Me tocó defender a Milei en Europa: flor de laburo
Diez días estuve trabajando en Europa, y con doble agenda. Yo iba a visitar medios, es decir, plan tranqui –tapas en Madrid, quesos azules regados con champú en París, birritas y mejillones en Bruselas–, pero se enteró el Presidente y me complicó la vida. Revestido del cargo de embajador extraordinario y plenipotenciario tuve que vérmelas con dirigentes políticos, funcionarios de la Unión Europea, empresarios, académicos… Garrón total. “Sos malo hablando, pero ponete las pilas”, me alentó Javier, siempre atento. “Vendé nuestro programa, ¿OK?”. Ahí me enteré: tenemos un programa. El viaje se hizo cuesta arriba; fueron 10 días contestando preguntas. La más recurrente: “¿Milei está loco?”. Al principio lo negué con argumentos políticos, económicos y clínicos, hasta que, allá por la mitad de mi estadía, cambié el relato: “Sí, es un líder de perfil psicológico especial. ¡Lo que necesitaba el país! Con los cuerdos nos fuimos al demonio. Un cuerdo no arregla este desastre. Era hora de que llegara un zarpado y diera vuelta todo, se animara a todo. ¡Aguante el Loco! ¡Aguante la libertad, carajo!”. Lo admito: no estuve ni muy extraordinario ni muy plenipotenciario.
Igual, créanme que la remé. Como estoy seguro de que, más allá de tropezones y caídas, vamos por la senda correcta, confío en haber transmitido esa convicción profunda. Nunca dejé algo sin responder. ¿Cómo explica que el Presidente quiera llevar a la Corte Suprema al juez Lijo, el más purasangre de casta de todo el Poder Judicial? “Bueno, para terminar con la casta hay que conocerla muy bien. Lijo nos puede aportar know how”. ¿Es cierto que está en marcha un pacto de Milei con Cristina Kirchner? ¿Ella también va a aportar know how? “No, ella va a aportar 33 votos en el Senado”. ¿Cómo piensan vender a su electorado un pacto con Cristina para aprobar a un juez tan cuestionado como Lijo? “Perdón, yo hablo de política, no de marketing”.
Obviamente, evité mencionar que, como parte de ese acuerdo, el CCK cambiará de nombre, pero no de siglas. Seguirá siendo el CCK: Centro Cultural Karina.
En Europa reparan en que el Fondo Monetario viene advirtiéndole a nuestro gobierno que no exagere con el ajuste, que tenga en cuenta a las clases más vulnerables, que se apiade de los jubilados. El mayor acreedor del país, un ajustador serial, pide que aflojemos. ¿No se les estará yendo la mano, señor embajador? Dije exactamente lo que hubiese dicho Milei: “El mayor accionista del Fondo es Estados Unidos. En Estados Unidos gobierna el comunista Biden. Ergo: el FMI es hoy un enclave marxista-leninista”. Fue el único momento divertido: les salía espuma por la boca. Yo, cara de póker. Hasta que reaccioné. “No sé por qué pierdo el tiempo escuchándolos. Acá solo se puede hablar con la gente de Vox en España, con Marine Le Pen en Francia, con Meloni en Italia y con Orban en Hungría. Ustedes son parte de la mancha roja”. Un sociólogo belga me planteó que la licuadora de sueldos se da en un país con cerca del 50% de la población debajo de la línea de pobreza. ¿Acaso el Presidente es insensible a esa realidad? “Vea usted –repliqué–, el presidente Javier Gerardo Milei tiene una extraordinaria sensibilidad: no hay día que no pregunte si nos acercamos o nos alejamos del déficit cero”.
Para explicar el programa económico me basé en Juan Carlos de Pablo (que, según ha contado en público, visita seguido la quinta de Olivos). Juanca dice que “no hay un plan integral, sino un rumbo”. Me encantó la definición, y eso repetí a mis inquisidores europeos. Quisieron saber entonces cuál era el rumbo. “No sé, pregúntenle a De Pablo”.
Dos días antes de volver estalló el escándalo diplomático con Colombia y México por las declaraciones del Presi en una entrevista con Andrés Oppenheimer para su programa en CNN en Español. Andrés es un amigo, pero es un pillo: lo hizo pisar el palito. Es cierto que tampoco se necesita mucho: Javi anda por la vida buscando palitos para pisar. A López Obrador lo calificó de “ignorante” y a Petro, de “asesino terrorista”. Lo conocemos: a la hora de repartir méritos, un dulce. No pude zafar del interrogatorio. ¿Esa violencia verbal indiscriminada no habla de un espíritu atormentado, incapaz de encontrar límites? ¿Para Milei, todos sus adversarios son comunistas, asesinos, corruptos? ¿Solo concibe la política como conflicto? Cosa rara, logré contestar sin perder la calma. “Nuestro presidente de jovencito era arquero, y diría que fue un precursor del Dibu Martínez, que verduguea a todos los que van a patearle penales, los perturba, los humilla. No es un ataque: es la forma de defenderse. Dibu es un buenazo, y Milei también. A Patricia Bullrich la llamó asesina de chicos y después la hizo ministra de Seguridad. Del Papa dijo que era el representante del demonio en la Tierra y terminó arrodillándose a sus pies en el Vaticano”.
¿Cuál sería la conclusión, embajador? “Que el Dibu tiene colgadas las tres estrellas”.ß