Mea culpa
"Fue un error enorme. Fue mi error, y lo siento".
(De Mark Zuckerberg.)
¿Se le puede creer al cofundador y CEO de Facebook? ¿Un error, nada más? Que lo siente es seguro, la quinta fortuna del mundo tuvo que responder preguntas con cara de piedra ante el Congreso norteamericano.
¿Cómo no sentirlo si los datos que se filtraron de 87 millones de usuarios habrían contribuido a colocar a Trump en la Casa Blanca? Con esa masa de información la consultora Cambridge Analytica definió la retórica de la campaña, como hizo poco antes en Gran Bretaña para el triunfo del Brexit.
Cuando nos descubren, las avivadas se convierten en errores y lo sentimos. Zuckerberg tiene un grueso prontuario de mea culpa. Pero es inútil lamentarse y él lo sabe. La acumulación bulímica de información personal que engorda los bancos de datos es tan inevitable como los programas diseñados para digerirla con vistas a la venta de productos, políticos o no.
Más útil es buscar la forma de evitar abusos de un fenómeno que no tiene nada de nuevo. ¿Hay algo más viejo que la necesidad de comunicarnos con otros, de buscar compañía, de ser tenidos en cuenta, de que nos vean, aunque sea pantalla mediante? Zuckerberg también lo sabe: "Mi prioridad siempre fue comunicar a la gente, crear comunidades y unir al mundo". Suena ampuloso, pero razón no le falta. De ahí que se crea poderoso y con derecho a la reticencia sobre las medidas que adoptará para evitar nuevas filtraciones.
Más de la cuarta parte de la población mundial le confió sus vidas mediante un contrato que permite emplear la información. Hay allí vidas verdaderas y vidas mejoradas, algunas al extremo de volverse virtuales. Y muertos que gozan de sobrevida. Están el presente y el pasado sin fallas de memoria. Lo verificó el periodista de The New York Times que accedió a sus datos almacenados por Facebook (650 megabytes) y halló que pese a usarlo poco Facebook conservaba su lista de 764 teléfonos de contactos y todo lo referido a los cien amigos y exparejas que él había borrado de su vida y de Facebook.
El abuso que cometen oscuras consultoras que toman esas vidas de a millones no será nada comparado con el que podrán cometer quienes en el futuro las tomen de a una para efectuarles ingenierías altamente personalizadas que ya no decidirán solo sus votos sino también sus trabajos, amistades y amores.