Manual de uso
“¿Por qué usted supone que el Presidente tiene que darle instrucciones a alguien”. (De Gabriela Cerruti, portavoz del Gobierno.)
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Empiezo a sospechar, querido lector, que este año que estamos estrenando está signado por una impronta de sorna en la que cada funcionario del Gobierno pone gesto adusto, pero se nos ríe en la cara cuando nos da explicaciones o quiere persuadirnos de las maravillas de la actual gestión nacional y popular a pesar de todas las maldades que en apenas cuatro años ha sembrado Mauricio Macri en este rincón de la Patria Grande, para opacar la exitosa historia del kirchnerismo.
Hace menos de dos meses, aunque parece una eternidad, nos sorprendimos cuando la vicepresidenta Cristina Kirchner afirmó que es su compañero de fórmula con despacho en la Casa Rosada el que tiene “la lapicera”. En aquella oportunidad, la aseveración procuraba garantizar que Alberto Fernández estaba empoderado para decidir si cerraba el acuerdo con el FMI y le ponía “el gancho” en el pagaré (millennials, ver Google) que le proponía Kristalina Georgieva, ya un poco cansada de tantas sinuosas conversaciones con Martín Guzmán.
Sin embargo, desde las PASO de 2019, muchos conjeturan que es Cristina Kirchner la custodia de los cartuchos de tinta negra, azul, verde o roja, que deben usarse con su consentimiento expreso, pero discreto. Y más de un pícaro infiere que Alberto Fernández debe enviar un cadete a buscar al despacho de la presidenta del Senado el color correspondiente para rubricar la decisión previamente acordada en el Instituto Patria.
A principios de la semana que acaba de terminar y mientras la responsable del PAMI desarmaba la valija y decidía qué imán de la isla de Holbox pegaba en la heladera, algunos allegados a Alberto Fernández susurraban en tono exultante en el Patio de las Palmeras que se iba a usar la lapicera con tinta roja para dar una señal de que, si no se respetaban las instrucciones presidenciales, podía haber severas consecuencias para quien se sublevara. Sin embargo, la portavoz Gabriela Cerruti echaba por tierra cualquier posible escarmiento por mínimo que fuera al sostener que el tema estaba “terminado” y Luana Volnovich podía seguir colgando recuerdos de sus románticas vacaciones en paz. Y, quizá sin ánimo de ahondar las sospechas de que Alberto Fernández solo firma resoluciones con tinta invisible, en vez de dar una respuesta a la pregunta de un excolega periodista, le lanzó una duda filosófica: “¿Por qué usted supone que el Presidente tiene que darle instrucciones a alguien?”.