Mentes criminales
- "Es muy importante la inteligencia criminal que permite desbaratar a las bandas de narcotraficantes."
(Del secretario de Seguridad, Sergio Berni)
En la década del 20 el escritor inglés Edgar Wallace creó al detective J.G. Reeder, estrambótico personaje de gruesas patillas, galera y paraguas, que resolvía complejos casos empleando su "mente criminal". Hoy, la serie Criminal Minds convirtió el don en eficaz instrumento para atrapar a retorcidos psicópatas.
Continuador entre nosotros de esta vertiente criminológica en la que el bueno se pone en el lugar del malo, el secretario de Seguridad reconoció la importancia de la "inteligencia criminal" en el combate al narcotráfico, pues "la lucha tradicional ha fracasado" y "estamos imponiendo una nueva modalidad". La inteligencia criminal.
Los problemas surgen cuando se produce un desequilibrio y lo criminal contamina y ablanda la inteligencia del incauto. Berni agregó que el combate es "bastante eficiente" y "las fronteras están bien cuidadas" . Entonces, ¿por dónde entra y sale la droga que infiltra nuestras instituciones? Para Berni, es la frontera norteamericana la vulnerada, no la nuestra. En cambio, para su jefe, el ministro Arturo Puricelli, "no alcanza" el "gran esfuerzo" del Gobierno. Lo importante es seguir participando.
Cuando la inteligencia criminal se desquicia, el solapado avance de lo criminal termina por dominar la inteligencia y puede producir criminales poco inteligentes, como el policía de Olavarría que fue a impedir un suicidio y lo logró matando de un balazo al frustrado suicida, o el Servicio Penitenciario que profuga un preso por día, aunque el fugitivo tenga la pierna enyesada o carezca de vehículo, y haya que pedirle un remís que lo espere en la puerta del penal.
La mente criminal, explicaba Mister Reeder, "alberga ilusiones". No significa que el Gobierno finja una lucha inexistente mientras promueve el narcotráfico -sólo una mente criminal se atrevería a pensarlo-, pero conviene tener en cuenta que nuestro pasado ayuda poco. Ante el éxito de las novelas de Reeder, en los años 40 la editorial argentina que las publicaba encargó a autores anónimos nuevas historias del detective londinense. Las falsas resultaron iguales o mejores que las de Wallace. "La mente criminal es un don horrible", se sinceraba Mister Reeder, pero nunca sabremos si el genuino o el apócrifo.