Los planes para el comercio exterior: superposición y confusión
El problema de fondo es que no hay una mirada de la política comercial a largo plazo unificada y en Buenos Aires los inversores se marean con tantas puertas por tocar
"¿Con quién hablamos para hacer negocios en la Argentina?". La pregunta sobrevuela en forma reiterativa desde hace tiempo en muchas embajadas asentadas en Buenos Aires y en las sedes diplomáticas de la Argentina en el exterior. Pero la respuesta siempre es la misma desde el Gobierno: "no se preocupen porque tenemos muchos interlocutores".
Las dudas se potenciaron en los últimos días tras el polémico acuerdo de YPF con Chevrón; ante las renovadas quejas de los importadores de productos extranjeros y cuando continúan los vaivenes del dólar blue que no favorece al clima para los negocios.
Los interlocutores que hoy tiene Cristina Kirchner para negociar comercialemente con el mundo son tan variados como excesivamente locuaces. Pero en términos prácticos no hacen más que confundir o complicar en muchos casos a la diplomacia o a los empresarios extranjeros.
Depende de los casos, las circunstancias coyunturales o el humor, en el Gobierno disponen de por lo menos tres oficinas para encarar negocios: el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería Augusto Costa que es un hombre vinculado con el viceministro Axel Kicillof; el todoterreno secretario de Comercio Guillermo Moreno que cuenta con su mano derecha Beatriz Paglieri como secretaria de Comercio Exterior o la ministra de Industria Débora Giorgi que viaja por el mundo, atiende a empresarios extranjeros y habla directamente con la Presidenta.
Moreno tiende a pensar en el corto plazo y con países exóticos aunque también tiene una mirada pronorteamericana que no le gusta mostrar demasiado salvo cuando visita la embajada de Estados Unidos para pelearse con los periodistas
"Es muy difícil y confuso recomendar a un empresario extranjero con quién hablar en el gobierno de Cristina Kirchner para hacer negocios en la Argentina", se sinceró ante LA NACION un embajador de un país europeo. No es el único diplomático que habló en estos términos. También coincidieron con esta apreciación enviados de países de Asia, América latina y hasta de África.
La confusión parece ser entendible. Por ejemplo, Débora Giorgi mantiene una agenda paralela de negocios internacionales a la que puede llegar a tener la Cancillería o Moreno. De hecho, la ministra de Industria y el secretario de Comercio no se llevan nada bien.
En las últimas semanas Giorgi organizó una visita a Colombia y Perú. Próximamente irá a Ecuador. Ese viaje está previsto para fines de septiembre y será una "misión industrial con contenido comercial", según señalan los allegados a Giorgi. En rigor, esa es la fórmula que suele exponer la ministra para eludir las quejas de Moreno o de la Cancillería.
La superposición de funciones en el plano del comercio exterior resulta ser tan torpe que hubo casos en los que Giorgi viajó a un país con escasas diferencia de días al que lo hizo un funcionario de la Cancillería. Pero la falta de coordinación de tareas no es lo único que divide a estos funcionarios. El problema de fondo es que no hay una mirada de la política comercial a largo plazo unificada y en Buenos Aires los inversores se marean con tantas puertas por tocar.
La desorientación de la política exterior argentina es de tal magnitud que hasta la designación de embajadores va a contramano del mundo
Moreno tiende a pensar en el corto plazo y con países exóticos aunque también tiene una mirada pronorteamericana que no le gusta mostrar demasiado salvo cuando visita la embajada de Estados Unidos para pelearse con los periodistas. Giorgi tiene una visión más tradicional con la mira puesta en Asia y Europa. Y la Cancillería quiere potenciar la alianzas con América latina y romper filas con la OMC y la OCDE.
A Moreno no le ha dado mucho resultado su estrategia. Los viajes del secretario de Comercio con su extensa comitiva de empresarios de La Salada a Vietnam, Angola, Azerbaiyan e Indonesia no arrojaron saldos positivos hasta ahora. "Todas fueron cortinas de humo porque en política comercial internacional no sirve de nada hacer los viajes de empresas multisectoriales", expresó a LA NACION un avezado diplomático que trabajó muchos años en el área comercial de la Cancillería.
La visión de los hombres de Kicillof en el Palacio San Martín dista bastante de Giorgi y de Moreno. Por ejemplo, tanto Costa como su segundo Carlos Bianco reunieron la semana pasada a un grupo de diplomáticos de la Cancillería para darles instrucciones de la política comercial a seguir. Allí reflotaron el modelo de autoabastecimiento comercial impulsado por el primer peronismo y dijeron que se deberían desatender los mandatos de la OMC y de la OCDE por "ser organismos que siguen los países desarrollados". ¿Acaso nadie le avisó a estos jóvenes camporistas que esos dos organismos multilaterales hoy están dirigidos por diplomáticos designados por Brasil y México?
Nada de ello: la Cancillería seguirá apostando por el tercermundismo. Acaba de anunciar que apoyó la participación de nuestro país en la 30ª Feria Internacional de Luanda 2013 que tuvo lugar en Angola entre el 16 y el 21 de julio. Quizás allí exista una coincidencia con Moreno para potenciar la generación de negocios multisectoriales en países africanos.
La desorientación de la política exterior argentina es de tal magnitud que hasta la designación de embajadores va a contramano del mundo. En este sentido, el último informe de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales que preside Marcelo Elizondo arroja resultados interesantes: la mayor parte de las embajadas argentinas que tienen secciones comerciales y económicas en su seno están emplazadas en países que muestran economías propias del siglo XX. Así, el informe señala que la política exterior argentina no se adaptó a los países emergentes donde se dio un mayor dinamismo en el crecimiento económico mundial. Para ponerlo en términos prácticos: de las 50 economías que más han crecido en el mundo entre 2009 y 2011 la Argentina sólo tiene 15 embajadas.
Cristina Kirchner da rienda suelta a esta política trifásica en materia de comercio exterior y parece jactarse de confundir al extranjero.