Los próximos 150 años de LA NACION
Cuando depositábamos una cápsula del tiempo con formato de nave espacial, como cierre de los festejos de los 150 años de historia de LA NACION, bajo la custodia del museo Mitre, emprendíamos simultáneamente un viaje con perspectiva hacia el próximo sesquicentenario.
En aquel enero del 2020 y con la llegada del Covid-19, el futuro se adelantaba y empezaba a convivir con nosotros. Sostuvimos siempre que esa pandemia no era una pausa, no era una guerra, no era un paréntesis. Afirmamos enfáticamente, que ese proceso globalizado, ¡¡¡era una revolución!!! Esto modificaría la vida y la historia de 7000 millones de seres humanos. El porvenir había llegado para quedarse, y alterar, sustancialmente al hombre y su destino.
En este contexto, aparece la irrenunciable vocación de LA NACION de seguir siendo actores y testigos de la vida nacional y del mundo, por las próximas 15 décadas. Obviamente, nos preguntamos con qué herramientas disponemos para afrontar tamaño salto cuantitativo y cualitativo. ¿Qué ciencias nos auxiliarán?, ¿Con qué permeabilidad absorberemos las transformaciones que afectarán a los medios de comunicación masiva, en el marco de la globalización de noticias?
Frente a estos interrogantes, lo que queda claro, en lo que hace a LA NACION, es que pondremos nuestros ojos, mente, corazón y principios, al servicio de la innovación. Hay algo prioritario y absolutamente incomparable y es la pasión de hacer periodismo. En cada periodista subyace la voracidad de la verdad, y eso es inmutable, no cambia con el tiempo, no se altera con las modificaciones, es una llama que no tiene fin.
En lo que se refiere a su trabajo periodístico y de investigación, además de generador de contenidos, surge la necesidad de recurrir a nuevas tecnologías y por nombrar algunas, como la biotecnología, biomecánica, nanotecnología y neurociencias. Ellas nos asistirán para poder comprender los cambios, que inexorablemente se irán produciendo con el tiempo.
El solo imaginar cómo será el lector, el usuario o destinatario final de nuestro trabajo, conduce a suponer, que, sin lugar a dudas, el hombre tendrá mucho de robot, con implantes biomecánicos en sus extremidades, implantes oculares y auditivos que le permitirán acceder a contenidos digitales. También contarán con robots de gran similitud a los humanos, que por su lado, serán asistentes que podrán recibir la información y transmitirla mediante hologramas 3D con interacciones dinámicas, por ejemplo.
En este contexto, podemos suponer que tendremos usuarios con chips implantados, por el cual reciben parte de la información periodística. Hasta podríamos pensar que el smartphone, no estaría en su mano o bolsillo, lo tendría en su cabeza, mediante el implante, con el cual puede recibir también, información visual que podrían reproducir sus retinas.
Sin ir más lejos, el robot IA, llamada Sofía, con fecha de nacimiento en 2015 ya goza de un reconocimiento de sus virtudes y dones. Podemos fantasear que potencialmente puede ser usuaria de nuestros servicios y plataformas. Ella se encargó de demostrar que puede interactuar casi mano a mano, en cualquier ámbito, y reconocer los estados de ánimo y generar empatía, tener pensamientos propios. Posee lectores de reconocimiento facial que le permiten relacionarse con su entorno, una nube donde acumula conocimiento, y los utiliza en nuevas conversaciones con los humanos, ya que cuenta con una de las más avanzadas inteligencias artificiales y con complicados algoritmos que simulan la personalidad humana. Sofía fue invitada, incluso, a las Naciones Unidas para dialogar con autoridades de este alto organismo internacional.
La flexibilidad será otra clave indispensable, para poder formar profesionales que manejen bases de datos, programación, diseño de software enfocado a la inteligencia artificial, procesos de automatización, así como los temas que impliquen la transformación y la seguridad digital.
Es oportuno un párrafo respecto al trabajo remoto, que sin lugar a duda no está de paso, sino que vino para quedarse, impactándonos por la expansión del home office. Más allá de las regulaciones legales que correspondan dictarse para darle un marco legal al modelo, por la violenta irrupción de este fenómeno laboral es muestra del lenguaje renovado en que nuestras sociedades estarán inmersas.
Está claro que LA NACION, frente a este cúmulo de realidades y tendencias apostará al cambio y a la innovación sin renunciar a nuestra identidad, preservando la pluralidad, el valor de la verdad, considerando que los hechos son sagrados, defendiendo el estado de derecho, así como la independencia de la justicia y la libertad de expresión. Con esta base ética y capacidad para la adaptabilidad a la renovación, miramos hacia nuestro destino, nuestros próximos ciento cincuenta años, en la seguridad de llevar a buen puerto una expresión sólida como es LA NACION en el contexto universal de los medios periodísticos.