Métodos anticonceptivos: que el árbol no tape el bosque

La semana pasada, el Ministerio de Salud de la Nación publicó, en sus cuentas oficiales, una lista de los métodos anticonceptivos a los que se puede acceder gratuitamente en hospitales públicos y centros de salud, o a través de obras sociales y prepagas. A partir de los 16 años, indicó el comunicado, la vasectomía y la ligadura de trompas son dos de las posibilidades por las que pueden optar los jóvenes.
La polémica no tardó en llegar. El posteo de la cartera que conduce Carla Vizzotti, ¿fue acorde a la ley? ¿Le faltó algo? ¿Fue demasiado lejos? Como suele ocurrir en estos tiempos, y particularmente en nuestro país acelerado y abonado a los enredos, escasean los espacios para reflexionar con profundidad. Estas líneas son un aporte en ese sentido.
Conviene, en primer lugar, separar los tantos. La ley 26.130, tal como afirmó el Ministerio luego de que le llovieran las críticas, efectivamente contempla que las personas puedan solicitar estos métodos anticonceptivos, luego del indispensable proceso de asesoramiento, acceso a la información y acompañamiento de parte de profesionales de la salud.
Ahora bien, el problema no reside en la legalidad de la publicación; la gratuidad de los métodos anticonceptivos, y el derecho de cada ciudadano a recibir todos los datos necesarios de cada uno de ellos, no son temas en discusión. La atención hay que fijarla en dos aspectos sistemáticamente descuidados por el Gobierno: la comunicación y, principalmente, el estado del sistema de salud.
Vamos con el primer punto. La comunicación es uno de los déficits más evidentes del kirchnerismo. A veces producto de la fragmentación del Frente de Todos (como dice el clásico infantil “cada cual atiende su juego”, dejando de lado la responsabilidad institucional que implica ejercer un cargo público), en otras ocasiones por desinterés o, sencillamente, por no estar a la altura de las circunstancias. En pocas palabras, tenemos un gobierno aislado de la sociedad que representa, y por supuesto, ajeno a la realidad que ella vive.
En este asunto específicamente, faltó sensatez y profesionalidad. Las alternativas anticonceptivas que se consideran no reversibles, como la vasectomía y la ligadura de trompas, merecen una comunicación cuidada, especialmente pensada para los grupos etarios a los que se dirige. Se trata de una decisión que supone un impacto sideral en la vida de una persona. Hagamos el ejercicio de pensarnos a nosotros mismos a los 16 años o 17 años, ¿estábamos en condiciones de tomar una determinación de ese calibre?
Las políticas públicas necesitan, indefectiblemente, de un contexto. Y en este caso no hubo nada de eso. Los jóvenes vienen de atravesar una pandemia cuyas consecuencias se hacen sentir en el ámbito de la salud, de la educación y del trabajo. Están creciendo en un país en crisis, que les cierra puertas y les pone las cosas cada vez más difíciles. Necesitan mucho más que una gestión que se saca la pelota de encima, amparado en una caricatura del progresismo completamente devaluada.
La realidad del sistema de salud es otro el lugar desde el que debemos analizar esta cuestión, y sin lugar dudas, el más relevante. Porque el estado actual del área no refleja, ni de cerca, lo que afirma el Ministerio de Salud. No hay recursos humanos suficientes para escuchar y atender a las personas que buscan información. En los centros de atención primaria es un milagro encontrar un ginecólogo. Suelen pasar, en el mejor de los escenarios, dos o tres meses hasta conseguir un turno para una consulta. Si hacen falta estudios posteriores, la espera se multiplica.
Con el panorama completo, podemos ver acabadamente el desatino del Gobierno. No solo arrojan información sensible en las redes sin el mínimo reparo, sino que lo hacen amparándose en circunstancias que no existen. Con una deuda estructural en infraestructura, recursos humanos precarizados e insumos insuficientes, el sistema público no puede absorber la demanda de la sociedad. Para empezar a resolver los problemas, primero hay que reconocerlos y plantearlos con honestidad.
La marcha de la economía, la previa electoral y los cruces cotidianos entre las fuerzas políticas suelen llevarse todos los titulares. Es importante que permanezcamos atentos a cuestiones de esta índole, que pueden afectar enormemente la vida de adolescentes que tienen todo por delante. A través de políticas públicas en educación y salud se construye el futuro de las nuevas generaciones; la falta de ellas, qué duda cabe, desdibuja las posibilidades de alcanzar estándares aceptables de desarrollo y normalidad en la Argentina.
Diputada provincial, Convencional Nacional UCR
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