Posiciones opuestas. “Ayudar a morir” vs. “Cuidar la vida hasta el final”: la difícil discusión sobre la eutanasia
Son médicos reconocidos que, además, se admiran mutuamente; pero Mario Sebastiani y Gustavo de Simone tienen posiciones enfrentadas sobre la posibilidad de que alguien ponga fin voluntariamente a su vida, y sobre las leyes que en EE.UU., Suiza, Bélgica y Canadá regulan esta práctica
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Se conocen desde hace muchos años, se respetan y admiran. Casi desde los inicios de su carrera como médico oncólogo, Gustavo de Simone (67) abrazó una especialidad –los cuidados paliativos– que se ocupa de aliviar el sufrimiento, especialmente en la última etapa de la vida, y se convirtió en un referente sobre el tema. Mario Sebastiani (72) es médico obstetra: asistió más de 12.000 partos, pero no sólo acompañó a las mujeres en su decisión de ser madres sino que también fue impulsor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. En agosto del año pasado, Sebastiani publicó su último libro: Si pudieras elegir de qué manera morir, ¿qué harías? (Ed. El Ateneo), que expone su posición frente a lo que considera un derecho pendiente: la legalización de la eutanasia.
De Simone y Sebastiani mantienen posiciones opuestas sobre la cuestión, que ha generado varios proyectos de ley. Actualmente hay 3 -dos de la UCR, uno del Frente de Todos- a la espera, sin demasiado éxito, de alcanzar tratamiento legislativo. Todas las propuestas buscan legalizar el derecho a que las personas con enfermedades terminales reciban una inyección que les produzca la muerte inmediata, previo consentimiento informado y pedido expreso de su decisión. No son muchos los países que tienen una ley de este tipo: Holanda, Bélgica, Suiza, Luxemburgo, España, Canadá, algunos Estados de EE.UU. y Colombia. En Uruguay tiene media sanción.
–Qué opinan sobre legalizar la eutanasia?
–(G.d.S.) El debate me parece importante porque implica una preocupación por el sufrimiento humano, especialmente el sufrimiento ligado al final de la vida, en lo físico y emocional. La mayoría de las personas, aun muy enfermas, conservan su capacidad de decidir. Eso debe ser respetado, pero también deben respetarse los derechos y el bien común. Por eso, desde la perspectiva del Estado, me parece riesgoso legalizarla. El médico, al aplicar la inyección, está matando. Con la intención de evitar un sufrimiento, pero está matando.
"Desde la perspectiva del Estado, me parece riesgoso legalizarla. El médico, al aplicar la inyección, está matando. Con la intención de evitar un sufrimiento, pero está matando."
Gustavo de Simone
"Mi visión es ayudar a morir. La muerte es un hecho biológico, pero también una construcción. ¿Quién mide mi sufrimiento, mi dolor, mi dignidad? La eutanasia viene de la mano de la autonomía, supone una voluntad expresa de una persona en su sano juicio. Estoy a favor de la libertad. Y prefiero hablar de “muerte médicamente asistida”."
Mario Sebastiani
–(M.S.) Gustavo usó la palabra “matar”. Mi visión es ayudar a morir. La muerte es un hecho biológico, pero también una construcción. ¿Quién mide mi sufrimiento, mi dolor, mi dignidad? Hay dos ejemplos: Stephen Hawking estaba de acuerdo con la eutanasia pero no la pidió, llegó hasta sus últimos días. Ramón Sampedro pidió suicidio asistido, que lo ayudaran a morir. La eutanasia viene de la mano de la autonomía, supone una voluntad expresa de una persona en su sano juicio. Estoy a favor de la libertad. Y prefiero hablar de “muerte médicamente asistida”, porque la aplica el equipo de salud, que conoce las drogas, que sabe cuándo una persona está en etapa terminal.
–¿Existe el temor de que la legalización de la eutanasia produzca una “epidemia” de solicitudes?
–(G.d.S.) El primer año es alto porque hay gente que la ha pedido antes. Luego se estabiliza. En Holanda una de cada 20 muertes es por eutanasia: el 5 por ciento. En nuestro país por año mueren 350 mil personas. Si se repitiera lo de Holanda serían 17.500 personas, es un estadio chico de fútbol, unas 50 personas por día. Pero, además, se están aflojando los criterios: ya no es por una enfermedad terminal sino por razones sociales, por ejemplo, la pobreza, algo que ocurrió en Canadá. Y en Holanda un señor que cumplió 70 años en perfecta salud, hizo un festejo y pidió eutanasia porque no quería envejecer: no se la aceptaron porque el tema del sufrimiento ahí está en segundo plano.
–(M.S.) Para que Gustavo se quede tranquilo, de aprobarse aquí la ley esto no va a suceder, porque sería para enfermos terminales. Lo que es importante, estoy convencido, es entender que la sociedad busca cada vez más libertades. ¿Qué va a pasar si se sanciona la ley de eutanasia? Que va a aumentar la libertad de las personas.
–(G.d.S.) Bueno, pero también pueden pasar otras cosas: en Holanda se detecta todos los años eutanasia en pacientes que no lo pidieron. Cuando nos sentimos habilitados para un acto como quitar la vida hay riesgos. Por ejemplo, que alguien decida aplicar una inyección a pedido, generalmente con la connivencia de la familia.
–(M.S.) No: eutanasia es el paciente, despierto, que pide morir. Nunca puede ser un pedido de la familia. Seguramente así era antes, no lo sabemos, porque la eutanasia no es algo nuevo. En Cerdeña a principios del 1700 estaban las “accabbadoras” que terminaban con la vida de los enfermos terminales, y acá, en el norte argentino, los despenadores, que cumplían la misma función. Pero la eutanasia no se puede aplicar a pedido de la familia, siempre debe ser del mismo paciente.
–¿Es distinta la eutanasia que el suicidio asistido?
–(M.S.) Sí, la eutanasia es producir la muerte en otro. Puede ser que la produzca el médico u otro operador del sistema de salud: en España, después de una larga discusión, no lo hacen los médicos sino los enfermeros. El suicidio asistido es cuando el propio paciente logra poner fin a su vida porque la medicina le explica qué debe hacer. En ambos casos, con autonomía y consentimiento informado.
–¿Qué es legal hoy?
–(M.S.) Cuando se padece una enfermedad incurable o irreversible, o cuando alguien se encuentra en situación terminal, legalmente puede rechazar tratamientos y soporte vital; evitar el encarnizamiento terapéutico: no recibir asistencia respiratoria, ni alimentación parenteral, ni hidratación, ni reanimación. Todo esto puede haberlo determinado antes el paciente, a través de las directivas anticipadas, o decidirlo un familiar o amigo a cargo.
–¿Creen que si existiera la garantía de que seremos acompañados realmente sin dolor (porque no todos los dolores se calman) se elegiría la eutanasia? Hay en el país una ley de cuidados paliativos, pero no se aplica siempre.
–(G.d.S.) La ley de cuidados paliativos existe, pero no se reglamentó: así, no es útil. Entonces pongamos el énfasis en mejorar. Médicos y psicólogos deberían tener cuidados paliativos en su formación de base, estamos mejor que hace 20 años, pero falta. Y de morir muy poco se habla. Cuando un paciente te dice “doctor, no quiero vivir más”, el pedido suele ser que no quiere vivir más “así”. Desde los cuidados paliativos podemos aliviar el dolor, facilitar la despedida… Y creo que esto bajaría el pedido de eutanasia, pero no hasta abolirlo.
–¿Qué piden las personas moribundas?
–(G.d.S.) Una minoría pide morir. La mayoría, diciéndolo o no, demuestra aceptar la muerte. Piden no tener dolor, estar acompañados, en su casa, y en muchos casos también despedirse. Y se lo podemos ofrecer. En aquellos pacientes que no toleran el dolor, ya sea físico o emocional, existe la sedación paliativa. Se lo mantiene dormido hasta el final. Esa sedación puede ser intermitente, en caso de que quiera tener momentos de conciencia. Se pacta con el paciente. Pero no aceleramos la muerte. Por eso no es igual que la eutanasia.
–¿Y qué pasa si los familiares piden que se apure un proceso irreversible?
–(G.d.S.) Primero, legitimar la sensación del familiar de querer tirar la toalla, porque es un ser humano; segundo, valorar todo lo que está haciendo. En estos casos proponemos la internación de respiro, que el paciente comprenda que en ese momento la familia necesita un descanso e internarlo unos días en otro lugar. La conversación no siempre da un resultado absoluto, pero limita el conflicto.
–(M.S.) La familia puede pedir rechazo al tratamiento de sostén, ya sea porque la persona lo indicó según directivas anticipadas o porque interpretan ese deseo del propio paciente. Pero no puede pedir la eutanasia.
–Ustedes, definitivamente, no coinciden en lo que tiene que ver con la legalización...
–(G.d.S.) Yo coincido con la idea de ayudar a morir, y es lo que hago: acompañar en el final de la vida. Pero veo el morir como una parte del vivir, esa última etapa, y creo que como humanos podemos atravesar esa situación. La eutanasia para mí es matar y matar, no importa la razón, es una patada a la dignidad, por más que la intención sea aliviar el sufrimiento. Hay una cuota de sufrimiento existencial propio de la vida humana y es una utopía que cualquier ley de eutanasia lo pueda evitar. Por eso propongo ir hacia una ética del cuidado, de la aceptación de nuestra condición vulnerable y finita.
–(M.S.) Para mí hay que legalizar la eutanasia porque forma parte de la libertad y debe ser un derecho humano. El Estado hoy es demasiado paternalista, impide que ayudemos a morir y dice que somos asesinos si ayudamos a hacerlo. ¿Significa que salís del médico con un cáncer y te doy la inyección? No, habrá un comité que va a analizarlo, comités nada burocráticos, con presupuesto, con personal capacitado, en funciones las 24 horas, los 365 días del año.
–Pero en nuestro país, donde hay leyes de asistencia a los pacientes que aun reglamentadas no se cumplen, ¿poner en marcha un comité con ese nivel de dedicación para aplicar o no la eutanasia sería realmente posible?
–(G.d.S.) Si en Holanda todos los años hay eutanasiados que no han pedido la eutanasia, es una razón más por la que no estoy a favor de la legalización en la Argentina, a la luz de cómo funcionan acá las cosas. No quiero pensar qué puede suceder con una ley. Que aparezca el “operador eutanásico”, alguien que cobra, como un enfermero en Brasil que tenía un negocio con empresas fúnebres. Es una ley que no tiene retorno: significa quitar la vida.
–(M.S.) Me parece que hay que tener cuidado de no legislar por las anécdotas. Una ley es un paraguas, un derecho para todos los pacientes, pero después cada caso debe ser analizado e interpretado en particular. Me han preguntado si se puede hacer eutanasia en un hospital privado o en un hospital público. Y yo respondo que no se puede tener una ley para ricos y otra ley para pobres. La ley es una.
–¿Y si alguien pide morir para no agobiar a la familia?
–(M.S.) Puede ser un motivo que puede estar dentro de mi autodeterminación para querer poner fin a mi vida.
–¿La religión es un factor importante?
(M.S.) Sí: la vida te la dio dios, te la quita dios.
–(G.d.S.) Como creyente creo que nuestro espíritu es un destello de un ser superior. Como sociedad no hemos trabajado mucho esa dimensión espiritual, ese soplo de vida. No estoy de acuerdo tampoco con la pena de muerte, no creo que esté a la altura humana ser habilitado para matar a otro.
–A pesar de ser ilegal, ¿se practica la eutanasia?
–(M.S.) Sí. Hay eutanasia, está debajo de la mesa, como antes había abortos.
–¿Y es una práctica muy extendida?
–(G.d.S.) No se sabe…
–¿Le tenemos miedo a la muerte?
–(M.S.) Creo que al cómo, no al morir. Uno tiene miedo y a ese miedo hay que darle una salida.
–(G.d.S.) Sí, es gran parte del problema. Cuando alguien se acerca a acompañarte y legitima ese miedo se pone como el hermano mayor en una tormenta, con quien se puede hablar y que sabés que está ahí, y ese miedo se pasa. No funciona siempre, pero sí en un porcentaje elevadísimo.
–De sancionarse la ley, ¿el médico podría negarse?
–(M.S.). Sí, se tiene en cuenta la objeción de conciencia, pero individual, no de una institución entera. Y si yo te digo no, te debo derivar inmediatamente. Tu derecho a la objeción de conciencia no me priva a mí de mi derecho.
–¿Qué opinan de la eutanasia sus colegas?
–(M.S.) El año pasado di más de 30 charlas sobre muerte médicamente asistida: unos 2000 médicos. Sólo uno se manifestó en contra.
–(G.d.S.) La Academia Nacional de Medicina se pronuncia negativamente y otras entidades no tienen posición definida. Desde el punto de vista de los profesionales no hay muchos estudios. Una investigación de 1994 sobre médicos de Buenos Aires, GBA y La Plata indicó que la mayoría no tenía información suficiente, pero un 7% reconoció haberla practicado, aun ilegalmente. Otro estudio de 2000, sobre más de 400 médicos jóvenes, indicó que el 60% se mostró a favor del suicidio asistido.
–¿Estamos cerca de tener una ley?
–(M.S.) No lo sé. Los proyectos están frenados. Es evidente que alguien no quiere abrir la puerta. Durante la discusión sobre el aborto algunos planteaban el dilema de las dos vidas. Ahora no hay grieta. Aquí es una sola vida: la tuya.
Mario Sebastiani
Doctor en Medicina por la Universidad de Buenos Aires y miembro del Comité de Bioética del Hospital Italiano de Buenos Aires. Es autor de La ética y la antiética de tener hijos, Aborto legal y seguro, y Si pudieras elegir de qué manera morir, ¿qué harías?
Gustavo de Simone
Médico y máster en cuidados paliativos, director médico de Pallium Latinoamérica, expresidente de la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados Paliativos, coordinador general del Programa de Residencia en Cuidados Paliativos, Ministerio de Salud, GCBA; presidente del Consejo Académico de Ética en Medicina.