Metáforas en el trasero
Una casa de familia, una ONG, una sociedad benéfica, un club social, una empresa, un emprendimiento, estos son los socorridos términos inexactos con los que cada gobierno compara e identifica al país.
Este veterano ha escuchado todos los discursos de ministros, presidentes, oficialistas y opositores, y puede decir que no hubo uno siquiera que no pusiera como ejemplo justificatorio de medidas económicas como mínimo discutibles, la metáfora de "el país es como una casa, si se gasta más de lo que se gana, hay problemas" (es el tópico típico del discurso simplista), que resulta elementalmente tramposa.
Una familia es un grupo formado voluntariamente por un grupo de personas desde el afecto, el amor, las coincidencias y las atracciones aún en los opuestos. Un país es un territorio donde seres humanos nacen sin posibilidad de elección, un conjunto de instituciones, recursos naturales, industrias, comercio, relaciones exteriores, fronteras no siempre rígidas y mucho menos tranquilas, fauna, flora, peculiaridades climáticas, jueces, clase política, parlamento y reclamos sociales de todo tipo. Hay enormes diferencias casi abismales como para querer tapar el sol con la mano y justificar disparates financieros como si la realidad de un país fuera comprar fruta en un super.
Las ONG y las sociedades benéficas y/o filantrópicas son organizaciones que sirven para aliviar problemas pero de ninguna manera garantizan la solución completa a los grandes quebrantos que sufre la humanidad.
Los gobiernos populistas creen que con el voluntarismo, el despilfarro de fondos comunes y el abuso de proteccionismos favorecedores de sectores adictos con acomodados y trepadores de ocasión, logran el bienestar social que suele durar lo que un suspiro. Al fracasar la opción ONG sociedad benéfica, vuelven al ataque las metáforas de "la casa de familia mal administrada" y vuelven los ajustes sin piedad.
No puedo asegurar si es por la edad (setenta y seis pirulos) o por lógica y experiencia que siento un gran hartazgo y aburrimiento al escuchar estos discursos alternativos que hablan de "la actual inflación" olvidando que ese problema ha atravesado nuestra historia en el último medio siglo y cuando presumiblemente se la consideró controlada fue o por una convertibilidad forzada que luego explotó en forma de corralito o sino por la falsedad flagrante de cifras dadas por un Indec más mentiroso que Pinocho como primer paso hasta la ausencia total de toda información al ver que el barco naufragaba sin remisión.
Mientras tanto en verano no hay luz en millones de hogares, las tarifas pasan de ser ridículamente bajas a convertirse en impagables. Y para peor irritación los funcionarios de turno hablan de "medidas necesarias pero antipáticas". ¿Antipáticas? Si un alquiler sube a seis mil pesos, la luz y el gas se llevan dos mil pesos más y el "jefe de familia", esa institución que ejemplifica la responsabilidad ciudadana en la economía, sigue ganando en el mejor de los casos ocho mil pesos, la medida no es "antipática" es imposible, es una burla, es un despropósito. A menos que se piense que esa familia va a seguir la dieta "como engordar sin comer".
También estoy hasta la coronilla de oír la expresión "economía de guerra" en un país que no es la Europa de 1945 con Berlín y Londres destruidas y con escombros de horror, ni la pobre Siria bombardeada sin piedad con millones de muertos, heridos y fugitivos. ¿Pueden meterse las metáforas donde termina la espalda y gobernar en serio?