bolsonaro fue acuchillado cuando era candidato en 2018 y sobrevivió. Imbrochável no es una palabra reconocida en el portugués, no está en el diccionario, por eso el diputado brasileño explicó que esto hace referencia a la virilidad de su padre. Antes de ese relato en particular, pidió perdón y complicidad con risas a los presentes mirando a Karina Milei, que sonriendo atinó a contestar “la vida misma” y por último, la más polémica, incomível, que significa incomible, allí Bolsonaro explicó que en Brasil hace referencia a la imposibilidad de un hombre a ser abordado sexualmente por otro y no lo dijo tan delicadamente, sino que fue bastante detallista con su comentario homofóbico y fuera de época.
Más allá de agudizar la pelea pública con Lula y fortalecer los lazos con Jair Bolsonaro, algo que forma parte de su estrategia en política internacional, que con todo derecho lleva adelante Milei aspirando a erigirse como uno de los faros ideológicos para liderar las extremas derechas del mundo, esta escena, detallada con la mayor delicadeza en esta columna, fue lo que dejó su visita al Brasil, la primera como presidente de la Nación. Mientras que, vale resaltar, al mismo tiempo, en Paraguay los presidentes de la región hablaban de potenciar las posibilidades comerciales del bloque, algo que debería interesarle al país con una economía tan endeble. Pero fue lo que Milei eligió.
El otro punto en cuestión fue el mencionado video de Milei con Bolsonaro, que causó polémica en las redes sociales. Pero no solo fueron críticas, también aparecieron muchas demostraciones de celebración por la ocurrencia y el apoyo a los postulados que ponderó Eduardo Bolsonaro. Se sabe que, existe una “granja de trolls” oficialista que participa en redes para degradar y atacar a quien critica con insultos bajos y ofensivos, que en su mayoría hacen referencia a la violencia sexual como una manera de desprestigiar a la persona y no contrarrestar su crítica. Esto sucede por una razón: su líder también es verbalmente violento y contradictorio. “La política tiene que discutir ideas no impugnar al adversario por cuestiones personales ni perseguirlo por pensar distinto”, dijo Milei en su discurso del Pacto de Mayo. Segundos después, en el mismo discurso, se refirió a quienes no firmaron el pacto, allí los definió como “adictos al sistema porque sus intereses personales son diametralmente opuestos al del común de la gente”. Quizás muchos no fueron porque no coinciden con la propuesta. Era una buena oportunidad para demostrar que la “no impugnación por pensar distinto” es real y no un mero enunciado.
No es la primera vez que Javier Milei dice o actúa de una manera que lo hace ver como un líder más cómodo y cercano a ciertos posicionamientos que pregona la extrema derecha en el mundo, no así la derecha liberal, que lo muestra de dos modos al mismo tiempo: disruptivo pero anacrónico. Esto incluye su visión sobre la libre elección sexual de las personas, por eso el acting con la medalla de los Bolsonaro es más peligrosa que polémica, por lo que puede generar en sus seguidores y las posteriores conductas sociales.
La extrema derecha, de floreciente crecimiento en el mundo, no es abiertamente machista como eran los fascistas que defendían la dominación masculina, pero sí se opone al enfoque de género y a la libre elección sexual. Ya escuchamos a muchos seguidores de Milei, algunos con aires de intelectualidad, pronunciarse sobre la homosexualidad, calificándola como una enfermedad. Días atrás el escritor y biógrafo de Javier Milei, autor del libro Milei, la revolución que no vieron venir, dijo en una entrevista con el colega Ernesto Tenembaum: “Hay conductas objetivamente sanas y conductas objetivamente insanas. Entonces, cuando el Estado promueve, incentiva y financia la homosexualidad, como lo ha hecho hasta la aparición de Javier Milei en escena, está incentivando una conducta autodestructiva”, señaló el escritor, sorprendiendo con su teoría de que el estado ha promovido o incentivado la homosexualidad. Increíble pero real.
Además, tanto Milei como Bolsonaro están ubicados en un arco ideológico y político que suma ejemplos en el mundo para poner en duda su apego a ciertas libertades. Basta ver lo que pasa en algunos países de Europa donde la extrema derecha de a poco deja su impronta en cada decisión. Algunos ejemplos: con el ascenso de Vox en España, y su arribo al gobierno en algunos ayuntamientos, entre sus primeras medidas, se destacaron la eliminación de las banderas arcoiris de los edificios públicos y la prohibición de manifestarse contra la violencia machista. En Italia, Giorgia Meloni tomó decisiones que tuvieron consecuencias para las familias homoparentales. El año pasado, el fiscal de la ciudad de Padua declaró ilegales los certificados de nacimiento de 33 niños nacidos de parejas de lesbianas, todo esto en medio de polémicas medidas del gobierno, que recomendó a los ayuntamientos que dejaran de registrar a los hijos de padres del mismo sexo. A esto se suman las leyes que impiden la libre expresión sexual en Hungría replicadas también en Rumania. Todos gobiernos con los que Javier Milei simpatiza.
No todas las decisiones de estado se toman de un día para otro, a veces se contruyen de a poco, generando adhesiones en la población. Por eso hay que observar con cuidado ciertas actitudes. Un espacio político, como el oficialismo, que hace un culto de la “libertad” en cada manifestación pública, entra en colisión con su propia identidad cuando queda expuesto que esta libertad, que tanto pregona, se resume casi exclusivamente al mercado y no a las decisiones personales, incluidas aquellas que se reservan a la intimidad de cada individuo.