Malvinas: la realidad desmiente a Milei
“Lo del otro día fue el acto de soberanía más grande de los últimos 40 años. Porque al ser una base militar en Ushuaia, nos avala el reclamo sobre la Antártida. Y te hago una pregunta. ¿Ushuaia es la capital de qué? Tierra del Fuego. ¿Y qué más? Islas Malvinas, Georgias, Sandwich y todo el espectro marítimo. Es el primer paso para empezar a pensar la recuperación de Malvinas. Dale, que la saquen del ángulo”, dijo el presidente Javier Milei en su polémica entrevista con el colega Alejando Fantino, que repreguntó sobre cómo se buscará la recuperación de Malvinas, a lo que Milei contestó vagamente: “Obvio. Pero por la vía diplomática. Obvio que pienso en recuperarlas, pero es un proceso de largo plazo”. Llamó la atención el tono soberbio y sobrador cuando habló de la recuperación de las islas Malvinas: “dale, que la saquen del ángulo” dijo, metáfora que indicaba que acababa de meter un golazo a la realidad y está un paso más allá del resto de la política.
¿En qué basaba su optimismo el Presidente? En que acababa de participar de un acto en Ushuaia, junto a la generala del Ejército de los Estados Unidos Laura Richardson, Jefa del Comando Sur. Allí ratificó su alineación con Occidente y con los Estados Unidos, incluso en temas relacionados con el área de Defensa y habló de una “nueva doctrina en política exterior”.
Realmente nuestro país no tiene chances concretas, en el corto y mediano plazo, para ser optimista en recuperar las Malvinas. Sería algo imposible en el presente por varias razones, y sería iluso pensar que los Estados Unidos van a abandonar una alianza histórica, de hermandad y colaboración, con el Reino Unido, que tuvo puntos de conexión muy profundos en la Gran Guerra y en la Segunda Guerra Mundial, solo porque el actual gobierno argentino decida afianzar su alianza bilateral con los EE.UU.. Ya lo comprobó el general Galtieri, que creyó que la labor encarnada por la dictadura de exterminar a las fuerzas marxistas o de izquierda con métodos violatorios de todos los derechos humanos, le iba a abrir un voto de confianza de Washington cuando fuerzas militares argentinas ocuparon las islas en 1982. No fue así, y el propio Secretario de Estado norteamericano de aquel momento, Alexander Haig, se lo hizo saber al canciller Nicanor Costa Méndez. La posición de Estados Unidos era que querían evitar el conflicto, pero mientras iban y venían las charlas con Londres y Buenos Aires, Haig sabía que la Operación Corporate – el envío por mar de la Fuerza de Tareas 317 de la Fuerzas Británicas para reconquistar las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur- contaba desde un principio con apoyo de cobertura satelital e información militar de los Estados Unidos.
Las consecuencias de la Guerra del Atlántico Sur fueron letales para una posible recuperación del archipiélago para la Argentina. Se dilapidaron las posibilidades de todo tipo de convivencia e interacción con los isleños que, de alguna manera, hasta ese entonces necesitaban de nosotros. Hoy las islas están cada vez más lejos, mucho más que antes del enfrentamiento bélico cuando existía una convivencia por necesidad, con isleños que viajaban al continente a atenderse a hospitales, a tener sus hijos o a estudiar. Además, desde 1971 y hasta 1982, un grupo de maestras argentinas viajaba a las islas a enseñar español y en base a un acuerdo con las autoridades locales, existía presencia de empresas públicas argentinas en las islas, como YPF, Gas del Estado, Correo Argentino, hasta se abrió una oficina de LADE (Líneas Aéreas del Estado) en Puerto Argentino, que se mantenían en funcionamiento cuando desembarcaron las tropas argentinas. De hecho, existe un relato que da cuenta que el día de la recuperación de las islas, en la llamada Operación Rosario, mientras los militares argentinos avanzaban desde Moody Brook, fue un funcionario de LADE quien llevó una bandera blanca hasta la residencia del gobernador inglés, Rex Hunt, para solicitar su rendición mientras permanecía en su residencia ubicada en el cruce de Ross Road con Government House Road, resistiendo acompañado de un grupo de marines.
Toda esa relación se rompió y no se reconstruyó jamás, y los isleños ganaron atención de parte del Reino Unido, que luego desarrolló una base militar en Mount Pleasant, a 45 km al sur de Puerto Argentino, que incluye una base naval (Mare Harbour), una base aérea y una base de lanzamiento de misiles, además del centro de comunicaciones y monitoreo. Este cambio de relación con el Reino Unido luego de la guerra permitió un desarrollo económico sideral para los locales, que mejoraron su economía en un 500%. En el último censo isleño muestra como pasaron de tener 1822 habitantes en 1982 a 3662 en la actualidad. La mitad son isleños, otra parte británica pero el resto son de otras 60 nacionalidades, con colonias fuertes de la isla de Santa Helena, Chile y Filipinas. Los isleños alcanzaron un PBI per cápita de 103.500 dólares, similar al del Principado de Mónaco y de los barrios medios y altos de Londres.
Todo ese desarrollo vino de la mano de un cambio del status jurídico de las islas cuando en 2013, luego del referéndum de autodeterminación, sus habitantes decidieron ser territorio de Ultramar del Reino Unido, ganando así autonomía en muchas de las decisiones políticas y económicas. La guerra congeló las relaciones con el país. Hubo un intento de acercamiento en 2016 durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando los entonces vicecancilleres de los dos países, el argentino Carlos Foradori y el británico Alan Duncan, firmaron una declaración conjunta en la que se buscaba mejorar la relación bilateral y “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas”, entre otros aspectos diplomáticos. Pero ese acuerdo fue anulado por la Cancillería argentina en la gestión de Alberto Fernández.
Según los isleños, esa “hoja de trabajo conjunta” era una posibilidad de acercar posiciones y dan como ejemplo que ese tratado permitió el trabajo humanitario en conjunto para identificar los cuerpos de los soldados caídos y sepultados en Darwin con el Plan Humanitario Malvinas. Pero el gobierno local señaló en su momento que la anulación del acuerdo “no cambia la situación, porque el Reino Unido no interfiere en nuestras decisiones”. La presidenta de la Asamblea Legislativa que administra el gobierno local, Leona Roberts, manifestó en ese momento su preocupación sobre la caída de ese programa bilateral: “Es muy decepcionante que Argentina haya tomado esta decisión, pero no es inusual. Viviendo en las Islas Falkland estamos desgraciadamente muy acostumbrados a que Argentina incumpla sus acuerdos. Apoyamos el trabajo humanitario relacionado con los caídos de guerra argentinos y hemos seguido comportándonos como la parte responsable y compasiva. Nos entristece que todo el arduo trabajo que hemos realizado desde 2016 será un ejemplo más de que Argentina no es lo suficientemente adulta para hablar con nuestro país sobre temas que también apoyarán su desarrollo y son de importancia regional y global.” Pero agregaron: “Las discusiones sobre nuestra soberanía no son negociables, seguimos comprometidos a ser parte de la familia británica, viviendo en libertad bajo el gobierno de nuestra elección”.
Ante esta realidad, y teniendo en cuenta que 8 y 9 generaciones de isleños llevan viviendo en el lugar, que 8 de cada 10 jóvenes viajan al Reino Unido a realizar sus estudios de grado y vuelven a vivir a las islas, con un desarrollo económico sostenido y con la seguridad que ningún organismo internacional dejará de respetar el principio de “autodeterminación de los pueblos”, con la guerra como punto de no retorno, sumado a los errores diplomáticos de la Argentina, que acuerda y desacuerda cuando cambia el gobierno, redundan en un sinfín de condiciones negativas para nuestros intereses que ahondaron la imposibilidad de avanzar en un diálogo de soberanía estancado en el tiempo y que hoy parece imposible abordar desde todo punto de vista.
Decir, sin decir nada, como hizo el presidente Milei, que hay un plan para recuperar las islas, autoalabándose con una frase futbolera, es al menos irresponsable e indolente con las familias que aún lloran sus muertos de la guerra de 1982. No hay nada para sacar del ángulo, porque ese supuesto recodo, en el tema soberanía Malvinas, hoy no existe ni da muestras concretas de aparecer en el futuro.