Milei abre a la casta las puertas del purgatorio
Javier Milei ha decidido, finalmente, abrir las puertas de su purgatorio político. Ya no se trata de terminar con la “casta”, como pregonó en la campaña que lo llevó a orillar el 30 por ciento de los votos en las últimas PASO, sino de cambiar su composición para terminar de moldear su propio grupo de cruzados.
El tránsito entre los discursos y la realidad, han convencido al “León” que será difícil gobernar con los libertarios puros y duros y que, por lo tanto, lo que hoy se impone para él y los suyos es reemplazar lo que él mismo ha llamado la “casta” por “su propia casta”. Es decir, por su propia cofradía.
Para eso -a instancias de su hermana y unos pocos- Milei habilitó ya hace algunos días un pasillo político por el cual podrán desfilar aquellos que, tras purgar sus pecados del pasado, estarán habilitados a gritar para quien quiera oírlos, Viva la Libertad, Carajo !!.
Las puertas del purgatorio, sin embargo, no podrán ser franqueadas por cualquiera. Hay estructuras y dirigentes que son una suerte de límite para el libertario y que, hagan lo que hagan, seguirán siendo confinadas al infierno de Milei.
En esas fronteras se ubican políticos, sindicalistas y decenas de periodistas a los que el candidato les pone un sello en la frente bajo la acusación, por cierto aún no probada ante a justicia ni ante nadie, de “perioensobrados”.
Obviamente, los límites de quienes podrían estar en condiciones de purificarse, dependerán mucho de la coyuntura y de las necesidades políticas, pero también de las emociones pendulares del irritable Milei.
Ya se ha visto -sobradamente- cómo para el libertario un lunes alguien puede ser su futuro embajador plenipotenciario y 20 días después, a ese mismo político, lo prende fuego en una hoguera pública bajo cargos inflamables.
Otro fue el caso de Bullrich: “Es cierto que en algún momento la queríamos a Patricia. Pero para que diera el salto y viniera con nosotros a construir un nuevo espacio. No para que viniera ella, con siete vagones de la casta inservible”, aclaran, sin disimular que ahora -tras la pelea con Milei- para LLA “Patricia también es casta”
A simple vista, los límites para Milei son flexibles. Lo ha demostrado con reuniones polémicas con lo más recalcitrante del sindicalismo nacional. Con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo, por ejemplo, ha protagonizado cumbres impensadas al comienzo de la campaña de la Libertad Avanza.
Hoy, Barrionuevo, el célebre autor de la frase “tenemos que dejar de robar al menos por dos años” ya cruzó las aguas del Jordán y se alió a Milei bajo la promesa de recursos económicos y gente de los gastronómicos para la crucial fiscalización de los votos de octubre.
El libertario sorprendió también con la elección del inoxidable Guillermo Francos como su posible ministro del Interior. El exhombre de la Corporación América y exfuncionario del BID no es, precisamente, lo que se podría definir como lo nuevo, o un outsider de la política.
Y los ejemplos podrían seguir, si uno repasa algunas listas, o bien subraya algunas recientes incorporaciones al partido que, en las PASO, inesperadamente, le arrebató el podio a las coaliciones oficialista y de la oposición.
La existencia del purgatorio ya se incrustó en la cabeza de muchos y, hasta Carolina Píparo ha tenido reflejos para ensayar su propia voltereta: “Si me tengo que reunir con Baradel o Barrionuevo para darle soluciones a la gente, me voy a reunir sin problemas”, dijo la candidata a gobernadora sin sonrojarse.
Hace tres meses atrás, la misma Carolina aseguraba que “hay que sentarse con los docentes y dejar de sentarse con los Baradel”, si se quiere mejor la educación del país. Amnesia, incoherencia, o pragmatismo, según la necesidad ?
Bertie Benegas Lynch, uno de los niños mimados de Milei, admitió en un reportaje radial que actuales integrantes de lo que ellos denominan “casta” podrían “limpiar su pasado” para sumarse al partido.
“La gente que quiera adherir de corazón y con honestidad a los postulados de LLA, que es un cambio de paradigma en la política, bienvenida. Que pasen a los hechos y apoyen”, se sinceró.
Todo hace pensar que los libertarios, más cerca de acceder al poder que antes de las PASO, empiezan a moderar el accionar y el discurso. Una muestra perfecta de cómo funciona el teorema de Baglini que indica que los radicalismos y las extravagancias se van licuando cuando uno está más cerca de poner un pie en los despachos de la Casa Rosada.
Francos también colocó muy rápido las cosas negro sobre blanco. “La herramienta para un buen gobierno siempre es el diálogo. Si uno sabe el norte, sabe dónde tiene que ir. Sabiendo ese norte yo voy a ser un hombre de diálogo y seguramente Javier también lo va a ser”.
Una definición que bien podría titularse algo así como “el diálogo con la casta”, esa fracción amplia impura que habita el congreso, los sindicatos, la justicia, el periodismo, los empresarios y los partidos políticos.
Está claro que, sin diálogo tampoco habrá leyes en el Congreso. Y, si la idea es adoptar el dólar como moneda -algunos analistas dicen que sería Inconstitucional- necesitarán de consensos ineludibles en el Parlamento.
Justamente, dolarizar y terminar con la casta han sido las dos idas fuerza con las que Milei cosechó la simpatía y el voto de millones de argentinos en la PASO.
Abrir las puertas del purgatorio para que los integrantes de la casta pasen casi sin escalas del Infierno a las Fuerzas del Cielo es una jugada necesaria que le daría a LLA musculatura política, pero también es una movida de riesgo.
Los electores que casi en un 30 por ciento votaron a Milei en agosto no tolerarían un caballo de Troya. No soportarían un hombre que bajo promesas de ser diferente termine abrazado a lo que hay, a la palabra devaluada y a la mediocridad de una gran parte de la dirigencia política tradicional.
Un exagerado coqueteo con la casta, un paso en falso de Milei -el outsider que hoy ocupa por mérito propio y falencia de los adversarios el centro del ring- podría llevar por desencanto a millones de argentinos, una vez más, a emitir los peligrosos rugidos del que se vayan todos.
Y, Milei lo sabe.