Mezquindades de la pandemia
Por momentos parecería que somos todos ciudadanos ilustres y nuestros representantes, oficialistas u opositores (según de qué lado de la grieta te encuentres) son todos siniestros. En el feriado del último lunes pudimos observar como miles y miles de autos circulaban en las autopistas y nos “rasgamos las vestiduras” por la actitud desubicada de las fuerzas de seguridad de todos los niveles de gobierno, que se dispusieron a controlar la enorme circulación vehicular de ciudadanos, que, durante un fin de semana largo, pasaban a toda hora por los diferentes accesos que conectan la ciudad porteña con la provincia de Buenos Aires.
En el marco de la pandemia por coronavirus, la Argentina hoy muestra una situación alarmante. Así, podemos afirmar con pesar que, según el sitio Worldometer ocupamos el lugar número 11 en cantidad de infectados, el lugar número 13 en cantidad de fallecidos, y el lugar número 5 en cantidad de pacientes “serios críticos” sobre un total de 221 países. Mientras tanto, y en sintonía con este triste panorama, nuestro sistema de salud está al tope y ya se torna complicado recibir atención adecuada por Covid-19 o cualquier otra enfermedad. Al escribir estas líneas nos anuncian desde el Ministerio de Salud que la ocupación de camas en Unidad de Terapia Intensiva alcanza en el AMBA el 77,2% (y cabe destacar que el sistema de salud privado, que es el que más atiende pacientes en la ciudad porteña ya se encuentra saturado y algunos centros médicos colapsados). La ocupación de camas a nivel nacional alcanza el 74,3%. En algunas provincias, como Santa Fe, el colapso del sistema de salud tristemente llegó.
Necesitamos más vacunas y necesitamos que esas vacunas se apliquen rápidamente. Según el sitio Our World In Data, solo 2,37 millones de personas se encuentran completamente vacunadas contra el covid-19 en la Argentina. Necesitamos hace más de un año que se gestione considerando articuladamente lo sanitario, lo económico, lo social y lo psicológico, y nuestros gobernantes no responden a la altura de las circunstancias. Pocas dudas caben al respecto, luego de un año y meses de pandemia y los indicadores tristísimos que nos acompañan. Pero nos creemos muy diferentes a nuestros dirigentes políticos, y tal vez debemos admitir de una vez, que nuestros representantes nos representan excelentemente bien. ¿Acaso podemos negar que una enorme cantidad de ciudadanos falta a la regla, hace trampa, se victimiza y no se hace cargo de aquello que le corresponde? Muchos ciudadanos que habitan suelo argentino pretenden que seamos Dinamarca, pero no pueden hacer la mínima empatía, asumir la mínima responsabilidad social y respetar las mínimas normas de convivencia.
El jefe de Gobierno porteño, Rodríguez Larreta, nos anunció en su última conferencia de prensa: “estamos coordinando con los 40 mil consorcios de la ciudad para poder reforzar las medidas de cuidado y de control, para eso tenemos 5 mil trabajadores del gobierno de la ciudad que van a recorrer cada uno de los consorcios, controlando que se cumplan con las medidas de no poder hacer actividades en gimnasios, en sums, en parrillas, y para controlar también que no se realicen encuentros sociales en los departamentos”. También apeló a que la gente ayude llamando al 911 para denunciar si ven una fiesta clandestina o encuentros de muchas personas. ¿Se entiende que si Larreta monta todo este operativo de denuncias y control es porque una parte significativa de los ciudadanos se comporta horriblemente en medio de una crisis sanitaria que está en su momento más fatal?
Si nuestros dirigentes políticos nos gobiernan admitiendo lo mal hecho sanitaria y no sanitariamente y comienzan a gestionar de un modo honesto y eficiente vamos a salir de este infierno mucho más rápidamente. Y si, como ciudadanos, nos comportamos como una sociedad en lugar de como un conjunto de individuos vivillos, se va a circular más rápido por las autopistas, vamos a poder vacunarnos cuando corresponde, porque para que existan miserables que vacunan a vacunados vip tienen que existir miserables vacunados vip (que no son más que ciudadanos de a pie que en lugar de esperar su turno cometen un abuso), vamos a poder disponer de un sistema de salud que dé respuesta, ya que esto no solo depende de mejores y más equipados centros de salud, sino también de que gran cantidad de ciudadanos no se apilen en plazas y parques y clubes y lugares cerrados sabiendo que nos vamos a contagiar todos juntos y que nuestro sistema sanitario colapsará y mucha gente morirá por Covid-19 o cualquier otra dolencia.
La médica terapista Vanina Edul nos comunicaba por televisión, como se suele escuchar que en invierno siempre la ocupación de camas de terapia intensiva fue del 90%, y explicó a continuación que el 90% de ahora corresponde a otro denominador, porque “una cosa eran 7 mil camas y otra es tener 12 mil camas atendidas por la misma gente que atendía las 7 mil camas”. ¿Se entiende que aplaudir al personal de salud durante unos meses no tiene ningún valor si luego no podemos cuidarnos y cuidar a los demás para que los médicos puedan tener un respiro por su propio bienestar y el nuestro? La doctora Edul culminó su explicación con una síntesis magistral que tal vez pueda hacer reaccionar a aquellos ciudadanos incapaces de comprometerse por el bien común, al enfatizar: “si bien son una minoría los que hacen una forma grave de coronavirus, nadie está exento, cuando mucha gente está contagiada es más alta la probabilidad de que más gente presente esta forma grave, … hay que dejar de mirarse el ombligo, hay que dejar de sentirse el centro del mundo y hay que poder tener empatía y compasión y darse cuenta que el otro puede ser una persona que yo quiero, y nadie quiere pasar por esa situación, aun si sobraran camas de terapia intensiva”.
El no hacerse cargo es una característica espantosa y frecuente de nuestros gobernantes, que nos irrita y perjudica enormemente. El no hacerse cargo es una característica espantosa y frecuente de una parte de la ciudadanía argentina, que protesta y protesta, pero que solo vela por sus intereses y no se involucra jamás en lo que refiere al bienestar general.
Politóloga y Profesora (UBA)