Los Reyes, Lanata y los refutadores de relatos
Es difícil encontrar en la Argentina del presente siglo un fin de año más tranquilo que el que acabamos de pasar, lejos de las corridas bancarias y cambiarias, sin protestas callejeras ni piquetes montados por los llamados gerentes de la pobreza. A diferencia de otros diciembres, tampoco hubo esta vez llamados de responsables de cadenas de supermercados a intendentes o comisarios para reforzar la seguridad en sus locales por temor a saqueos.
Fue tal el sosiego que, al menos en vastas zonas del área metropolitana, casi no se oyó el habitual estruendo de cañitas voladoras y fuegos artificiales con que se suele festejar el año nuevo. Viene aquí el primer contrapunto. Los optimistas explican este fenómeno por la existencia de una mayor conciencia social sobre los peligros de la pirotecnia y acerca de sus nefastos efectos en personas neurodivergentes, en recién nacidos y en mascotas. En la otra vereda, están quienes esgrimen que la disminución de las celebraciones pirotécnicas es tan solo un reflejo de la tristeza que embarga a muchos argentinos y de la imposibilidad de obtener aquellos artículos por la caída del poder adquisitivo de la población.
Los portavoces del Gobierno salen rápidamente al cruce de las hipótesis pesimistas y ponen de manifiesto que, gracias a la fuerte desaceleración de la inflación (pasó del 25,5% en diciembre de 2023 al 2,4% en noviembre último), los salarios han aumentado en términos reales en lo que va de la gestión de Javier Milei. Añaden que esa revalorización es muy superior si se la mide en dólares. Aunque es claro también que prácticamente todo en la Argentina se incrementó fuertemente en dólares.
Recientemente, el Consejo Nacional del Salario fijó el haber mínimo vital y móvil en $279.718 para diciembre y en $286.711 para enero, una cifra alejada de los $572.000 que reclamaban las centrales sindicales. Para la Central de Trabajadores Autónoma, el salario mínimo establecido para el último mes de 2024 implica una caída del 17,8% en términos reales frente al de diciembre de 2023. La Canasta Básica Total, por debajo de la cual se determina la línea de pobreza, es de $324.099 para un adulto y de $1.001.046 para una familia tipo, por lo cual el salario mínimo cubre el 86% de la canasta de un adulto.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, optó por otra fórmula: puntualizó que, medido en dólares, el salario mínimo creció desde el equivalente a 156 dólares hacia fines de 2023 hasta 231 dólares un año después. Desde el Gobierno, se destacó también el progreso representado por el hecho de que la canasta básica total solo subió el 1,5% en noviembre último con relación al mes anterior, mientras que en noviembre de 2023 había aumentado el 13,1%.
Sorprendió a algunos que Milei se abstuviera de hacer comentario alguno sobre alguien que honró la libertad y el espíritu crítico
Dado que el salario mínimo no refleja el mayor porcentaje de haberes registrados, puede ser relevante la revelación del presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Natalio Mario Grinman, según la cual los salarios de este sector aumentaron en 2024 el 127%, por encima de la inflación del 118% que se proyecta para el año que acaba de concluir.
Las diferencias surgen cuando se profundiza en los análisis sectoriales. Al tiempo que tres empresas del sector agropecuario incumplieron obligaciones financieras, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) expresó que la presión impositiva de los distintos niveles del Estado sobre la renta generada por una hectárea agrícola llegó al 64,3%, cinco puntos más que en diciembre de 2023.
En contrapartida, 2025 prolongó en sus primeros días la euforia bursátil y la baja del riesgo país.
La fascinación por los números, sean alentadores o decepcionantes, puede llevar a equivocaciones. El escritor francés Edmond de Goncourt opinó en el siglo XIX que “la estadística es la primera de las ciencias inexactas”, antes de que se le atribuyera a Winston Churchill la singular frase “solo me fío de las estadísticas que he manipulado”.
El debate acerca de cómo estamos los argentinos puede llevarnos en estas horas a la ancestral discusión sobre la existencia de los Reyes Magos y a las “Crónicas del Ángel Gris” en las que Alejandro Dolina diferencia a los hombres sensibles de Flores de los refutadores de leyendas. Los primeros buscan que los niños crean en los Reyes y en el mundo de los sueños, y acusan a los segundos de asegurar que los Reyes no existen con el único propósito de ahorrarse el regalo. En cambio, los refutadores esgrimen que muchos pibes de Flores, aun siendo escépticos, fingen creer solo para encontrar un juguete en los zapatitos.
Natural refutador de relatos, Jorge Lanata incomodó siempre a los gobernantes. A nadie extrañó que Cristina Kirchner no dijera nada sobre su muerte. Sí sorprendió a algunos que Milei se abstuviera de hacer comentario alguno sobre alguien que honró la libertad y el espíritu crítico y que, al igual que él, refutó la leyenda del populismo K. Tal vez el Presidente podría preguntarse si hoy estaría donde está de no haber existido periodistas que, como Lanata y otros a los que inmerecidamente ha descalificado, denunciaron con rigurosidad la corrupción y los falsos relatos de anteriores gobiernos.