Los runners, objeto de la disputa simbólica de poder
Lo primero que voy a decir es que soy runner. Corro desde 2013 y he participado en maratones y ultramaratones, dentro y fuera del país. Corro al menos cuatro o cinco veces por semana y, en el running, encontré una forma de liberar tensiones, energía y mejorar la concentración.
Cuando promediábamos las tres semanas del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), los runners llegaron a las pantallas de millones de argentinos. Todos pudieron ver al presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunciar la segunda prórroga del ASPO, y remarcar que, entre las flexibilizaciones de la cuarentena, se iba a permitir salir a correr en algunas zonas del país.
Desde ese 11 de abril pasaron 75 días, y los aficionados a correr se convirtieron en tema de discusión nacional, hasta llegar al punto de ser, en la actualidad, uno de los elementos de disputa de poder simbólico entre oficialistas y opositores.
¿Por qué digo que los runners quedaron en el medio de la disputa simbólica? Porque la decisión tomada por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de permitir hace dos semanas y media el regreso de los corredores a los parques y plazas de la ciudad de Buenos Aires, ubicó a los tres millones de residentes capitalinos en un lugar privilegiado respecto a los 13 millones de habitantes del otro lado de la avenida General Paz.
La descontrolada imagen proyectada a las 20.30 del lunes 8 de junio, de decenas de corredores amontonados, dando vueltas al circuito de 1.6 kilómetros en el lago del Rosedal de Palermo, fue el puntapié para que la disputa en torno al running creciera a pasos agigantados.
"Se ha politizado mucho el tema"
No fueron pocos los bonaerenses que se acercaron a preguntar a sus administraciones locales si sus municipios podían seguir los pasos de los porteños. Sin embargo, para poder avanzar en ese sentido, los intendentes necesitaban el aval del gobernador Axel Kicillof, que fue uno de los primeros detractores de la medida.
Incluso, en varios partidos del conurbano, donde los barrios cerrados y clubes de campo se cuentan de a docenas, y que tienen grandes extensiones para poder hacer actividad física sin romper el distanciamiento social, debieron rechazar de plano los pedidos de los vecinos para que en estos complejos se permitiera salir a correr.
"Entiendo el planteo y el protocolo que proponen está muy bien. Pero veo difícil que lo permitan. El tema se ha politizado mucho y la Provincia no lo autorizaría", se sinceró ante este cronista un integrante del equipo de un intendente de la zona norte bonaerense, cercano a Kicillof.
"Querían salir a correr, abrir los comercios, acá están las consecuencias", dijo Alberto Fernández hace una semana, en una entrevista en Telefe Noticias, cuando los casos en la provincia de Buenos Aires comenzaban a subir día a día.
En esa misma entrevista, en la que el mandatario anunció restricciones para la circulación de personas en el transporte público, que sí está comprobado que es uno de los principales focos de contagio comunitario del coronavirus Covid-19 en el mundo, a Fernández le confirmaron que el gobierno porteño restringiría un poco el caudal de corredores, y aplicaría la estrategia de dividirlos en dos tandas, según el último dígito del DNI. "Me alegra que se haya tomado esa decisión, es algo que le planteé hoy a Diego Santilli y ayer a Horacio, si había alguna forma de acotar y controlar las salidas. Le había dicho a Larreta que busquemos aún más minimizar la circulación de la gente", respondió el mandatario.
En paralelo, estudios internacionales mostraban que las masivas manifestaciones y concentraciones de personas en los Estados Unidos y Europa para repudiar el crimen racial del afroamericano George Floyd no habían disparado los contagios en esos lugares.
La semana pasada cerró con una visita de Rodríguez Larreta a La Plata donde, luego de dos horas de reunión con Kicillof y los equipos de ambos distritos para unificar la forma de exponer las estadísticas de la Covid-19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el tema de los runners volvió a estar presente.
"Estamos absolutamente coordinados. Pero coordinados no quiere decir que se tomen las mismas medidas", respondió Rodríguez Larreta, consultado sobre si iba a dar marcha atrás con las salidas para correr, andar en bici o rollers en la Ciudad. "Si tenemos que tomar medidas más drásticas para cuidar a la gente, no nos va a temblar el pulso", aclaró.
La Fase 1.5 sería sin runners
Hace minutos se anunció el nuevo ASPO al que, en privado, Alberto Fernández llamó "Fase 1.5", que llevará al AMBA a un confinamiento casi tan estricto como el que se vivió entre el 20 de marzo y el 1° de abril. En ese contexto, los runners son parte de los que deberían colgar las zapatillas. La fecha exacta hasta la que se podrá correr es la medianoche del martes próximo. Desde las 00.01 del miércoles 1° de julio, todos deberán volver a sus casas.
"Hilando fino, sino uno une A más B, es muy probable que el running se suspenda en la Ciudad", había explicado a este cronista, sin dar por sentada la decisión hoy consumada, un funcionario porteño de primera línea, y argumentó: "¿Cómo le vamos a pedir a una persona que estuvo con su negocio cerrado 80 días que vuelva a cerrar porque hay que quedarse en casa para evitar la circulación del virus y, en el medio, va a haber cientos de personas corriendo por la Ciudad. No tendría lógica pedirle el esfuerzo a uno y no al otro".
La decisión de Rodríguez Larreta de suspender las salidas a tres semanas y media de que se habilitaran, seguramente será leída como una señal de debilidad. Incluso, no faltarán, como cuando se decidió la flexibilización, las voces que intenten sacar un rédito político de la marcha atrás.
En el medio estará esa masa de personas unificadas bajo la etiqueta de runners que, sin quererlo, quedarán en medio de la pandemia como uno de los botines de guerra de una parte de la clase política argentina. Es esa parte de la dirigencia que está más preocupada en decir que tenían razón que en conseguir que el país pueda dejar atrás, dando grandes zancadas, al coronavirus.