Mil gracias, Javier, por tus verdades y tus mentiritas
Milei usó la cadena nacional para militar su gobierno, respondió a la marcha del martes con la acusación de que buscan desestabilizarlo, y el miércoles, en la Fundación Libertad, dio un discurso “standapero” que hizo las delicias del público por la abundancia de humor y chicanas. ¿Eso lo convierte en un remedo de Cristina? ¡Cualquiera! Apenas un puñado de coincidencias. Cris es esencialmente populista, y Javi..., bueno, Javi la mira con cariño. No a Cristina, por Dios; a esa vocación por lo popular. A la señora, en todo caso, la admira. No me acusen de sacrílego: solo digo que ella tenía una exitosa fórmula para ser objeto de devoción de las masas. Es posible que, sin querer queriendo, el Presi haya sacado algunos tips de ese estilo magnético. Pero obvio que las diferencias son enormes. ¿Cris en la Fundación Libertad? Antes que ir a ese antro es capaz de cualquier sacrificio: cortarse el jopo, no usar más el Rolex de oro y donar sus jubilaciones a hospitales (o a universidades, je). Me parece estar oyéndola: “¡Ni de locos!”. Claro, señora, cómo va a pisar semejante foro. “Ni de locos renuncio a todo eso”.
La obsesión de Milei es marcar su propio destino. Tiene como guía el espejo de Alberto: si hace lo contrario, acierta. Justamente cortó con Fátima para no caer en la tentación de achacarle culpas. A propósito de Alberto, insigne profesor: no fue visto en la protesta. Barajan tres posibilidades: estaba viendo una serie, temía encontrarse con sus alumnos o fue a Olivos y no a la Plaza de Mayo. Agrego una cuarta: se quedó dormido.
Qué diferencia con Massita, que llegó envuelto en el calor de la gente. Tremendo carisma. Lástima que fue ministro de Economía: nos perdimos un gran presidente. Máximo no estuvo, por lo de siempre: huele a pizarrón y sale corriendo. Kichi, frustradísimo: subió la escalera del escenario con paso de gobernador y la tuvo que bajar enseguida porque los de la CGT no lo dejaron pasar; le atribuyen haber dicho que defiende la UBA por ser “una fruta muy noble”. Cristina salió al balcón del Instituto Patria mostrando un buzo universitario; fuerte decepción: muchos esperaban que mostrara su título de abogada.
Milei no consigue digerir la concentración estudiantil. Un poco lo entiendo. Las universidades públicas son tierra fértil para la progresía. Él lo definió muy bien en su tuit: “Lágrimas de zurdos”. Sí, todo zurdaje. Según la estimación de LA NACION, se congregaron más de 400.000 personas. Increíble la capacidad de movilización de la izquierda. Hay que revisar los prejuicios: marcharon pacíficamente y se retiraron con la misma onda zen. Zurdos eran los de antes: contestatarios, revoltosos, violentos. Estos son más pícaros: varios dijeron que habían votado a Milei. O mentían o eran infiltrados. Motosierra, jefe. Y si de verdad eran de los nuestros, a los leones.
Otra forma de ver la protesta es pensar que se trata de estudiantes cuya única consigna es que quieren estudiar. Rarísimo. ¿Qué se creen, que esto es Suiza? Yo, desde el Mayo del 68 francés, veo estudiantes en las calles y me broto.
Llamé al secretario de Educación, Carlos Torrendell, designado para negociar con las universidades. Me presenté y, sobre todo, le pedí que se presentara, porque no estaría siendo muy conocido. Ya me olvidé de su currículum, pero no de lo que me dijo: “Tanta historia con la UBA y resulta que, en el más prestigioso ranking de universidades, el de Times Higher Education, figura en el puesto 170″. Le expliqué que esa investigación reúne a casi 2000 universidades de 108 países: 170 no es una mala ubicación. Me contestó: “Hasta que se enteren de que Alberto es profesor”.
Hay otro ranking al que los mercados globales le están prestando mucha atención. Este año, el peso es la moneda que más se valorizó frente al dólar. Por si leyeron distraídos, repito: el peso Milei –no el euro, no el yuan– está haciendo hocicar al dólar. ¿Retraso del tipo de cambio? No, la mayor victoria argentina después de Qatar. Moneda contra moneda, un voraz fortalecimiento de la nuestra, que alcanza el 25%. Javier lo hizo. Lo hizo sin querer, pienso, porque íbamos a dolarizarnos. Ahora resulta que Estados Unidos analiza seriamente la pesificación.
Lo dijo el Presi en su cadena: estamos muy bien. Por favor, cuántas cifras auspiciosas, y cuánta seriedad para exponerlas. Otra diferencia con Cris, que no hablaba si no estaba rodeada de aplaudidores y patios militantes. Javi puede incurrir en mentirillas y es un poco atropellado cuando lee, pero lo atribuyo al apuro por dar buenas noticias. La principal apareció enseguida, en el primer minuto de su exposición. Transcribo: “En cuatro meses hemos recorrido ya más de la mitad del camino”. ¿Más de la mitad del camino? Wow. ¿No exagera, jefe? No, claro, cómo va a exagerar en esa materia; cómo va a ilusionarnos con lo poco que falta. Saqué el cálculo: a este ritmo, en julio habremos completado la tarea. Impresionante. De no creer. Me pellizco.
O que alguien lo pellizque a Javier.