Marta Oyhanarte: una activista ciudadana en el planeta K.
Cofundadora de Poder Ciudadano, cobró notoriedad a partir del asesinato de su esposo Osvaldo Sivak, trance que la llevó a convertir su dolor privado en acción pública. Ahora, después de un paso conflictivo por distintos partidos políticos, ocupa un lugar en el gobierno de Kirchner
Hace veinte años, Marta Oyhanarte, entonces la señora de Sivak y más tarde la viuda de Sivak, se convertía en vocera -y referente- de un amplio sector de la ciudadanía que empezaba a darse cuenta de que, en plena democracia recuperada, los mecanismos del terrorismo de Estado seguían monstruosamente enquistados y vivos. En 1985, el empresario Osvaldo Sivak había sido secuestrado -por segunda vez- por un grupo de policías en actividad, ante la impotencia del gobierno alfonsinista para resolver el caso.
Así fue como en aquellos años, Marta Oyhanarte, aún señora de Sivak, se erigió también en referente de una transformación alquímica al convertir su dolor privado en una acción pública que extendió y presionó hasta esclarecer totalmente el secuestro. El final de la historia es trágico y conocido: Sivak fue asesinado por sus captores poco después de cobrar el rescate, pero los autores del crimen fueron detenidos y condenados y varios funcionarios renunciaron, incluida la cúpula de la Policía Federal.
De algún modo, y salvando todo tipo de distancias -incluida la ideológica-, el caso Sivak en los ochenta, en términos del impacto que imprimió en la conciencia colectiva, es comparable al de Blumberg en la era K.
Veinte años más tarde, Marta Oyhanarte ya no es la señora de Sivak, sino la pareja de un prestigioso neurocientífico; tampoco es más aquella vocera: hoy es funcionaria en el gobierno de Néstor Kirchner.
Alto aquí. Primera pregunta, ante el dato crudo: ¿cómo sucedió este -a priori- raro pasaje de las filas de la acción ciudadana crítica de la política tradicional a las entrañas del poder K?
Convocada por el actual presidente, a quien asegura que no votó, tiene a su cargo una subsecretaría de nombre difícil - para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia-, que depende directamente del jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Claro que, en todos estos años, le pasaron muchas cosas: fundó Poder Ciudadano junto con el ex fiscal Luis Moreno Ocampo; se acercó y rompió ruidosamente con Fernando de la Rúa; tuvo un breve acercamiento con Gustavo Beliz y, finalmente, terminó encabezando la lista de legisladores porteños de Domingo Cavallo, en 2000.
En una palabra, la mujer que fue capaz de mostrarle a la gente "una nueva forma de ocuparse de lo que es de todos" activando controles sobre la política terminó adentro por ella. Y desde aquel "laberinto institucional anestesiado" que denunciaba en los ochenta, hoy ocupa un espacio dedicado a mejorar la calidad de las instituciones en un gobierno que, paradójicamente, las descuida bastante.
Un tanto que Oyhanarte se anotó durante su gestión fue lograr que Kirchner le pusiera la firma a un decreto audaz, tan audaz que ahora parece tener poco espacio político para funcionar: es el que reglamenta el acceso a la información de la administración pública. En teoría, ese decreto garantiza que cualquier persona tiene derecho a solicitar información del Poder Ejecutivo, mientras que no sea considerada un secreto de Estado.
La herramienta es importante para -por ejemplo- poder participar con solvencia en una audiencia pública.
"Es un gran paso adelante", reconocen a coro Nicolás Ducoté, desde Cipecc, y Roberto Saba, de la Asociación por los Derechos Civiles. "Marta es un oído sensible -describen-; ojalá hubiera 20 o 30 como en ella, en un gobierno que no dialoga con la sociedad civil". Pero desde las ONG reconocen también que, en la práctica, hay muchas resistencias del Gobierno para dar la información que prometió.
Valen dos ejemplos: el periodista de LA NACION Gabriel Sued tuvo que esperar más de un año para obtener datos sobre cómo se distribuyen los polémicos Aportes del Tesoro Nacional (ATN), mientras que un estudio de la UBA, realizado en 2005, arrojó un resultado desalentador: las demandas de información que hicieron los alumnos se satisficieron sólo en un 25 por ciento de los casos.
Pero la funcionaria no tolera bien estos cuestionamientos, aseguran quienes discuten con ella. "Es que a Marta la puso allí el kirchnerismo para garantizar el no conflicto con la sociedad civil y, cuando eso no sucede, le parece que no está cumpliendo su misión", interpreta el líder de una fundación conocida.
"Es fácil ser Gardel criticando desde afuera -discrepa, Oyhanarte-. Lo cierto es que hay medidas de alto impacto que sólo se pueden generar desde el Estado. Las reformas institucionales implican transformaciones culturales, y eso lleva su tiempo".
La mayoría de las ONG, sin embargo, la reconocen como una interlocutora potable, aunque varios advierten que su rol podría ir desdibujándose si no hay real voluntad del Gobierno para profundizar en los mecanismos de participación y transparencia.
Peleas de cartel
"Marta, llamame. Perdí tu teléfono". Así de escueto era el mensaje que el fiscal Moreno Ocampo pasó por debajo de la puerta de su casa aquel marzo de 1988, a pocos meses del asesinato de Sivak. Al mensaje le siguió un primer almuerzo en Tribunales, donde comenzó a gestarse la ONG que terminó convirtiéndose en ícono del combate contra la corrupción en los años noventa.
En ese sentido, Poder Ciudadano fue una inagotable fuente de prestigio y reconocimiento para sus dos principales fundadores, y quizá ése también fue el motivo de la tensión que, con los años, fue surgiendo entre ambos.
"Soy un ser más interior que exterior; hay gente a la que le gusta estar todo el tiempo en la televisión, pero para mí es un esfuerzo", dirá Oyhanarte al definirse a sí misma. Sin embargo, algunos de sus antiguos colegas lo ven de otro modo: "A Marta le gusta mucho el reconocimiento público y ese pudo haber sido un punto de conflicto con Luis [Moreno Ocampo]; eran dos personalidades muy fuertes, que competían por el liderazgo de la criatura que habían gestado", recuerda una ex colaboradora, que estuvo en Poder Ciudadano casi desde su fundación.
Hoy, Oyhanarte dirá que a Moreno Ocampo lo respeta y mucho, pero que también ha disentido con él y mucho. "Yo le señalaba a Luis el conflicto de intereses que podía haber entre su estudio y Poder [Ciudadano]", recuerda.
La Alianza, Cavallo y Beliz
Las peleas por el cartel y la portación de un ego inflamado son recriminaciones que también le llegan desde el mundo de la política partidaria, por el que tuvo un paso traumático.
En la crisis de 2001, esta abogada de apellido tradicional y radical, no encontraba su lugar, después de sucesivos desencantos con Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo. En ambos casos había sido cabeza de lista de los legisladores por la Ciudad. En 1997, por la flamante Alianza y en 2000, por otra alquimia que entonces habían formado Gustavo Béliz y Cavallo.
Fue en medio de esa crisis personal cuando decidió tomar unas creativas "sesiones" de autoayuda con el filósofo Santiago Kovadloff. "Vos sos inviable partidariamente -dictaminó, tajante, su consultor-; no hay caso, no tenés lugar en los partidos". El pasado reciente parecía darle la razón a su lúcido gurú.
La ruptura con el radicalismo, en plena campaña de la Alianza, cuando faltaba muy poco para que de la Rúa fuera elegido presidente, desató un vendaval. "Ese partido está enfermo, señor presidente, ¿cómo se explica si no que, ante cada hecho de corrupción que se destapa, se separe al descubierto sin indagar y que quien insista en remedios más profundos sea tildado de desleal?" Tramos así poblaban la carta de Oyhanarte dirigida al entonces titular de la UCR, un candidato presidencial que entonces pretendía erigirse nada menos que en adalid de la anticorrupción.
"Los que cambiaron fueron los radicales -desafía Oyhanarte-, estos que llevaron el partido a la tumba y que me hicieron poner la cara en el afiche del 97, que decía ?El cambio ya empezó´ y, cuando yo quise practicarlo, me respondieron: ?Marta, eso era para la campaña´. Esos radicales pueden decir cosas horrorosas de mí, y yo de ellos".
Efectivamente, han quedado heridos allí. "De la Rúa la eligió por el apellido; a él le gustaban ese tipo de tonterías", destila un veterano dirigente porteño. Pero hay muchos otros radicales que la respetan, como su amigo Enrique Olivera y ex legisladores que destacan su seriedad durante las dos veces que ocupó una banca en la Legislatura.
Aunque ahora quizá no le guste recordarlo, también se acercó a Beliz, antes de recalar en las huestes del cavallismo, a cuya lista se acopló como independiente. "Yo la acerqué a Beliz porque ella estaba buscando un espacio, pero duró poco. Marta y yo somos agnósticos, y las diferencias no tardaron en saltar. Después, se fue con Cavallo y hasta fuimos competidores en la interna de aquella alianza", recuerda Enrique Rodríguez, que entonces estaba al lado de Beliz y hoy integra el gabinete de Jorge Telerman.
Quien entonces era presidente de la juventud cavallista, Martín Grymblat, y uno de los pocos que sigue estando al lado del ex ministro creador del corralito, refresca el paso de Oyhanarte por allí: "En los buenos tiempos, se moría por estar con Cavallo. Tenía una actitud crítica hacia los partidos y se mostraba con principios, pero siempre que se iba de un partido se incorporaba a otro para ver si tenía representación parlamentaria".
Cuando Oyhanarte encabezó la lista de legisladores por Cavallo-Beliz, integraban también ese espacio peronistas independientes como Alberto Fernández, quien entonces era su compañero de banca y hoy es su jefe. Por eso, quienes le marcan contradicciones apuntan: "Se cansaba de criticar a Perón y a todo el PJ y hoy está con ellos", se queja un ex legislador de aquel bloque.
Oyhanarte, en cambio, jura que navega libre de contradicciones por el planeta K. Más aún, tiene la convicción de que siempre ha seguido en la misma dirección.
"Tu único porvenir es un espacio inédito, yo no sé todavía cuál es -le vaticinaba Kovadloff en aquellos encuentros de autoayuda de 2001-, pero me parece que respondés al perfil de una mujer para quien la política es una tarea irreconciliable con el caudillismo y las estructuras tradicionales".
Las reflexiones están en su despacho, ¿qué pensará cuando las lee hoy?
Quién es
El principio
Marta Oyhanarte nació en la localidad bonaerense de Rojas, en 1945, y se recibió de abogada en 1970, en la UBA. Tiene cuatro hijas, Camila, Analía, Malena y María, de su matrimonio con el empresario Osvaldo Sivak, secuestrado y asesinado en los años ochenta.
Carrera política
Fue cofundadora de Poder Ciudadano, en 1989. En el 94, durante el primer gobierno de Fernando de la Rúa, ocupó un cargo ejecutivo. En el 97 y el 2000 encabezó las listas de legisladores porteños, la primera vez por la Alianza, la segunda en representación de Domingo Cavallo. Hoy es funcionaria del Gobierno.