Luchar por el papel de la mujer en la Iglesia
Zuzanna Flisowska, una teóloga polaca de 33 años, busca romper el duro techo de cristal que existe en la curia romana
Desde el 6 de este mes y hasta el próximo domingo 27, cardenales, obispos y religiosos de todo el planeta están discutiendo sobre un tema que jamás había tocado el Vaticano: la defensa de los ecosistemas en la región amazónica y de sus pueblos originarios. Ya desde sus postulados, el Sínodo de la Amazonia se presenta en sintonía con la impronta reformista que Francisco le está imprimiendo a su papado. Durante estas jornadas se tratarán temas resistidos por el núcleo más conservador del Vaticano; por ejemplo, la posibilidad de ordenar como curas a hombres casados para resolver así la falta de sacerdotes en zonas de difícil accesibilidad.
A primera vista, el encuentro presenta una Iglesia conectada con su tiempo, que aborda un tema central para el planeta: la ecología. Sin embargo, no todas las problemáticas actuales obtienen igual rapidez de reflejos. El escaso protagonismo de la mujer dentro de la estructura eclesiástica es histórico, pero la onda expansiva de los reclamos globales en favor de la igualdad de género golpea las puertas del Vaticano. Cada vez más voces exigen mayor presencia femenina en la Iglesia, sobre todo cuando se calcula que más de la mitad de los católicos en mundo son mujeres y se sabe que el rol de las religiosas mujeres es crucial en algunas regiones del planeta como, justamente, la región amazónica.
Una ONG llamada Voices of Faith (Voces de Fe) se ha consolidado como referente en la lucha por el empoderamiento femenino dentro de la Iglesia. Está integrada por cinco mujeres católicas y conducida por Zuzanna Flisowska, una teóloga de 33 años. Nacida en Polonia, la tierra de Juan Pablo II, Flisowska sueña con una comunidad religiosa que no solo sea capaz de acoger a las mujeres como teólogas, expertas y líderes, sino que también pueda valorar su experiencia e involucrarlas en la toma de decisiones y el discurso doctrinal.
"Creemos que cada persona bautizada aporta a la Iglesia una cualidad única y que todas tienen su importancia e igual dignidad", reflexiona ella, ante un requerimiento vía mail de la nacion, al que respondió después de celebrada la conferencia titulada "Y tú hermana, ¿qué dices?", organizada por su ONG. Allí, unas doce religiosas de diferentes partes del mundo compartieron sus experiencias, sus dificultades en la vida cotidiana de sus respectivas comunidades y su visión sobre el futuro de la Iglesia. El evento se celebró en Roma, tres días antes del comienzo del sínodo.
¿Cuáles son los objetivos de Voices of Faith? La organización se propone servir de plataforma para debatir el rol de la mujer –laica o consagrada– en la Iglesia. También va por conquistas más concretas. Por un lado, lograr que la mujer pueda votar en los sínodos: el actual está integrado por 185 obispos, cardenales y religiosos, y cuenta con la presencia de 35 mujeres que tienen voz, pero no voto. Además, la organización se propone romper con el techo de cristal que pesa sobre la mujer dentro de la administración de la Iglesia.
"El Vaticano, más específicamente la curia romana, es el centro administrativo de la Iglesia católica. Su función oficial es ayudar al Papa a ejercer su papel de liderazgo supremo. La curia romana está integrada por oficinas llamadas dicasterios, congregaciones o consejos. Dentro de cada oficina hay tres niveles de liderazgo: prefecto o presidente, secretario y subsecretarios", expresó en mayo último en un discurso durante un encuentro de mujeres católicas realizado en Rumania. "En 2004 , el papa Juan Pablo II designó a la primera mujer para ser subsecretaria en la Congregación para los Religiosos. Benedicto XVI afirmó esta práctica cuando nombró a una subsecretaria en el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz en 2010. El papa Francisco ha designado a tres subsecretarias hasta ahora. Francisco también hizo historia cuando nombró al primer hombre no ordenado para dirigir el Dicasterio de la Comunicación en 2018, lo que demuestra que incluso los puestos más altos en la curia romana no están reservados solo para los clérigos. Sin embargo, ninguna mujer ha sido nombrada para uno de los dos niveles superiores de la curia romana".
La activista considera que el mal que aqueja a la Iglesia es propio de la historia. "La desigualdad de género está profundamente arraigada. La cultura que le dio forma a la estructura de la Iglesia católica y su discurso doctrinal durante siglos no ha considerado a las mujeres como igualmente predestinadas a la vida pública, a los roles protagónicos, a los espacios de autoridad científica. Por eso, la posición contraria a la igualdad está presente en muchos lugares y contextos. Un claro mensaje de igualdad de las estructuras del Vaticano sería una señal poderosa para toda la Iglesia", reflexiona en diálogo con este diario.
Flisowska estudió Historia del Arte en la Universidad de Varsovia, ciudad en la que nació, y Teología católica en la Facultad Pontificia de Teología. La relación entre el arte y la espiritualidad ha sido su especialidad como investigadora. Su primera experiencia profesional fue en el Instituto Histórico Judío en Varsovia. Se define a sí misma como católica de toda la vida. Esa es, dice, razón más que suficiente para involucrarse en este tipo de temas. "Creo que es una consecuencia natural de mi compromiso con la vida de la Iglesia, de mis estudios teológicos y de la interpretación crítica de la cultura en la que vivimos", agrega la especialista.
La organización que la tiene como líder y principal vocera está auspiciada por la fundación Fidel Götz, con sede en Liechtenstein, dedicada a empoderar a niñas y mujeres. La actividad de la ONG comenzó en 2014. Celebra, en forma anual desde entonces, el Día Internacional de la Mujer dentro de los muros del Vaticano. "Reunimos voces de mujeres para compartir sus historias y perspectivas a través de su trabajo y de su fe. Además, en 2018 dedicamos nuestro trabajo también a ofrecer una plataforma para las voces de las mujeres ante la problemática de los abusos. Abrimos una discusión importante y llamamos la atención de los periodistas sobre el complejo problema de la violencia contra las mujeres de la Iglesia", expresó en una entrevista publicada a fines de abril en la revista polaca Kontakt.
Desde noviembre pasado, la ONG abrió oficinas en Roma –donde Flisowska actualmente vive y trabaja– con la intención de lograr mayor visibilidad. Una mayor exposición implica también mayores críticas. "Para algunos, somos demasiado conservadoras porque no estamos luchando por el sacerdocio de las mujeres. Para otros, demasiado progresistas, porque estamos hablando de cambios radicales en el Vaticano. También hay silencio por parte de la institución", afirma la activista.
"Existe un miedo significativo a los cambios profundos. La gente tiende a temer que, con estos cambios, como con cualquier cambio cultural, algo del tesoro teológico pueda dañarse. Sin embargo, creo que al otorgar libertad e igualdad nuestra teología y nuestra vida en la Iglesia solo puede verse beneficiada, al encontrar una nueva forma de ser fieles al evangelio."
Voices of Faith desarrolla la campaña virtual #overcomingsilence, desde la cual se invita a dejar un mensaje en favor de la igualdad de género dentro de la Iglesia.
"Más de la mitad de los católicos son mujeres. Sin embargo, las decisiones que nos afectan a todos son tomadas solo por hombres", se expresa en el sitio. La iniciativa tiene más de 1300 adhesiones, entre ellas las de algunos sacerdotes y monasterios, e invita a descargar una oración que todos los jueves se reza en el Monasterio Fahr, en Suiza, por la igualdad en la Iglesia católica. "A través del Bautismo, mujeres y hombres nos convertimos en miembros iguales de la Iglesia –expresa–. Trabajando juntos en todos los servicios y ministerios, podemos contribuir mejor a una iglesia renovada que avanza hacia el futuro".
Hasta el momento, el documento final del Sínodo de la Amazonia hoy en curso solo contará con 185 votos. Pero hay quienes alumbran la esperanza de un cambio de último momento que habilite el voto femenino y marque, por fin, el ingreso de la Iglesia al siglo XXI.