Los vecinos malhumorados que cosecha Cristina
Hay gestos de la Argentina hacia naciones cercanas que merecen mucha atención
Relaciones tirantes, malhumor, frialdad en algunos casos, indiferencia en otros o amistad pasajera. Cualquiera de estas variantes es útil para graficar los complicados vínculos diplomáticos que hoy tiene la Argentina con sus vecinos Paraguay, Uruguay, Brasil y Chile.
Para la administración de Cristina Kirchner la hermandad latinoamericana termina cuando empiezan los negocios o se discute de comercio. El aislamiento que en los últimos años mostró el Gobierno hacia el mundo no encontró como contrapeso un calor profundo hacia sus vecinos. Además, la decisión de la Casa Rosada de pagar la indemnización a la petrolera española Repsol no cambiará demasiado las relaciones tirantes con los países cercanos por más que este sea un claro gesto de buena voluntad con el mundo de los negocios.
Las relaciones con Uruguay pasan por uno de sus peores momentos. Desde que estalló el conflicto por la decisión de José Mujica de ampliar la producción de la pastera UPM (ex Botnia) y la Argentina prohibió que sus exportaciones pasen por puertos uruguayos, la batalla diplomática no cesó. Por el contrario, los vínculos están "en franca cuesta abajo", como graficó un diplomático de la Cancillería.
Para la administración de Cristina Kirchner la hermandad latinoamericana termina cuando empiezan los negocios o se discute de comercio
En Montevideo ya no esperan una reunión milagrosa de Cristina Kirchner con Mujica para solucionar los conflictos. "Por más que haya reunión de presidentes y prometan mejorar las cosas todo seguirá igual", explicó a LA NACION con resignación un destacado funcionario del gobierno uruguayo.
Entre los problemas que carecen de solución no sólo figuran las papeleras y el caso de los puertos. En Montevideo también se quejan por la falta de señales de la Argentina para avanzar en las obras de dragado del Canal Martín García ya que ello les permitiría potenciar puertos de la costa oriental. A su vez, las trabas a la importación de productos no modificó en su rigidez desde la salida de Guillermo Moreno. Por el contrario, Uruguay dejó de exportar a la Argentina más de 25 millones de dólares el año pasado respecto de 2012. Y la falta de transparencia en la difusión de informes medioambientales del río Uruguay es otra piedra en el zapato de las zigzagueantes relaciones.
El embajador argentino en Uruguay, Dante Dovena, no ayudó demasiado a calmar los ánimos. Hace unos días salió al cruce de los reclamos de los empresarios y exportadores uruguayos por las trabas comerciales y graficó: "Argentina está defendiendo su mercado interno", dijo al diario El Observador. Para que no quedaran dudas de esta postura Dovena explicó que las preocupaciones de Uruguay son "injustificadas".
La semana pasada Mujica se reunió con el ex presidente de Brasil Lula Da Silva. Al término de ese encuentro el mandatario uruguayo sorprendió con una frase: "Lula es un amigo de nuestro país y es un amigo de América, que sufre los problemas de América del Sur". Los más filosos analistas advirtieron allí un mensaje cifrado hacia la Argentina.
Relaciones tirantes, malhumor, frialdad en algunos casos, indiferencia en otros o amistad pasajera
Brasilia también sufre los problemas que le traslada Buenos Aires. Si bien la reunión entre Cristina Kirchner y Dilma Rousseff en Cuba fue muy positiva en términos personales, en la práctica política no se bajaron todos los resultados esperados.
En Itamaraty señalan que desde la salida de Moreno los vínculos comerciales mejoraron entre ambos países y destacan las inversiones que hicieron en los últimos tiempos varias empresas brasileras en la Argentina. Pero también la diplomacia de Rousseff advierte sobre conflictos no resueltos aún: por ejemplo, la ausencia de una oferta cerrada de la Argentina para llevar a la negociación Unión Europea-Mercosur. Anteayer, Dilma Rousseff dijo que "el Mercosur está haciendo un gran esfuerzo para consolidar su oferta". ¿Un mensaje para la Argentina?. A su vez, pesan para Brasil los inconvenientes que tienen los sectores industriales paulistas para exportar a Buenos Aires y la ausencia de interlocutores válidos en el Gobierno.
"Estamos mejor que en otros momentos de crisis pero tampoco vivimos una luna de miel", se sinceró un funcionario brasilero ante LA NACION.
El regreso de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile promete para muchos mejorar una relación bastante tirante que se vivió con la Argentina durante la gestión de Sebastián Piñera.
Hay muchos temas por resolver en la controvertida relación entre Chile y la Argentina. No se avanzó en los proyectos comunes de infraestructura como los túneles de interconectividad terrestre en Mendoza; está detenido el proyecto de rehabilitación del ramal C-14 del Belgrano cargas entre Salta y Socompa y muchos proyectos mineros fronterizos están bajo cuestionamiento por el impacto ambiental. Quizás el más complicado y visible sea el de Pascua Lama en San Juan. A todo esto hay que agregarle las fuertes restricciones a las importaciones que impuso la Casa Rosada para los productos chilenos en los últimos años. Los datos duros sustentan el malhumor chileno en este aspecto: mientras que en 2012 las importaciones de Santiago fueron de 1011 millones de dólares, el año pasado esa cifra decreció a 930 millones de dólares, según datos de la consultora DNI que conduce Marcelo Elizondo.
Hay gestos de la Argentina hacia naciones cercanas que merecen mucha atención
Con la llegada de Bachelet a La Moneda el 11 de marzo próximo tanto en Buenos Aires como en Santiago se hacen ilusiones por encauzar la relación. De hecho, el miércoles pasado el embajador argentino Ginés González García reunió en su residencia de Santiago al futuro canciller de Bachelet, Heraldo Muñoz. Allí estaban, entre otros, el gobernador mendocino Francisco Pérez; el ministro de Obras Públicas de San Juan, José Estrada y el ex vicecanciller y actual representante de la Corporación América Eduardo Valdes. Se acordó darle impulso al corredor bioceánico y mejorar sustancialmente las relaciones entre ambos países. Después de todo, dos mujeres del mismo color político no deberían poner en riesgo los vínculos diplomáticos.
Con Paraguay las relaciones no pasan por el mejor momento pero se van despejando algunos nubarrones. Por lo pronto, las negociación por la deuda que la Argentina le reclama a Asunción por la represa Yacyretá "está en proceso por buena senda", según admitió a LA NACION la diplomacia guaraní. A la vez, ante las trabas a las importaciones se acordó un tratamiento preferencial para Paraguay. El actual embajador en Buenos Aires y ex presidente Duarte Frutos logró un acercamiento con Timerman mayor al que aparece en público. Sólo falta un detalle: desde hace casi dos años que la Argentina carece de un embajador en Asunción y este gesto empieza a pesar con dolor en la administración de Horacio Cartes.
Hay gestos de la Argentina hacia naciones cercanas que merecen mucha atención. El malhumor de los vecinos de Cristina puede tener un límite.