Marcianos y terrícolas
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Muchos de los que transitaron la infancia en los primeros 60 recordarán la colección de figuritas ¡Marte ataca! Aún no habíamos llegado a la Luna, y la idea de una invasión de alienígenos marcianos excitaba las mentes afiebradas de los interesados en la ciencia ficción. Los visitantes, con ojos y cerebros desmedidos y a la vista, venían, supuestamente, en son de paz, hasta que empiezan a revelar su verdadero plan: conquistar la Tierra, ya que el planeta rojo estaba por explotar. En pos de su objetivo, no escatiman armas y métodos violentos para aniquilar a los terrícolas. La resistencia heroica de los humanos encara una contrainvasión a Marte, que finalmente queda destruido por aquel cataclismo. En 1996, el inefable Tim Burton llevó al cine la misma historia, que parecía hecha a la medida de su estilo disruptivo.
Esta semana, la BBC informó que una misión de la NASA descubrió que, a unos 10 kilómetros de profundidad de la corteza marciana, hay agua líquida. ¿Podría pensarse que ahora la posibilidad de habitar ese lejano desierto dejaría de ser una fantasía, si el rumbo de nuestro planeta hacia el desastre no es corregido a tiempo? El conocimiento nos permitió descartar la idea de invasiones. Ahora hay que preocuparse por los males que ocasionan los propios terrícolas, como se ve en estos días.