Malvinas, herramientas para una hoja de ruta
En un nuevo aniversario del desembarco en las islas, un mundo cambiante exige explorar nuevas vías para mantener el reclamo
La cuestión Malvinas es un tema de la agenda de política exterior e interior que despierta interés y seguimiento por parte de la gran mayoría de los argentinos. Pero ¿qué entendemos por "Cuestión Malvinas"? Es la disputa de soberanía bilateral entre nuestro país y el Reino Unido sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Esta controversia abarca 1.500.000 de km2 de recursos minerales, pesqueros y turísticos, renovables y no renovables. A esto hay que sumarle la proyección antártica, el control de los pasos bioceánicos, la mayor base militar británica y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el Atlántico Sur, entre otros factores de gran valor estratégico.
Esta controversia de soberanía está reconocida en el ámbito de los foros multilaterales más significativos: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y, en el ámbito regional, la Organización de los Estados Americanos (OEA). En esos centros de poder hay resoluciones que instan a la Argentina y al Reino Unido a sentarse en una mesa de negociación y solucionar la disputa.
La guerra de 1982 estableció un punto de inflexión en cuanto al relacionamiento externo de nuestro país con el Reino Unido de Gran Bretaña en el tema Malvinas. El resultado de la contienda permitió a Londres establecer la estrategia del drop the claim (desistimiento de la demanda argentina sobre las islas) y fortalecer su política de hechos consumados en la zona disputada.
Desde el restablecimiento de la democracia en nuestro país en 1983, encontramos una tensión en cuanto a la continuidad y discontinuidad de los lineamientos de la política exterior argentina en general y en particular en el tema Malvinas.
La continuidad en la política exterior argentina podemos observarla en los foros multilaterales y se fundamenta en los principios idealistas clásicos, como la diplomacia y el derecho internacional, la igualdad soberana, el principio de la integridad territorial por encima del de la autonomía de los pueblos, la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacifica de las controversias, la buena fe, la no intervención en los asuntos internos de otros Estados, la condena al colonialismo, la promoción y defensa de los derechos humanos, entre otros. La continuidad de la política hacia Malvinas en el carril diplomático viene dada por el entendimiento arraigado en la clase política de que un país como el nuestro, sin atributos de poder (militar-económico), no puede resolver cuestiones pendientes como el tema Malvinas si no es por medio del derecho internacional y el rol de las organizaciones internacionales. Tampoco podemos olvidar que en nuestro país existe una fuerte tradición diplomática que hizo que la Argentina tenga un papel destacado en el desarrollo del derecho internacional, como por ejemplo las doctrinas Drago y Calvo, un papel activo en la creación de organizaciones como la ONU y la OEA y los premios Nobel de la Paz.
Por todo esto, al analizar los discursos de los cancilleres argentinos en el Comité de Descolonización de la ONU encontraremos cuatro variables comunes que articulan y refuerzan la idea de continuidad en materia de política exterior hacia el tema Malvinas: que es una disputa de soberanía territorial cuyo legado resulta de una situación colonial; que se trata de una controversia entre Argentina y el Reino Unido; la imposibilidad de aplicar el criterio de autodeterminación de los pueblos y la diplomacia como vía de solución de la controversia.
Es interesante contrastar el discurso de los cancilleres en los foros multilaterales y el diálogo con ellos respecto al proceso de toma de decisiones en su gestión. En ese ida y vuelta está la riqueza de los detalles imposibles de rastrear en los libros. Dante Caputo, primer ministro de Relaciones Exteriores de la posguerra y del restablecimiento de la democracia en 1983, sostuvo en la entrevista con este autor que sus estrategias eran dos en materia de política exterior: "Nuestro país era visto como un país agresor y los argumentos que había esgrimido por años estaban muy limitados por los hechos tan cercano del 2 de abril de 1982. Por otro lado, la estrategia argentina se basaba en crear acciones que aumentaran los costos políticos del Reino Unido de estar ocupando Malvinas sin dialogar con la Argentina. La estrategia central fue en la Asamblea General de la ONU, donde año tras año salían resoluciones a favor de nuestro país".
Lucio García del Solar señaló: "A fines de 1983 me entrevisté con Alfonsín y me dijo que si conseguíamos retrotraer la situación a la vigente al 1º de abril de 1982, estaba dispuesto a mandar embajador a Londres. Me pareció una declaración osada y muy valiente, porque hacía poco había existido un sentimiento muy profundamente herido en el alma nacional. Esto revelaba un optimismo muy grande". Este experimentado diplomático argentino ya había transitado en 1983 las principales misiones diplomáticas en las más influyentes capitales del mundo y en los foros internacionales.
Los cambios o discontinuidades de la política exterior argentina hacia la Cuestión Malvinas los encontramos en el plano de las relaciones bilaterales con el Reino Unido. Estas transformaciones responden a tres variables: las creencias ideológicas de los líderes políticos, las crisis internas de nuestro país y la consecuente aplicación de nuevas políticas diferentes al período pre crisis.
El comportamiento externo de los Estados no se explica solo a través de las variables internas o el sistema de creencias, entre otras, sino que también cuentan las externas. Estas fuerzas o acontecimientos del sistema internacional impactan sobre el Estado, que debe acomodarse a través de su política exterior al contexto mundial. Un ejemplo fue cuando Duhalde, y más tarde Kirchner, se enfrentaban a un sistema internacional en transición, en el que se eclipsaba la "ilusión unipolar" liderada por Washington, que había comenzado con el fin de la Guerra Fría y terminaba con los ataques terroristas a las Torres Gemelas y Pentágono en septiembre de 2001. Ese sistema muestra a Estados Unidos al frente de una batalla contra Al Qaeda; la profundización de la ampliación de la OTAN hacia el este de Europa y a Washington como la única superpotencia militar, pero en un mundo que vira hacia un orden multipolar complejo y dinámico con centros de poder en Moscú, Pekín y otras capitales en el sudeste asiático.
El haber estudiado, analizado y comparado gobiernos radicales, peronistas y de coaliciones desde 1983 permite sacar conclusiones y plantear un conjunto de escenarios y alternativas que pueden ayudar en el reclamo soberano argentino en el tema Malvinas. Entre ellos, el Brexit y sus impredecibles consecuencias en el vínculo Reino Unido-Unión Europea; la necesidad de argentina de ampliar el concepto tradicional de soberanía; el desplome del poder mundial de Londres; la conjunción y articulación de intereses en el Atlántico Sur con los países ribereños en América y África y la multipolaridad y dinamismo del escenario internacional con los ascensos de China, Rusia e India y el declive de los EE.UU., entre otros factores que deberían ser tenidos en cuenta por la diplomacia argentina a la hora de delinear y fijar los objetivos en materia de política exterior hacia la Cuestión Malvinas.
Doctor en Ciencias Políticas, autor de Malvinas. Una hoja de ruta (Eudeba)