Más allá de un simple policial
Sobre Los impunes, de Richard Price
Uno de los epígrafes de Los impunes, de Richard Price (Nueva York, 1949), proviene del libro Investigación práctica de homicidios. Su autor es Vernon Geberth, ex oficial de la policía de Nueva York. Se trata de un manual publicado en 1982, ampliado en varias ediciones posteriores y reconocido por muchas academias y departamentos de policía como la biblia de la investigación de homicidios. Más que una fuente para una cita decorativa y sugerente, es parte de una bibliografía que permite intuir la forma en que Price construye sus relatos policiales.
El manual de Geberth lleva a Price fuera de la literatura. Su lectura acompaña un tipo de aproximación a la realidad que caracteriza a este escritor y guionista, autor de narraciones como Clockers y uno de los artífices de la serie The Wire. Es sabido que para escribir muchas de sus tramas policiales solicitó que le hicieran un lugar en un patrullero de la vigilancia nocturna del Departamento de Policía de Nueva York. Para el estadounidense, el trabajo de campo y la investigación preliminar son un paso esencial cuando un escritor pretende trasponer los límites de su experiencia personal.
El protagonista de Los impunes, Billy Graves, un oficial de 42 años, comanda la Guardia Nocturna del DPNY. Durante los años noventa integró un grupo especial, los Gansos Salvajes. Cuando Billy y sus cuatro compañeros fueron ascendidos a inspectores por su sobresaliente labor, a cada uno de ellos le quedó pendiente un caso en que, habiendo encontrado al asesino, no pudo demostrar su culpabilidad, no logró ponerlo tras las rejas: “Todos […] acabaron conociendo a sus impunes particulares, aquellos que habían burlado a la justicia tras cometer crímenes obscenos en su jurisdicción […]. Nadie había pedido que aquellos crímenes tomaran posesión de un espacio en sus vidas, nadie había pedido que aquellos asesinos asediaran continua y arbitrariamente sus psiques como brotes de malaria, nadie había pedido sentirse tan desvalidamente apresado por la garra de aquel macabro estudio perpetuo que no les dejaba otra opción salvo la de persistir y persistir”.
Aunque Billy es el único que aún se desempeña como policía, para todos ellos, esos criminales que no recibieron su castigo siguen siendo –según jerga policial– sus whites. Se los llama “blancos” porque recuerdan lo que Moby Dick significó para el capitán Ahab: una presa irrenunciable que lo llevó al desquicio y la muerte. Se trata de un perfil psicológico bastante familiar para la literatura policial: el del investigador que se obsesiona con la búsqueda de la verdad, con atrapar a un criminal, con hacer justicia. Quizá valga recordar que el personaje de Herman Melville es contemporáneo del chevalier Auguste Dupin, el detective de Edgar Allan Poe que protagonizó el primer relato del género policial: “Los crímenes de la calle Morgue”. Ambos se fusionarían en el siglo XX para que el thriller estadounidense empezara a contar la historia del investigador que ha hecho de la resolución de un caso su causa vital.
Una de sus jornadas laborales nocturnas pone a Billy frente al homicidio de Jeffrey Bannion, el caso impune de uno de sus viejos amigos. Investigar ese crimen lo aproximará a su propio impune, pero fundamentalmente lo obligará a reflexionar sobre la clase de justicia en la que cree, sobre sus principios éticos y su compromiso con la ley.
En paralelo a la investigación de la muerte de Bannion y otras magníficas escenas suscitadas por el quehacer policial del protagonista, Los impunes cuenta la historia de Milton Ramos, un desgraciado psicópata que comienza a hostigar a Billy y su familia por una vieja deuda del pasado. La venganza se presenta entonces como una forma más de hacer justicia. Esta otra línea argumental le permite a Price desarrollar un potente drama familiar, elemento que termina haciendo de su última novela mucho más que un buen ejemplar del género policial.
LOS IMPUNES
Por Richard Price
Random House
Trad.: Oscar Palmer Yáñez
416 páginas
$ 279