Massita-Milei: la segunda vuelta es una cosa de locos
Un colaborador veinteañero de Massita entró exultante en el despacho del candidato: “¡Lo encontré! ¡Lo encontré!”. Massita le había pedido que buscara países que también tuviesen problemas de desabastecimiento de naftas. Ser “el único del mundo”, como ya lo bardeaban en las redes, lo ponía de pésimo humor. Ni en Ucrania se ven colas en las estaciones de servicio. “Por Dios, tiene que haber otros casos. ¡Traeme al menos uno!” Con ese ejemplo pensaba llamar a conferencia de prensa y decir que se trataba de una escasez de alcance global. Al jovencito que irrumpió con la buena nueva le preguntó qué país había encontrado. “La Franja de Gaza”.
El chico ahora sabe que no es un país y las circunstancias que atraviesa, pero lo que no sabe es dónde va a conseguir trabajo. Porque para Massita fue una semana endemoniada en la que se lo vio fastidioso e intolerante como nunca. No era por los aumentos del 5% en los Precios Injustos, o por el cierre de colegios y centros de salud, o porque golpean a su puerta las novedades siempre escandalosas del caso Chocolate. Lo que lo mató fue la crisis de las naftas: como que ninguno de los trucos que iba ensayando servían para calmar la indignación de la gente. Massita tiene un approach a las situaciones de conflicto que lo convierten en un distinto: no les teme, lo excitan, siente el desafío de entreverarse con ellas y desplegar sus dotes de prestidigitador; siempre, claro, bajo la premisa de no trabajar sobre la esencia, sino sobre la apariencia. Seamos respetuosos: embustero, sí, pero profesional. Con los combustibles entendió que estaba perdiendo. Lo supo cuando llamó Malena a los gritos (bueno, a ella no le cuesta nada malenizarse), y lo ratificó al ver esa foto del surtidor de Mendoza al que le habían pegado un cartel: “¡No hay naftas! ¿Hasta cuándo? Hasta que voten bien”.
Hablando desde su iPhone 15 le aceptó a YPF, y a las otras petroleras, un ajuste de precios del 10%; y hablando frente a un micrófono prometió que el desabastecimiento no iba a terminar en una suba. ¿Doble discurso? No. Palabra de fullero.
“De Cristina aprendí que la gente a veces quiere que le mientas. Tiene un efecto terapéutico”, suele decir. Mentira. Lo aprendió mucho antes.
El balotaje (pobre “ballottage”, cuánto charme pierde en español) ya no es lo que parecía hasta hace una semana. Sentado en el living de mi casa, un reconocido consultor político y encuestador me explicó que hoy el que está en condiciones de ganar es Milei. Su repartija de los votos de Patricia, Schiaretti y Bregman no me convenció. Decidí llamar a otro, también de muchos quilates, y, oh sorpresa, me dijo más o menos lo mismo. Che, ¿será verdad? Massita, ¡se viene el agua! Debe ser por eso que se ha puesto medio infumable. Lo entiendo: perder contra el Team M –Motosierra Milei-Mauricio Macri– es algo que no se perdonaría jamás. Lo de Motosierra quizá va quedando vejete. No sé si Macri está en condiciones de enseñarle secretos de la alta política, pero al menos procura instruirlo en cuestiones de urbanidad: que se acaben los perros y los leones, la revolución capilar, gritos y berrinches, Lili Lemoine y Fátima Florez… Se lo dice con cariño: “Javi, comportate como si fueras un tipo normal”. Javi tiene la impresión de estar haciendo un máster, aunque hay clases que no le gustan nada. En una, Macri le dijo: “A ver, repetí conmigo: no debo hablar de dolarización, armas, órganos, casta, el Papa…”. El libertario lo frenó en seco: “¡Pará, Larreta!”.
Pero hay que ver cómo se van notando los cambios. En el último spot, grabado el martes, un Milei remixado luce tranquilo, compuesto, razonable. Uh, acabo de darme cuenta: ese día era Halloween.
Estrategas de campaña le arrimaron un consejo: cuando lo acusen de estar “tocado” debe responder que no hay mayor locura que votar a Massa, responsable de esta hecatombe. Buen tip. Porque es cierto: el menú de la segunda vuelta es una cosa de locos.
Macri vive horas de adrenalina a full. No se bancaba más a los radicales, a Lilita, a Larreta, a María Eugenia... Entre los libertarios se siente liberado. Al día siguiente de las PASO, con Pato Bullrich en un ruinoso segundo puesto, llamó a una exfuncionaria de su gobierno y le pidió que se sumara a la campaña. “OK. ¿Me va a llamar Patricia?” “No, nena –contestó Macri–. Te va a llamar Karina, la hermana de Milei”.
Un detalle: los de JxC que ahora militan a Milei no hablan de votar por él, sino “por el cambio”. Un eufemismo lógico: hasta hace un ratito ellos también decían que era un impresentable.
La vida se ha puesto muy difícil para los antikirchneristas que quieren votar en blanco, impugnar el voto o quedarse en sus casas. Están siendo sometidos a una presión asfixiante: ¡Impíos! ¡Serán culpables de ocho años de Massa más ocho años de Malena!
Ocho años de Massita suena muy fuerte. ¿Ocho años de Malena? Volvé, Cristina.ß